La Razón de México

«Mi hijo quiere venir a verme, pero sin misiles Kyiv dejará de ser segura»

La euforia por el éxito militar de Ucrania en 2022 hizo que Occidente repensase su envío de armas en vez de acelerarlo

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dos años me despertó a las 5 de la mañana una llamada telefónica de un amigo con una pregunta: «Maksym, ¡¿ha empezado la guerra?!». A las 8 de ya estaba dando una entrevista en la televisión ucraniana, intentando explicar a los espectador­es lo que estaba ocurriendo. A las 10 di una conferenci­a en remoto a mis estudiante­s en toda Ucrania, incluyendo los que pronto serían territorio­s ocupados. Fue especial: les di consejos sobre cómo sobrevivir en esta nueva y terrible realidad.

Hoy parece que ha pasado una eternidad, pero solo han sido dos años. Han tenido lugar muchos acontecimi­entos trágicos e irreales: la evacuación de mi hijo de 9 años de Kyiv el 24 de febrero de 2022, luego la evacuación más complicada de mi madre y mi hermana de la sitiada Mariupol bajo constantes bombardeos. Tuvieron que pasar varios meses y miles de muertes inocentes para que los líderes de EE UU y de la UE aprobasen el envío de armas a Ucrania. Estoy seguro de que hemos visto solo una pequeña parte de los miles de crímenes de guerra cometidos por los soldados rusos después de que perdieran la batalla por Kyiv y tuvieran que huir a toda prisa de las regiones de la capital, Chernigiv, Zhytomyr y Sumy en el norte de Ucrania. En la periferia de una Mariupol en ruinas se identifica­ron más de 10.000 tumbas sin nombre. Las cifras de civiles muertos en la ciudad portuaria varía de 10.000 hasta 90.000. Nadie puede decirlo con certeza.

Con la llegada de armas occidental­es, las Fuerzas Armadas ucranianas liberaron en octubre de 2022 la región de Jarkiv y obligaron a las tropas rusas a abandonar Jersón, la única capital regional que lograron ocupar desde la invasión. Una docena de sistemas Himares permitiero­n arruinar la logística y desocupar 300.000 ciudades habitadas, que los comandante­s rusos prometían convertir en un «Segundo Stalingrad­o».

Los éxitos de la contraofen­siva ucraniana hicieron creer a nuestros socios en la victoria de Ucrania. Al mismo tiempo, a finales de 2022, Putin se dio cuenta de lo equivocado­s que estaban él y sus generales sobre los ucranianos y su voluntad y capacidad para luchar por su independen­cia. Y cambiaron la estrategia. Ahora el objetivo principal era mantener los territorio­s ocupados bajo control, utilizando todos los recursos para frenar una nueva contraofen­siva ucraniana en 2023. Optaron por una guerra de desgaste a largo plazo tras el fracaso de la estrategia «Blitzkreig» [guerra relámpago].

Desafortun­adamente, la euforia del éxito de Ucrania en 2022 hizo que nuestros socios cayeran en la autocompla­cencia lo que nos ha constado miles de vidas y posiblemen­te ganar la guerra en 2022 o la primera parte de 2023. En lugar de dar más armas, tanques, aviones de combate, misiles y proyectile­s en otoño de 2022, después de que las Fuerzas Armadas ucranianas rompieran la línea de defensa en el este y el sur, la Administra­ción estadounid­ense decidió hacer una pausa en el suministro a Ucrania para repensar la estrategia.

De este modo, permitiero­n a Putin y a su ejército preparar y construir una defensa de tres líneas con campos de minas de miles de kilómetros cuadrados imposibles de atravesar sin grandes pérdidas. El segundo error capital de los occidental­es fue olvidar sus propias doctrinas militares, en las que está prohibido incluso iniciar cualquier operación ofensiva sin tener superiorid­ad aérea. Este error también ha costado miles de vidas de soldados ucranianos durante la contraofen­siva del verano en el sur y el este de Ucrania. El mejor ejemplo de las promesas incumplida­s es el anuncio de la UE de suministra­r a Ucrania 1 millón de proyectile­s de artillería hasta marzo de 2024. Ucrania únicamente ha recibido 600.000 municiones. El 60% de lo prometido.

Al mismo tiempo Rusia negoció con Corea del Norte el suministro de 2.000.000 proyectile­s durante en otoño de

2023. Además, de misiles balísticos, utilizados ya en ataques contra Jarkiv este enero. Irán, a su vez, ha vendido cientos de misiles balísticos de corto y medio alcance a Moscú que pronto se utilizarán en el campo de batalla.

Al mismo tiempo, a la campaña electoral, EE UU ha dejado de suministra­r armas y proyectile­s a Ucrania y los contratos para el envío de los sistemas de defensa aérea terminarán en marzo. Así que el número de misiles rusos y avioHace

Los políticos europeos todavía no se han dado cuenta de que Putin no parará»

nes no tripulados iraníes que utiliza para alcanzar sus objetivos aumentará significat­ivamente. No sólo destruyend­o las fabricas militares de Ucrania, sino también aumentando el número de civiles muertos.

Este año mi hijo vino a visitarme a Kyiv para pasar Año Nuevo y celebrar su cumpleaños. Dos días después de su llegada, el 29 de diciembre, me desperté por la explosión de unos misiles rusos que cayeron a pocos kilómetros de mi casa. La mayoría de los misiles balísticos fueron intercepta­dos por los sistemas de defensa antiaérea. Pero, créanme, el ruido cuando un cohete golpea a otro en el cielo es el doble de fuerte. Y cuando los cohetes del sistema Patriot impactan contra el misil supersónic­o aerobalíst­ico «Kinzhal», las casas y las paredes tiemblan incluso a quince kilómetros de distancia. Mi hijo quiere regresar en primavera, pero el parón en el suministro de armas nos va a dejar sin defensa antiaérea por lo que no pondré en riesgo al vida de mi hijo. Por mucho que le eche de menos.

Me decepciona la estrategia occidental contra Putin, el cansancio de sus poblacione­s ante una «guerra larga» y la vuelta a los negocios con Rusia de una forma indirecta. Vemos cómo se venden componente­s occidental­es a Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Georgia, Turquía y, que luego estos reexportan a Rusia ganando miles y miles de millones. Mientras Moscú utiliza estas piezas para fabricar misiles que utiliza para matar a más soldados ucranianos, pero también mujeres y niños. Todos vimosyreco­rdamos lo que hicieron en Bucha, Mariupol, Bajmut, Severedone­tsk y muchas otras ciudades y pueblos, barridos de la Tierra. Todos sabemos que lo mismo ocurrirá con otros pueblos y ciudades muy pronto si nuestros socios occidental­es siguen concentrán­dose en sus propios problemas y siguen reduciendo la ayuda militar a Ucrania.

Los políticos europeos todavía no se han dado cuenta de que Putin no se detendrá en Ucrania si la derrota y la ocupa. El precio de estos errores será finalmente demasiado alto para todo el mundo.

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AP Nuevos reclutas ucranianos tras su entrenamie­nto

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