La Voz de la Frontera

VIOLENCIA DURANTE LA PRIMERA INFANCIA

El hogar es el sitio donde con más frecuencia se ejerce el maltrato infantil, viene de parte de las figuras de autoridad como madres y padres, abuelos, tías y personas que están a cargo del cuidado

- NATALIA BOJORGE/ Coordinaci­ón Pacto por la Primera Infancia

“Pasa todos los días, hay que hablar de maltrato infantil. La realidad en nuestro país es que un número alarmante de niñas y niños que, desde que son bebés, son sujetos de algún tipo de violencia”, así lo afirma Rodrigo Garher, director general de Agenda Cero, organizaci­ón civil dedicada a la prevención de la violencia en México.

El especialis­ta agrega que el hogar es el sitio donde con más frecuencia se ejerce, y viene de parte de las figuras de autoridad como las madres y padres, abuelos, tías y otras personas que están a cargo del cuidado de las niñas y los niños. Y detalla que la gravedad y la frecuencia con la que se presenta es mayor a lo que podríamos imaginar, y cuando se ejerce algún tipo de violencia se manifiesta de manera simultánea con una o más modalidade­s de ella, por ejemplo, cuando se usa la agresión física como método de disciplina se puede acompañar de violencia emocional o en el caso del tipo sexual, también se ejerce la física o emocional.

IMPACTO EN EL DESARROLLO

Rodrigo Garher explica que existen siete tipos de violencia: de forma verbal, psicológic­a o emocional, física, es decir que se lesiona a nivel corporal. También estan las agresiones de género, sexual, por negligenci­a e institucio­nal.

“Sabemos por la evidencia científica que el hecho de que las niñas y niños vivan maltrato durante su primera infancia, es decir entre los 0 y 6 años de edad, además de afectar su salud emocional, también impacta de modo negativo el desarrollo de su cerebro y esto tiene consecuenc­ias a lo largo de su vida”.

Por otro lado, afirma, el impacto negativo es enorme, tanto a nivel del desarrollo emocional como físico, destacando que hay un gran número de consecuenc­ias como no reconocer emociones básicas, sentir insegurida­d y desconfian­za hacia las personas adultas, síntomas somáticos, dificultad para dormir o concentras­e, incluso, problemas para el logro del aprendizaj­e esperado por su edad; mientras que a nivel físico se pueden presentar lesiones, fracturas, y de manera muy importante, subrayó el director de Agenda Cero, la afectación en el desarrollo cerebral.

VOCES DE TRES FAMILIAS

Dos mujeres y un hombre nos compartier­on su experienci­a de haber vivido en un ambiente de violencia con sus hijas e hijos, desde su rol de mamás y papá, así como la afectación que detectan en sus familias.

Andrea M. Recuerdo una vez que íbamos en el auto, mi bebé tenía 5 o 6 meses de edad e iba sentada en la sillita de atrás, cuando su papá y yo comenzamos a pelear. Él se orilló para continuar la discusión y yo volteé a ver a Andrea porque lloraba tan fuerte que me asustó, sentí que su miedo y enojo eran más grandes que lo que yo vivía… desde entonces lloro por las dos”.

Adriana comparte que, tras una pelea en la que ambos tenían serias lesiones físicas, se separó definitiva­mente de su pareja. “Tras la ruptura, yo comencé a recibir ayuda psicológic­a, y fue entonces cuando entendí que Andrea estaba muy afectada por haber crecido en un ambiente así; esa es mi vergüenza y mayor dolor”, finaliza.

Jonathan L. “Desde el nacimiento de mi hijo Jonathan todo fue contra corriente, mi esposa no estuvo bien, era como si nunca se hubiera recuperado; se desesperab­a con él, era impaciente, le gritaba todo el tiempo, no lo quería ni cargar y se quejaba de su maternidad. Una vez que llegué a la casa, ella lloraba en el suelo frente al clóset, y Jonathan estaba en el bambineto, adentro del clóset – hace una pausa, exhala y continúa- “me enojé con ella, le grité, yo no sabía qué hacer… la pediatra revisó a Jonathan y él estaba bien, sin golpes, ni lesiones físicas, me dijo que era urgente que mi esposa se atendiera psicológic­amente, ya que tenía claras señales de depresión. ¿Cómo iba a estar bien mi hijo si su mamá estaba tan mal, tan enferma?, ahora, ella y yo recibimos terapia, y en lo más profundo de mí espero que Jonathan no recuerde nada de lo que le pasó en sus primeros meses de vida”.

Tania A. “Desde que supe que estaba embarazada mi esposo era insistente que quería que fuera niño. Cuando fuimos al segundo ultrasonid­o, él le dijo a la doctora ´quiero saber si es niño´. No le preguntó si mi bebé estaba bien o si el embarazo estaba saludable, solo quería confirmar que fuera varón. Cuando la doctora le dijo que era muy probable que fuera niña, su cara de desilusión fue terrible, me hizo sentir triste y a la vez, muy enojada; como si algo hubiéramos hecho muy mal… es un enojo que quedó sembrado en el corazón de las dos. Me costó muchas horas de llanto superarlo”, dice Beatriz, quien reconoce que siempre recibió maltrato verbal por parte de su expareja: “Siempre nos hizo sentir menos. Tanía tenía 4 años cuando él decidió irse a vivir a otra parte, y nosotras pudimos comenzar a sanar”.

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/FOTOS: ROBERTO HERNANDEZ México es el primer lugar de violencia y abuso infantil en la OCDE; este se da más durante su primera infancia, entre los 0 y 6 años
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