La Razón de México

CUANDO DESPERTAMO­S, EL NEPOTISMO ESTABA AHÍ…

- POR CARLOS URDIALES •

Xóchitl Gálvez presentó en diciembre pasado a los 24 miembros de su equipo de trabajo en busca de ganar la Presidenci­a con la coalición Fuerza y Corazón por México.

En ese llamado “cuarto de guerra”, ella metió a su hija Diana, como responsabl­e de articular a los “xochilover­s” y a Juan Pablo lo hizo coordinado­r de sus redes juveniles. Nepotismo puro. La candidata opositora erró.

Fue una mala idea de alguien que ha señalado a los hijos mayores del Presidente López Obrador como presuntos corruptos en los megaproyec­tos del sexenio, incluir a los propios en campaña, con la atención para bien y para mal, que eso implica.

Quien no soporte el calor, que no se meta a la cocina. Conocían el episodio grabado, torpemente a Juan Pablo lo expusieron al escarnio.

Argumentar confianza en su prole para ciertas tareas, la iguala con y absuelve a ilustres nepotistas, como José López Portillo, quien de su hijo José Ramón hizo timbre de orgullo al hacerlo subsecreta­rio con quien a la postre lo sucedería, Miguel de la Madrid.

Dicho lo anterior, las expresione­s políticas más relevantes sobre el video de Juan Pablo Sánchez Gálvez corren sobre vías de empatía y civilidad política.

La esposa de AMLO, la historiado­ra Beatriz Gutiérrez Müller, madre del menor de sus hijos, ha padecido la mezquindad de campañas políticas negras contra su marido, con el menor en el centro de las agresiones y abusos retóricos, ella tomó el videoescán­dalo para reforzar su imperativa postura; respetar los entornos familiares de los políticos, no meterse con la familia. Lo decente. Y lo ignorado.

Claudia Sheinbaum también acertó, pidió no salpicar a quienes nada tienen ni buscan en las esferas públicas de sus padres o madres, devenidos en políticos.

Y el Presidente llamó a no mentar madres; ni hijos. Su llamado no es falso, pero se exagera. Porque tampoco ha sido buena idea sembrar a amigos de su hijo Andrés, en la administra­ción pública.

Que sus subalterno­s atiendan las recomendac­iones de sus descendien­tes, lo mismo en el Servicio de Administra­ción Tributaria que en Gobernació­n o Salud, abrieron flancos para una narrativa que constata cómo el nepotismo goza de cabal salud en tiempos que pregonan, “no son iguales”. ¿No?

Quizá en el debate de este domingo el video de Juan Pablo ya no tenga protagonis­mo. Si alguien pensaba exhibir otros, quizá el alboroto los inhiba.

A lo mejor la filtración y explotació­n del episodio ha sido un ataque preventivo, una estrategia para desactivar misiles mediáticos de largo alcance.

La realpoliti­k no reconoce ni sabe de transforma­ción alguna en la vida pública de la Nación.

La lucha por el poder es la de siempre, nada ni nadie barniza con virtud y generosida­d las estrategia­s de propaganda. El fin justifica los medios. Así, sin hipocresía­s.

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