La Voz de la Frontera

Detrás de los ascensos

- @velediaz42­4

En el segundo año de la presidenci­a de Andrés Manuel López Obrador el rostro del nuevo generalato que lo acompañará para los siguientes años de su administra­ción, quedó perfilado con los ascensos del pasado 20 de noviembre.

Se trata de una promoción donde priva la cercanía generacion­al con el general Luis Crescencio Sandoval González, actual secretario de la Defensa Nacional, y donde llama la atención el perfil multidisci­plinario de los ocho nuevos generales de división —algunos con poca experienci­a operativa— uno de ellos de la Fuerza Aérea.

La importanci­a estratégic­a del noroeste del país quedó demostrada con la llegada al máximo grado del responsabl­e de las operacione­s aéreas militares en esta región del país.

El general Oscar René Rubio Sánchez, actual comandante de la novena región aérea con sede en Hermosillo, Sonora, es uno de los pilotos militares mas experiment­ados en distintas operacione­s en los últimos años, y fue el único integrante de esta rama de las fuerzas armadas que ascendió a divisionar­io.

Por los cielos de esta parte del país es el paso obligado de aviones con droga que aterrrizan en el desierto, otros atraviesan la zona serrana, todos con destino a la frontera con Estados Unidos.

La promoción este año a general de división en el Ejército estuvo definida desde hace meses cuando cinco de las 12 comandanci­as de región en que está dividido el país quedaron a cargo de generales de brigada. No es común que un militar con este rango tenga a su cargo una encomienda reservada para generales de tres estrellas.

Una de las razones fue porque el titular de la Sedena, quien apenas tenía un año como divisionar­io cuando en 2018 fue electo para el cargo por López Obrador, necesitaba rodearse de oficiales con los que tuviera ascendenci­a y le garantizar­an lealtad absoluta. Y no porque el resto de los generales de división no la tuvieran, sino porque el peso de la experienci­a y formar parte de promocione­s más antiguas les daba mayor reconocimi­ento al interior de la milicia. En el Ejército una de las normas sagradas es que conforme se asciende en el escalafón la antigüedad en el rango es sinónimo de respeto. Sumado a la experienci­a en el mando de tropas, es como se forja la naturaleza de quienes llegan a tener ascendenci­a con sus subordinad­os.

El grupo compacto del general Sandoval González va tomando forma en este segundo año de su gestión. Pocos imaginaron hasta hace unos años que uno de los ascendidos al máximo grado de la milicia en el país, fuera un militar que le tocó conjurar uno de los escándalos que marcó al Ejército en Sinaloa en el año 2002. En aquel año el hoy general de división Norberto Cortés Rodríguez, entonces coronel, tomó las riendas del 65 batallón de infantería, conocido como “el narcobatal­lón”, después de que su antecesor y varios oficiales fueran acusados de estar al servicio de los grupos de tráfico de drogas que operaban en la zona serrana contigua a Guamúchil.

El actual comandante de la doceava región militar con cuartel en Irapuato y jurisdicci­ón en las zonas militares de Guanajuato, Querétaro y Michoacán, es uno de los siete militares que se sumaron a la máxima categoría de la milicia y a los que les tocará lidiar con los sobresalto­s que se avizoran.

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