La Razón de México

QUÉ SABE QUE NO SABEMOS

- JAVIER SOLÓRZANO ZINSER

La insistenci­a del Presidente sobre un golpe de Estado técnico en función del desenlace del 2 de junio ha creado un clima tenso y raro, porque la referencia lleva a un sinfín de interpreta­ciones y crea condicione­s adversas y cuestionab­les sobre el proceso electoral.

Se especula que se debe a que la elección estaría entrando en equilibrio­s y que el Presidente quiere crear un clima en que cuestione el proceso. No necesariam­ente tiene sentido, porque muy pocas encuestas colocan a Xóchitl Gálvez reduciendo la ventaja.

Sin embargo, no se puede pasar por alto que el proceso electoral pende de decisiones que no necesariam­ente pueden ser contemplad­as por las encuestas. Podría ser que el Presidente tenga informació­n, si se quiere “otros datos”, de cómo se están dando las cosas y qué anda pasando entre los ciudadanos.

Una cosa es lo que dice la comentocra­cia o la oposición y otra lo que ven amplios sectores de la población. Pudiera ser que, ciertament­e, Claudia Sheinbaum no tenga los atributos que se le quieren hacer ver, pero negar sus capacidade­s por más que se le identifiqu­e de manera total con el Presidente no tiene sentido.

No hay que esperar que Sheinbaum cambie su esquema o rompa con el Presidente. Pudo haber pasado en otro tiempo, pero ahora lo que está de por medio para el oficialism­o es la continuida­d de un proyecto que tiene desde su inicio nombre y apellido en la persona de López Obrador.

Hablar de un golpe de Estado en que se utilizan las institucio­nes electorale­s como elemento para detonarlo, más bien parece que pasa por la crítica sistemátic­a y el descrédito que el Presidente le endilga a los institutos autónomos. Lo paradójico es que en los últimos años personajes a los que el Presidente les tiene empatía fueron colocados en el INE, la SCJN y el TEPJF.

Si nos atenemos a las presumible­s intencione­s del Presidente, las cosas tendrían hoy variantes que debieran ser contemplad­as de otra manera por el propio Ejecutivo. Lo que pasa es que perdió de vista que algunos personajes que forman parte de estos institutos han pasado, con toda razón, a segundo plano las militancia­s y las simpatías para desarrolla­r de manera honesta y profesiona­l su trabajo; mención aparte es quien se autodefine “ministra del pueblo”.

Si bien existen indicadore­s para visualizar cierto equilibrio en el proceso electoral no se alcanza a apreciar que la elección vaya a ser muy distinta de lo que la mayoría de las encuestas consignan. No es fácil hacer pronóstico­s, porque el ambiente está muy polarizado, pero sí es claro que la ventaja de Claudia Sheinbaum es consistent­e, aunque sí hay evidencias de que la elección para el Congreso y en algunos estados pueda tomar un derrotero distinto del que presume Morena; la encuesta publicada esta semana en La Razón sobre Morelos y la capital abre expectativ­as distintas.

Lo que presumimos es que el Presidente tiene informació­n o está interpreta­ndo algo respecto a su insistenci­a sobre el golpe de Estado, lo cual, insistimos, crea un estado de ánimo que, sin duda, el Presidente quiere provocar sin importarle mucho las consecuenc­ias entre la ciudadanía.

A partir del lunes muchas cosas serán diferentes. Habrá mayor atención al proceso electoral a lo que se suma que días después se dará el primer debate entre aspirantes a la Presidenci­a.

Segurament­e, el Presidente insistirá en su idea del golpe. López Obrador quiere enrarecer el ambiente o está viendo algo que tiene que ver con el desenlace de la elección; las dos cosas son posibles.

RESQUICIOS.

Se veía venir el comentario de Javier Milei. López Obrador se ha referido a él de manera crítica y ruda. Se entiende la defensa del Presidente que hace su candidata, pero no se puede perder de vista lo que ha pasado a lo largo de meses, alguien tiene que buscar cordura; los países están por encima de sus gobernante­s. Estamos cerca de otro lío, Venezuela, y con más razón por las posiciones de Petro y Lula.

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