PROMETEOS DE LA GUERRA FRÍA
Una película y una novela se han internado en la epopeya científica que desembocó en la bomba atómica en 1945. La película es Oppenheimer del británico Christopher Nolan y la novela es Maniac del chileno Benjamín Labatut. Entre las dos narran complementariamente un mismo drama, cuyas lecciones para el presente son inocultables.
Oppenheimer, basada en la biografía del que los nazis. El origen judío de muchos de líder del proyecto Manhattan, de Kai Bird y aquellos físicos acicateaba su entrega en cuerpo Martin J. Sherwin, cuenta paso a paso la trayectoria y alma a una carrera por la fisión atómica, de los hallazgos, dilemas y trifulcas de la que permitiera acabar con el poder fascista en física cuántica desde la teoría de la relatividad Europa. de Albert Einstein. Vamos al joven J. Robert Oppenheimer Los imponderables comenzaron desde el recorriendo las grandes universidades momento en que las primeras bombas estuvieron europeas y asimilando ideas de Max Born, listas después del suicidio de Hitler y su Niels Bohr y Werner Heisenberg. primera gran prueba sería en Hiroshima y Nagasaki,
La travesía, que académicamente corre paralela dos pueblos japoneses, donde habrían a la de sus estudios en Harvard y Cambridge muerto más de 240,000 personas. La película y su contratación final en Berkeley y Caltech, de Nolan se centra mucho en la persecución es también una síntesis del paso firme de que sufrieron Oppenheimer y otros científicos la ciencia en la primera mitad del siglo XX. Oppenheimer, durante el macartismo, pero, tal vez, no explora que tuvo simpatías por la izquierda lo suficiente el peso de la culpa, en aquella antifascista en los años 30, gracias, en buena comunidad, luego de las detonaciones de Little medida, a su relación con la activista feminista Boy y Fat Man en Japón. y comunista Jean Tatlock, acaba al frente del En la novela de Labatut, aunque menos proyecto insignia de la industria militar estadounidense atenta a los detalles del proyecto Manhattan, en la Segunda Guerra Mundial. es posible encontrar esa exploración por otra
Parte considerable de la motivación de vía. Armada como una biografía coral de dos Oppenheimer y su brillante equipo de científicos científicos del centro de Europa, que rondaron en Los Álamos (Richard Feynman, María aquellos proyectos, el austríaco Paul Ehrenfest Mayer, Hans Bethe, Enrico Fermi, John von y el húngaro Johannes con Neumann, Neumann…) era desarrollar la bomba antes esta ficción encara los brotes de irracionalidad que acompañaron la carrera de la física nuclear en la Guerra Fría.
No siempre, las derivas psicóticas o místicas de aquellos científicos fueron detonadas por la culpa de Hiroshima —Ehrenfest mató a su hijo y se suicidó en 1933 y otro austríaco, Kurt Gödel, también personaje de la novela, comenzó con sus obsesiones teológicas, que lo llevarían a intentar una comprobación ontológica de la existencia de Dios, mucho antes de su contratación en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton—, pero difícilmente podrían desligarse del vértigo nuclear de la Guerra Fría.
El caso de Von Neumann aparece aquí como la variante extrema de aquellos Prometeos del mundo bipolar. En los días del proyecto Manhattan, von Neumann había llamado a abandonar cualquier escrúpulo y recordaba la famosa carta del pacifista Einstein al presidente Roosevelt, en 1939, exhortándolo a impulsar el programa nuclear. Cuando Hiroshima, el físico húngaro también defendió la utilidad de la hecatombe y ya en plena Guerra Fría se involucró en el proyecto de una “destrucción mutua asegurada”.
El colapso psicológico del científico, antes de su muerte en 1957, escapa a cualquier tipología de la sinrazón o la locura. El Prometeo moriría convencido de que no sólo era plausible una prueba ontológica de la existencia de Dios sino una reconstrucción biológica de la divinidad por medio de las máquinas computacionales.