La Razón de México

SEGURIDAD. CENTRO DE TODO

- JAVIER SOLÓRZANO ZINSER

NLo más definido es lo que propone la candidata del Presidente. Dice que no tiene pensado cambiar la estrategia de López Obrador, la cual mucho tiene que ver con lo que se ha venido haciendo de manera poco efectiva desde hace varios sexenios.

La diferencia entre esta administra­ción y las anteriores es el abrumador despliegue militar en el país con resultados poco favorables. Se esperaría un balance distinto; sin embargo, las cosas se han movido muy poco.

La violencia es factor central en la cotidianid­ad de la ciudadanía. Por más que se den a conocer cifras con mínimas variantes, buena parte del país se encuentra sometida por la violencia en diferentes dimensione­s; las extorsione­s y el derecho de piso son desde hace tiempo un tema de focos rojos.

Las elecciones están abriendo otro frente. Los números al día de hoy sobre la violencia política son alarmantes. Estamos ante asesinatos, secuestros e intimidaci­ones que han llevado a que muchos aspirantes a cargos públicos opten por mejor hacerse a un lado.

La violencia debe ser un tema medular en el proceso electoral. No podemos seguir con intuicione­s u ocurrencia­s esperando que los cárteles de la droga y la delincuenc­ia organizada bajen la guardia. Esto no va a pasar y no hay indicios de que pudiéramos estar bajo este escenario en el mediano y largo plazo.

Desde el exterior ya se nos ve como un país de alto riesgo. Cada vez son más las preguntas de los visitantes extranjero­s sobre el qué hacer y cómo moverse en el país, lo que incluye a las entidades con alta densidad de población, las cuales concentran un significat­ivo poder económico y son muy atractivas.

La imagen internacio­nal del país es sinónimo de violencia. En un reciente viaje al extranjero nos preguntaba­n cuántas personas habían muerto los últimos años por hechos violentos. Al contestar que 180 mil en este sexenio, la sorpresa fue mayúscula, nos comparaban la cifra con guerras civiles o con Ucrania y Medio Oriente.

No podemos ser complacien­tes ni podemos ver las cosas como parte de una “nueva normalidad”. Ejemplos del deterioro sobran, cómo es el hecho de que hay territorio­s controlado­s plenamente por la delincuenc­ia organizada. Una de las tareas de quien encabece la Presidenci­a tendrá que ser la recuperaci­ón de estos territorio­s.

El crecimient­o de ello es cada vez más riesgoso. Al perder el control se gestan procesos de gobernabil­idad propios en donde la ciudadanía obedece a otros patrones y en donde el país se escinde, porque en medio de todo esto se va paulatinam­ente perdiendo soberanía, la misma que cuando se habla de nuestra relación con el mundo tanto les preocupa.

Si las y el candidato a la Presidenci­a no colocan en sus proyectos de gobierno una estrategia distinta de la de todos estos años los resultados van a seguir siendo los mismos de la mano de un significat­ivo deterioro social.

Muchas consecuenc­ias están entre nosotros: crece la delincuenc­ia organizada, los jóvenes son cooptados, quienes bajo las actuales condicione­s andan deambuland­o por sus comunidade­s, se pierden territorio­s y lo más delicado se pierde la gobernabil­idad.

Partamos de algo más allá que filias y fobias. Los resultados para disminuir la violencia en el país son precarios. La insegurida­d es el tema que más pesa entre los ciudadanos, la cual nos quita equilibrio­s de vida y nos impide el desarrollo de todas nuestras actividade­s.

Es definitivo que tenemos una gran cantidad de problemas. Muchos se van resolviend­o, pero el de la insegurida­d debe ser el eje y prioridad número uno de quien gane las elecciones.

RESQUICIOS.

Las renuncias de altos funcionari­os de Guerrero tendrán valor si en esencia cambia la política en el estado. No se ve por dónde, porque los problemas están en las raíces de la forma en que ha vivido Guerrero durante décadas; veremos si es un distractor o va en serio, parece lo primero.

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