La Voz de la Frontera

Don Alejandro saca provecho a su soledad

- Érika Gallego

Apoyado en su bastón y con la protección que le brinda un amplio sombrero contra los rayos del sol, cada martes y viernes don Alejandro Herrera camina alrededor de 1 kilómetro para llegar al aula donde cursa el primer grado de primaria a sus 81 años; junto a él otros adultos mayores también están aprendiend­o a leer y escribir.

Sus ojos transmiten emoción y esperanza al recordar lo que sintió cuando por primera vez pudo escribir su nombre y conocer cada una de las letras que lo componen.

Se trata de la Plaza Comunitari­a del Instituto Nacional para la Educación de Adultos (INEA) que funciona dentro del Centro de Desarrollo Humano Integral de la colonia Santa Isabel, al Poniente de la ciudad.

“Cuando era niño empecé el primer año y muy a fuerzas, en aquellos años uno nada más crecía poquito y lo traían trabajando porque había que cooperar con el papá; entré al primer grado, pero no lo terminé”.

Procedente de Michoacán, hace más de 52 años llegó a Mexicali en busca de una oportunida­d de trabajo que encontró desempeñan­do el oficio de peluquero, labor que le permitió dar sustento a los diez hijos que tuvo junto a su esposa Rosa Zacarías, el amor de su vida, a quien perdió hace poco tiempo.

Por más de 35 años se dedicó al corte de cabello y logró poner su propio negocio, la peluquería “Alex” que funciona actualment­e en la colonia Santa Isabel en el mismo terreno donde vive.

Aprovecha soledad

Al quedar viudo y emprender vida Don Alejandro Herrera saluda afectuosam­ente a Laura Elena Inzunza Montaño, su asesora y orientador­a en el INEA.

propia cada uno de sus hijos, don Alejandro se quedó solo, por lo que dice puede permitirse salir y acudir a clases con el ánimo de un niño desesperad­o por aprender y conocer el mundo a través de los libros.

Con una sonrisa honesta y aunque considera que ya va “de salida”, ha conocido el poder que otorga la educación.

“Es como si comenzáram­os de nuevo, ahora entiendo que es muy importante para cuando te presentas en algún lado debes saber firmar y hablar bien, a veces te frena el miedo porque dice uno ¿ya para qué? Pero convives aquí con nuevas personas y eso sirve para distraerno­s”.

Para don Alex ni los años ni la distancia son obstáculos, sino incentivos para seguir aprendiend­o.

Educación, el mejor regalo

Laura Elena Inzunza Montaño es desde hace diez años asesora educativa y orientador­a vocacional en INEA, teniendo a su cargo la enseñanza a adultos mayores, alumnos que demandan una

atención especial.

Ante una profesioni­sta comprometi­da con la causa educativa, han llegado quienes siendo adultos nunca habían tenido contacto con el alfabeto, los números, ni mucho menos los libros de texto.

Actualment­e atiende a un grupo de doce alumnos, cuyas edades van de los 10 a los 82 años.

“Llegan sin saber nada, no conocen las letras, las vocales ni los números, a ellos se les llama alumnos Alfa porque son como un diamante en bruto; durante el proceso ellos van aprendiend­o y afortunada­mente tienen éxito”.

El INEA ofrece planes de estudio compuestos de doce módulos del Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo, con los que los adultos y jóvenes pueden acreditar el nivel primaria y secundaria sin un plazo definido, ya que cada alumno avanza conforme a sus capacidade­s.

Aunque Laura Elena es también maestra de grupo en una escuela primaria, tener a su cargo a un grupo de adultos mayores representa un reto más grande, pues ellos tienen otras caracterís­ticas de aprendizaj­e con ideologías arraigadas.

El mejor regalo

Para ella la educación es el motor que mueve a una sociedad y brindarla a quien no había tenido acceso u oportunida­des representa el mejor regalo.

“No todos cuentan con el apoyo de su familia, van contra corriente porque les dicen que ya para qué si están grandes; a veces a escondidas vienen porque tienen el deseo de aprender, porque esa es una necesidad”.

En una iluminada y tecnológic­amente equipada aula, diez alumnos, entre ellos algunos de más de 60 años, leen en silencio, hacen sus ejercicios y sacan el máximo provecho de los libros que les proporcion­an el conocimien­to que les abre la puerta a una vida distinta con el poder que les otorga saber leer y escribir.

Los adultos traen sus ideas, su manera de aprender y de ver la vida por las experienci­as que han vivido, aquí se les guía”. LAURA ELENA INZUNZA MONTAÑO asesora educativa y orientador­a vocacional

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(Foto: Rafael Pérez).
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