Olvidan a los migrantes de Centroamérica
No hay una cifra oficial, pero a diario decenas de centroamericanos llegan a Mexicali en su intento por cruzar la frontera hacia Estados Unidos
Baja California se enfrenta cada día a dos fenómenos migratorios, el de los connaciones que vuelven al país a través de esta frontera tras ser deportados y el otro, el de los centroamericanos que llegan en su búsqueda del sueño americano tras vivir un verdadero viacrucis.
Aunque no hay una cifra oficial, los albergues y centros de apoyo a migrantes como el comedor Cáritas de Mexicali reciben diario a decenas de migrantes procedentes de Honduras, El Salvador o Guatemala, como Pablo que llegó a esta ciudad después de un largo viaje que incluyó hambre y dos secuestros.
Su camino hacia el Norte inició el 21 de junio cuando llegó hasta el Río Suchiate, la frontera natural entre México y Guatemala en donde pagó 10 quetzales -25 pesos mexicanos- por abordar la balsa que sin ningún filtro lo pasó de un país a otro.
“De la balsa llegué a Hidalgo, Chiapas, ahí pagué 30 pesos en una combi para llegar a Tapachula, se tiene que tener cuidado porque anda Migración, de ahí ya para el Norte hay que tener más cuidado porque salen bandidos”.
“Me secuestraron dos veces junto con otros centroamericanos, nos golpearon y pedían 100 mil pesos para liberarnos, el dinero lo pagó el papá de uno de ellos desde Estados Unidos y nos dejaron ir a los tres”.
Pablo siguió su camino y llegó hasta Veracruz donde tramitó un permiso ante el Instituto Nacional de Migración (Inami) y a partir de ahí comenzó su camino hacia el Norte.
“Me tardé más porque no quise subir al tren, llegaba a otros lugares y buscaba trabajo hasta juntar para el camión y así llegué hasta aquí”.
Más o menos la misma ruta siguió Juan Antonio, quien desde Honduras decidió por cuarta vez cruzar la frontera hacia Estados Unidos, viajando desde Chiapas hasta Mexicali a bordo del tren, trayecto que le tomó 21 días.
“Llegué a Palenque, Chiapas de ahí a Coatzacoalcos, Veracruz ahí te subes al tren y solo llevas dinero para la comida y el agua, hubo unos pedazos que avancé en autobús, pero es más barato en tren”.
La primera vez que Juan Antonio cruzó la frontera fue por Laredo, Tamaulipas y ahora busca hacerlo por Los Algodones, donde pagará más de 1 mil dólares a un “pollero” que lo guíe hasta el lado americano.