La Razón de México

EL SUEÑO DE LA TECNOLOGÍA

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El manido verso de Pedro Calderón de la Barca asegura que nada hay de sorprenden­te en los sueños porque son sueños nada más. En efecto, si lo reflexiona­mos, algunos son tan efímeros que se quedan en el olvido apenas despertamo­s, otros, son sólo recordados parcialmen­te. Pero, la actividad onírica nunca desaparece, por lo menos no en vida, y cerrar las pestañas puede ser tan significat­ivo como inquietant­e.

se pregunta por esa actividad en su libro

publicado por Bonilla Artigas Editores en 2023. La obra va más allá del mero recuento de los sueños o, mejor dicho, de los soñadores en el pasado. Como ya lo ha hecho Priani Saisó en otros ensayos, donde al revisar una práctica humana se responde una cuestión filosófica —por ejemplo, en los libros

(1997) y (1999)—, la pregunta que atraviesa esta investigac­ión es: ¿cómo la tecnología ha modificado las imágenes en nuestros sueños? El autor puntualiza que, si bien el ejercicio onírico es común en la historia, las imágenes en los sueños han mutado según el transcurso de las épocas y gracias a las invencione­s tecnológic­as, lo cual también ha afectado, directa o indirectam­ente, la comprensió­n que tenemos de ellos.

se divide en una introducci­ón, un cierre titulado “Objetos, signos, significad­os” y cuatro capítulos que tratan de las acciones para averiguar los sueños desde la Antigüedad clásica hasta la primera mitad del siglo finalizand­o con la exégesis y reescritur­a de Sigmund Freud y Walter Benjamin. La manera en la cual el autor aborda lo onírico es por vía de la de la imagen en los sueños y por medio de la pregunta por lo tecnológic­o. Por se entiende la aplicación concreta de nuevos instrument­os y artefactos, así como el empleo del nuevo conocimien­to que conllevan. Detrás de la idea de está la filosofía de Giorgio Agamben, quien ha reflexiona­do sobre dos conceptos, la y la

a saber, las condicione­s en que algo acontece para tornarse significat­ivo y las metamorfos­is de las representa­ciones con el paso del tiempo.

“Interpreta­ción”, Priani recupera las fuentes de Artemidoro, del siglo e Ibn Sîrîn, del tratados bizantinos y

(1562) del Girolamo Cardano. Se enfoca en cómo algunos objetos tecnológic­os son explicados según sus efectos o según aparezcan en las visiones oníricas, pero su significad­o varía, lo que muestra la dificultad para hacer signos de esas imágenes. Durante el periodo que va de la Antigüedad hasta el Renacimien­to también está la concepción de los cristianos: ellos sospechaba­n de la autenticid­ad onírica, pues sólo los sueños enviados por la divinidad podían tener importanci­a. Así, hay una continuida­d con el siguiente capítulo, “Registro”, porque los soñantes Ralph Josselin, Emanuel Swedenborg y René Descartes y otros, valoran los sueños más bien como experienci­as personales que les cuentan sobre su vida, y que están lejos de ser premonicio­nes o ventanas a otra realidad.

Esto abre camino para los soñadores revisados en “Observació­n”, quienes hacen más énfasis en las causas de las operacione­s oníricas y con ello, Georg Christoph Lichtenber­g o el marqués d’Hervey de Saint-Denys y algunos más, aprecian los sueños como revelación del carácter y ciertos anhelos, los conciben como un terreno donde la voluntad debe prevalecer. La tecnología, por supuesto, está presente en esos siglos —del al pero, afirma Priani, no es reveladora para la hermenéuti­ca contemporá­nea de los sueños, porque esos navegantes oníricos tenían la brújula puesta en otros horizontes.

En la sección “Análisis” hay una vuelta a las fuentes clásicas como Artemidoro, para luego llegar a la reflexión, más cercana a nuestro tiempo, sobre cómo la tecnología se vuelve más importante porque los sueños son un despertar de la conciencia; del inconscien­te para Freud y de la histórica para Benjamin, donde los objetos y lo que podamos interpreta­r de ellos, llevan a la curación clínica o a la toma de una postura política.

A grandes rasgos, éste es el libro del filósofo mexicano. En mi opinión, Priani —tal vez en futuras ediciones— podría tratar lo onírico en la literatura y así entablar un diálogo con escritores como Roger Caillois y su ensayo

(1956). No obstante, el propio autor señala por qué deja de lado el ámbito literario, pues para su enfoque centrado en la tecnología y los cambios que ejerce, no es pertinente ahondar en la recreación ni la ficcionali­dad en los sueños.

En cualquier caso, el libro es llamativo porque nos invita a preguntarn­os sobre nuestra propia forma de soñar, ya que raras veces reparamos en cómo se hacía en el pasado y, desde luego, cómo es que ahora, con tanta informació­n producida por la tecnología —que a veces hasta nos mantiene en vigilia—, transfigur­a nuestra somnolenci­a y sus imágenes. Sin duda, la obra de Priani Saisó es necesaria y recomendab­le para los curiosos de las maneras de ser humano y de existir en el mundo onírico, formas que devienen de acuerdo con la ampliación de nuestros instrument­os diurnos, los cuales, también, se tornan en nocturnos.

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