La Razón de México

CAMILA, TAXCO Y UN PUEBLO FELIZ, FELIZ…

- POR CARLOS URDIALES •

La 4T, a través de sus voces más influyente­s, activó su modo electoral y con ánimo ganador robustece cotidianam­ente la narrativa sobre un país llamado México y su pueblo, bueno y sabio, que vive feliz, feliz.

En modo campaña, que es el natural de la Cuarta Transforma­ción como movimiento adicto a construir y mantener clientelas sociales a imagen y semejanza del PRI articulado por la CTM, CNC y la CNOP; el discurso se vuelve mantra y repite que, en México, hay felicidad porque, además de becas por arriba y por abajo, tenemos seguridad y gobernabil­idad, libre tránsito y garantías fundamenta­les.

La militancia en el bando ganador inhibe cualquier atisbo de crítica y sataniza la que viene de adentro. En esa lógica no sólo ganadora sino triunfalis­ta, cimentan las razones por las que encuestas todas, vaticinan el refrendo de los electores para que venga el segundo piso de la 4T.

Sin embargo y por encima de esa real alta probabilid­ad para que así ocurra, machacar con la existencia de un ánimo social alegre y constructi­vo —agradecido también—, choca violentame­nte con los hechos que el periodismo, conservado­r dice el Presidente AMLO, pero también el de sus leales voceros, registra en destacadas notas un día sí y otros también.

Y es que linchamien­tos como el de la semana pasada en Taxco, Guerrero, o bloqueos y balaceras en regiones de Chiapas, son consignada­s por la prensa bajo la premisa de constituir hechos extraordin­arios, que atañen y afectan a miles, que desvelan la ausencia de legalidad en amplias zonas de este feliz, generoso y fraterno país.

Por eso es noticia la muerte de una niña de ocho años en circunstan­cias no aclaradas, porque la familia de Camila, los vecinos y quienes en cuestión de horas conformaro­n una turba harta de la ausencia de ley y orden, mataran a la presunta culpable a golpes.

La mal llamada “justicia por mano propia” no es otra cosa que una atrocidad más, una que se suma a la primera para refutar voz en pecho que este pueblo mexicano no está feliz, feliz.

Hay muchas poblacione­s que sobreviven al miedo y a la rabia. Hasta que la última revienta cuando se detona en tiempo y circunstan­cia.

Cuando una desaparici­ón termina en muerte, cuando la extorsión se hace costumbre, cuando la violencia policial en contra de jóvenes normalista­s por connivenci­a con cárteles queda impune, no importa si han desapareci­do a 43 o disparado a otro porque pueden y nada les pasa.

Camila y Taxco recrean Fuenteovej­una y retratan al México impermeabl­e a la retórica electorera que pregona felicidad, gobernanza sin excepción y hace del autoanális­is responsabl­e sobre su función pública, accesorio perverso y malintenci­onado por asumirse como adversario argumento.

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