Europa se rearma ante un Trump II
El aislacionismo del candidato favorito republicano reabre el debate europeo sobre una política de defensa común y la necesidad de que la UE desarrolle su propio arsenal nuclear
Se suele definir la política de defensa común europea como una bella durmiente a punto de despertarse, pero que nunca llega a hacerlo del todo. En los últimos años, son muchos los apuestos príncipes que han intentado con un beso hacer que la princesa cogiera las armas. La salida de Reino Unido del club comunitario –que siempre ponía palos en las ruedas a esta posibilidad, en pos de un enfoque atlantista– fue interpretada como una oportunidad a la que siguió la elección de Donald Trump como presidente de EE UU y sus amenazas de dejar de proteger a los aliados europeos que no invirtieran en su propia defensa.
Tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y la restauración del vínculo transatlántico, el debate parecía en punto muerto, pero la vergonzosa y caótica retirada de Afganistán volvió a revitalizarlo y reabrir una brecha entre EE UU y sus aliados europeos. Como respuesta, la UE aprobó el plan de Josep Borrell, el máximo representante de la diplomacia comunitaria, para poner en marcha una fuerza de intervención rápida de 5.000 soldados que pudiera responder ante situaciones de crisis sin el paraguas de Washington.
La invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladimir Putin, de la que próximamente se cumplen dos años, ha conseguido también revitalizar la relaciones entre la UE y EE UU y la propia existencia de la OTAN, que ha visto cómo el viejo enemigo al que se creía muerto no había desaparecido. Pero las malas noticias en el campo de batalla y la posible vuelta de Trump a la Casa Blanca han suscitado un clima de pesimismo en el seno de la organización militar y la reflexión de que la seguridad europea no puede ponerse en cuestión cada cuatro años, dependiendo de quién ocupe el Despacho Oval. Si en el anterior mandato de Trump, su aislacionismo parecía propio de su perfil de «outsider», ahora sus tesis han calado en el conjunto del Partido Republicano. En el incierto tablero geopolítico del siglo XXI, parte de los estadounidenses considera que es mejor centrarse en la seguridad del Indo-Pacífico, con China como gran amenaza, y que los europeos deben ser los que se defiendan solos de la amenaza rusa. Un giro que ya comenzó durante la época del demócrata Barack Obama y que puede afianzarse en los próximos años.
En Washington, ya no siente el aliento de Putin tan cerca. La famosa cláusula de defensa colectiva, el famoso artículo 5, puede quedar en papel mojado, a pesar de que durante esta pesada semana la OTAN ha recordado una y otra vez a Washington que sigue necesitando a los europeos y que propia seguridad depende también de una organización militar fuerte.
Pero no se sabe si estos mensajes acabarán calando. Trump incluso ha llegado a alentar a Rusia con invadir a aquellos países que no contribuyan con el gasto en Defensa, a pesar de que en los últimos años este ha crecido de manera vertiginosa, sobre todo en el flanco oriental. Según los últimos datos de la Alianza, este año 18 de los 31 Estados miembros de la organización militar cumplirán la meta del 2% del PIB establecida en 2014 durante la Cumbre de Gales. Alemania, siempre lastrada por sus fantasmas históricos, ha anunciado esta semana que este año llegará al 2% del gasto militar y comienza a reflexionar en voz alta sobre cómo adaptarse a un mundo cada vez más peligroso.
Esta última semana ha estado protagonizada por el debate cada vez más acuciante en Berlín de la necesidad de que la Unión Europea desarrolle su propio arsenal nuclear, para reducir la dependencia de Estados Unidos. Entre los aliados, tan solo Francia y Reino Unido tienen este tipo de armas aparte de Washington, pero puede ser insuficiente. Ha sido el ministro de Finanzas alemán, el liberal Christian Lindner, el primero en hablar abiertamente del tema, si bien el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, ha evitado mojarse en la reunión ministerial que tuvo lugar esta pasada semana en Bruselas.
Mientras, el ganador de las elecciones presidenciales en Finlandia, el conservador Alexander Stubb, es partidario de que tras la entrada en la Alianza, su país pueda albergar armas nucleares, en lo que supone un giro respecto a la postura tradicional finlandesa.
La invasión de Ucrania ha susu
Europa percibe que los estadounidenses prefieren centrarse en la amenaza china y aparcar Rusia
El ministro alemán de Finanzas fue el primero en hablar abiertamente del escudo nuclear