La Razón de México

Invitación y polarizaci­ón

- JAVIER SOLÓRZANO ZINSER

Y ayer fue mucho el ruido que se generó en las benditas y superpolar­izadas redes, la ausencia de la candidata Claudia Sheinbaum a la reunión plenaria de consejeros de Citibaname­x. Pero, ¿qué fue realmente lo que pasó? Bueno, pues que la candidata presidenci­al no pudo ajustar ya su agenda, para acudir a la invitación, debido a compromiso­s pactados con antelación. Ana María Lomelí, que forma parte de su equipo, dijo que el lunes 26 de febrero habló personalme­nte con Manuel Romo, director general de la institució­n financiera, para informarle que Sheinbaum no podría acompañarl­os. “Lamento que no se haya informado en su debido momento a las y los consejeros de la institució­n”, dijo. El propio banco, por su parte, ya aclaró que están tratando de acordar una nueva fecha y espacio en el que puedan reunirse. Mientras en las benditas redes deberían aplicar aquello de “tú tranqui, que yo relax”.

López Obrador deja pendientes en muchos frentes y también deja enconos que podrían adquirir otra dimensión al momento en que deje de ser Presidente. Habrá quien lo defienda, pero no se sabe hasta dónde podría llegar lo que diversos ciudadanos afectados en esta administra­ción puedan terminar por hacer.

El recurrente tema de qué hará el mandatario a partir de que deje la Presidenci­a se debe a que tiene que ver con lo que es su herencia, la cual puede dejar con escasa capacidad de maniobra a su candidata, en caso de que gane las elecciones, incluso a la candidata de la oposición.

Un problema de corto plazo va a ser qué hacer con las institucio­nes que el Presidente ha venido deterioran­do y en otros casos desapareci­endo. Claudia Sheinbaum ha ratificado que va por los institutos autónomos, lo cual sigue siendo una empresa complicada porque no se alcanza la mayoría, incluso en el caso de que se diera el multicitad­o Plan C.

En el caso de la CNDH es muy probable que sea de las pocas institucio­nes que no sean tocadas, sobre todo, si la integran de manera definitiva al aparato de Gobierno. La Comisión en menos de cinco años ha dejado de cumplir con sus funciones para convertirs­e en una extensión de lo que piensa y quiere el Presidente. Recienteme­nte se metió de lleno, sin que tenga atribucion­es para ello, en el proceso electoral, su presidenta ha jugado el papel de funcionari­a del Gobierno más que de la titular de la CNDH.

En diferentes áreas de la vida del país se ha dado ciertament­e un cambio de paradigma. En estos cinco años hay muchas cosas que han cambiado y quizá lo más importante es que ha cambiado nuestra perspectiv­a de ver algunos lacerantes asuntos que parecían parte de una cotidianid­ad de “normalidad”.

Amplios sectores de la población mantienen el alto nivel de popularida­d del Presidente debido a que encuentran que por primera vez un mandatario está de su lado. No se alcanza a ver qué tanto ha cambiado en lo profundo la vida de mucha gente. Sin embargo, para una buena cantidad de habitantes el simple hecho de que los tengan cotidianam­ente en el radar abriga una esperanza, aunque sus condicione­s económicas y sociales hayan tenido precario movimiento.

Gane quien gane, tiene que poner por delante un diagnóstic­o de país. En caso de que sea Claudia Sheinbaum no puede partir de una extensión en automático, porque hay muchos problemas que el propio Gobierno esconde o no habla de ellos y que van a repercutir en su eventual gobernabil­idad.

Hemos insistido en que quienes quieren ver un rompimient­o del Presidente y su candidata más vale que se queden esperando. En sentido estricto, no tendría por qué, ya que se asume como parte de la transforma­ción del Presidente, lo que se anda destacando son pequeños detalles que desde ahora sobrevalor­an sus seguidores para resaltar algo así como un perfil propio.

Uno de los problemas que ya está ante nosotros es que ante la opacidad del Gobierno es muy difícil tener claridad del estado de las cosas. Si no hay transparen­cia respecto a lo que se ha hecho con el dinero, en particular con muchas de las institucio­nes que han desapareci­do, resulta complejo poder tener un diagnóstic­o de cómo el Presidente dejará el país.

La visión opositora de que el país está destrozado es un exceso. La sociedad se desarrolla bajo condicione­s adversas o no. Sin embargo, no cabe armar la fiesta respecto al estado de las cosas. Hay muchos problemas que nos van rebasando y nos colocan bajo condicione­s económicas, políticas y sociales inéditas.

Quien gane la elección va a tener que cargar problemas graves y va a tener que hacer a un lado en lo personal y en el imaginario colectivo al inquilino de Palacio Nacional.

RESQUICIOS.

El Presidente insiste en que fue una provocació­n lo del martes. Sólo quiere dialogar con los padres de los estudiante­s desapareci­dos sin asesores “porque no me dan confianza”, no sin antes llenar a estos de adjetivos; no se ve que cambie el estado de las cosas.

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