De Julián Herbert, ahora en el teatro
Tedi López Mills (Ciudad de México, 1959) —Premio Xavier Villaurrutia 2009 por Muerte en la rúa Augusta— tras cuatro años de ‘silencio editorial’, reaparece con No contiene armonías (Editorial Almadía, 2024): cuaderno en que un eco sigiloso entra a los amarraderos líricos y, asimismo, deserta de sus franjas en un recorrido sinuoso por lo cotidiano y los espejismos que asedian la memoria.
Cinco acápites integrados por textos que reflexionan sobre lo subjetivo desde referencias objetivas: objetos, gatos, vecinos, verbos, máculas solares, acaecimientos extraños, ausencias y tiempos torcidos. Los agüeros de la creación poética, los derroteros de la existencia, desaciertos, certezas y ‘contraataques’ de las recordaciones. Una irónica nostalgia dibuja estos folios que trazan nuestros gestos ante el mundo y las resonancias de las palabras.
“Di forma a estos textos entre 2018 y 2019: no he vuelto a escribir poesía. A lo mejor sea mi último cuaderno lírico, no lo sé. Estas páginas se entrecruzan por distintas rutas, entre expresiones de uso frecuentes y de otras que no lo son. Inicia con un poema-crónica sobre lo cotidiano y después me aboco a responder cuatro preguntas del interrogatorio de la poeta C.D. Wright, en que alego yo misma nuevas preguntas. No hay rótulo para las cinco secciones del libro: me gusta la definición de los editores en la cuarta de forros: ‘contracantos’. Entrego un cuaderno representativo, muy descriptivo y a la vez adusto que puede provocar discusiones en mi propósito de conjurar formas poéticas desde lo político, lo filosófico y lo moral”, dijo a La Razón Tedi López Mills.
¿Por qué tardó tanto para publicarlo? En medio de la enfermedad de mi marido, el escritor Álvaro Uribe y cuando sucedió su muerte, decidí guardarlo. Es un libro escrito en mi ‘vida anterior’, antes del fallecimiento de Álvaro que era mi primer lector. Lo retomé el año pasado, y lo quise dar a conocer en el sentido de que era una especie de tributo al amor por Álvaro.
ENTRE LA OBRA de Tedi López Mills se encuentran poemarios como
(1989),
(1992),
¿Los textos de la columna que usted publica después de la muerte de su esposo, piensa darle forma en un libro? Elegías, cánticos para Álvaro que me socorrieron para vivir: están ahí y no dudo conformar un libro con ellas. Álvaro dejó una novela inconclusa, material que me ha servido para la escritura de la columna en Milenio actualmente. Intento salvar a los personajes desde lo que Álvaro no pudo completar y añadirles gestos. Es posible que se edite después como una novela escrita a dos manos. (2002), entre otros.
¿Poemario ‘no-nerudiano’ sin concordias melodiosas ni estribillos? De ahí el título. Me interesaba configurar alegorías y referencias donde se percibe una voz que se regodea a sí misma: se aleja y regresa al espacio lírico para indagar sobre el acto de la escritura poética.
Veo cierta conexión con el jazz. ¿Influencia de Mingus,
AUTORA:
Tedi López Mills
GÉNERO: Poesía
EDITORIAL: Almadía, 2024
Coltrane o Miles Davis? Bueno, están presentes algunos miramientos de la libertad de la improvisación jazzística. Apelo al lenguaje informal para acceder al lenguaje íntimo. Creo que se hace evidente en la sección IV del libro. La intranquilidad de los instrumentistas del jazz pactadas aquí y superpuestas en aliteraciones poliformes y, asimismo, politonales.
¿Libro que se por su concepción y propuesta de temáticas diversas? Hay muchas configuraciones, muchos retumbos. Son textos que dialogan entre sí, se miran en un espejo introspectivo en que el amor, los apegos, la ausencia, la soledad y lo cotidiano se entretejen. Hay una reflexión sobre el acto de escribir y el desafío que implica
el trabajo con las palabras.
LA AUTORA da a conocer la obra en memoria del escritor, quien fue su esposo; advierte que posiblemente sea su último cuaderno lírico
(1994) y
CUÁNDO:
del 20 de marzo al 25 de abril
DÓNDE:
Foro La Gruta
HORARIOS:
miércoles y jueves a las 20:00 horas
LOCALIDADES:
$250
EL ESCRITOR JULIÁN HERBERT ha considerado que su novela Canción de tumba es un “arrullo de la vida que se va”. Se trata de un libro en el que comparte la relación con su madre y los aciagos días en los que estuvo en el hospital cuidándola, al tiempo que encontraba en la escritura una manera de lidiar con las emociones que sentía. Ahora esa historia tiene una nueva vida en el teatro con la obra Flores negras del destino nos apartan, que inicia funciones hoy en el Foro La Gruta, en la Ciudad de México.
Entre los boleros, un video grabado en Acapulco, donde vivió Guadalupe, la madre, y el teatro, la puesta en escena recrea las atmósferas plasmadas en la novela.
“Unas piezas son originales y otras inspiradas en los boleros, un personaje importante dentro de la puesta en escena y la novela es la música, entonces le pedí a Cristóbal MarYán una selección específica con base en la música que Julián Herbert usa. Traté de rescatar no solamente la anécdota de la novela sino la esencia, por eso era importante que todo lo cinematográfico estuviera, no se trata de una adaptación literal, sino adaptar las atmósferas en cuanto a lo sensorial”, detalló a La Razón la directora del montaje, Belén Aguilar.
En la obra de teatro, la madre, quien fue ex trabajadora sexual —personificada por la actriz Lorena Glinz— se hace presente a través de imágenes proyectadas como recuerdos que evoca su hijo —interpretado por José Juan Sánchez— durante su espera en el hospital, lo cual desencadena una serie de recuerdos y sentimientos.
“Aunque se trate de una historia muy personal, porque ese arrullo triste en este caso tiene nombre y apellido, el público puede identificarse. Algo que caracteriza a la escritura de Julián es el sentido del humor, aunque esté tocando temas difíciles. Gracias al sentido del humor se puede digerir el trago más amargo que implica tocar temas como la muerte”, comentó.
Flores negras del destino nos apartan, de la compañía El Mirador, se presenta hasta el 25 de abril.