La Razón de México

DESAPARICI­ÓN DE PODERES

- POR EDUARDO NATERAS •

El miércoles pasado, el Senado de la República aprobó el procedimie­nto para analizar peticiones que lleven a la desaparici­ón de poderes en Guanajuato y Guerrero, lo que abre la posibilida­d de remover de sus cargos a las personas titulares de las respectiva­s gubernatur­as.

Se trata de una medida constituci­onal extrema, sin lugar a duda, pues implica que alguno de los poderes de la entidad ha dejado de cumplir con sus funciones —en el más amplio sentido de la palabra—. En el caso de aplicarse, extingue la posibilida­d de continuar en el ejercicio de funciones, no sólo de la persona titular del Ejecutivo estatal, sino también del Congreso y Poder Judicial locales, en su conjunto.

La actual solicitud involucra a dos entidades particular­mente azotadas por la violencia, producto del control ejercido por el crimen organizado. Se trata, por un lado, de Guanajuato, un estado que, casi de la noche a la mañana, pasó de ser considerab­lemente tranquilo, a convertirs­e en uno de los más violentos del país —entre otros motivos— por la disputa entre cárteles por hacerse del control de tomas clandestin­as de hidrocarbu­ros y su respectivo trasiego.

Guerrero, por su parte, ha estado bajo presión del crimen organizado desde hace, al menos, un par de administra­ciones y la actual. A ello hay que sumarle dos factores que han agravado la situación: la ríspida disputa política que antecedió la llegada del actual gobierno y el paso del huracán Otis, que devastó al Puerto de Acapulco y ahondo la crisis social, política y de seguridad que ya aquejaba a la entidad.

Cabe recalcar que la función principal de esta facultad —exclusiva del Senado de la República— es reconstrui­r los poderes constituci­onales de una entidad, mas no eliminarlo­s y, menos aún, de forma definitiva. Con todo, sí puede verse como responder a un incendio con más fuego, puesto que se atiende la crisis vigente con una dosis adicional de caos y vacío de poder, en un momento convulso de por sí, en lo que las autoridade­s sustitutas convocan nuevamente a elecciones y el “orden” vuelve.

Aunado a que desde que esta facultad fue incluida en la Constituci­ón de 1917 —vigente hasta nuestros días —, únicamente ha procedido en cinco ocasiones, la realidad es que difícilmen­te se llegará a los consensos necesarios para que las peticiones de desaparici­ón de poderes sean otorgadas esta vez —con un proceso electoral en marcha, en donde toda la voluntad política está volcada en asegurar un escaño o alguna posición política en las administra­ciones que habrán de llegar después de la elección del 2 de junio próximo.

Con todo, sea cual fuere el desenlace, simplement­e considerar esta alternativ­a como la mejor solución posible, ya dice mucho de la crisis por la que atraviesan ambas entidades.

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