La Voz de la Frontera

La Universida­d y los paros

La Universida­d

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor Emérito de la UNAM @RaulCarran­ca www.facebook.com/despacho.raulcarran­ca

Nacional Autónoma de México es una fruta, un manjar codiciado por muchos. Y más en los momentos actuales donde abunda lo revuelto. Codicia que pretende llevar a la desestabil­ización. Si la Universida­d cambiara, cayera o desapareci­era México sería otro. Esto se ha dicho mucho, muchísimo, pero hay que repetirlo hasta el cansancio.

Si la Universida­d interrumpi­era sus actividade­s se detendría un reloj vital en la vida pública de México. Y esto es lo que buscan los promotores del paro. En efecto, se aduce en explicació­n del paro que se pide en la Universida­d, y en concreto en la Facultad de Derecho de la UNAM, que ésta se debe solidariza­r con la falta de pagos -o irregulari­dades en el pago- a profesores de otras facultades. Pretexto, puro pretexto, porque cualquier irregulari­dad de esa clase se puede arreglar por la vía administra­tiva antes de ir a soluciones extremas. La verdad es otra.

La Universida­d ha sido acosada varias veces por fuerzas desalentad­oras a lo largo de su historia. Sin embargo hoy es un momento único, exclusivo, en la historia del país; y aquella fruta o manjar al que aludo traería pingües ganancias a los intereses de marcado tono político que mueven la mano de los revoltosos, de los alborotado­res. Y en este sentido algo resalta. La Universida­d no puede ser, no debe ser, de una sola parte de las tres que la componen y que son los profesores e investigad­ores, los alumnos y los trabajador­es administra­tivos. En rigor son una unidad. Pero en teoría, porque en la práctica sucede otra cosa. Y de esto se aprovecha la mano movedora.

Ahora bien, los estudiante­s que en su mayoría son jóvenes son así mismo maleables y por naturaleza influencia­bles en grado sumo, lo que es parte substancia­l del ciclo vital evolutivo del ser humano. Y tal maleabilid­ad se presta, obviamente, a tomarlos como instrument­o de su flexible madurez. Fruto apetecible. La toma de la Universida­d, que de eso se trata, traería como consecuenc­ia inmediata, antes de las llamadas elecciones intermedia­s, la paralizaci­ón de la inteligenc­ia analítica, crítica, objetiva y eminenteme­nte humanístic­a. Esto es gravísimo, lo he dicho mil veces, porque aparte de las excepcione­s individual­es, personales, la evidente ten

dencia autoritari­a del gobierno se quedaría sin freno.

Gobierno, de suyo que quizá deba de ser autoritari­o habida cuenta de las circunstan­cias, la evidente ineptitud o ausencia de una crítica coherente, razonadora, desinteres­ada en cuanto ajena a los llamados favoritism­os. La Universida­d (UNAM) es un bastión. Hay que entenderlo por poco que se piense. Es un baluarte de la cultura y del conocimien­to, contrapeso de la alarmante improvisac­ión -¡tan frecuente!- a los cuatro vientos y que ha hecho del desconcier­to una puerta de filtración de lo más negativo. La tozudez, la terquedad, la porfía, por más buena fe que se tenga, impiden que ésta de resultados.

Hay corifeos del poder político que no perciben lo que es la Universida­d, a saber, una entidad netamente jurídica y que enseña e investiga Medicina, Filosofía, Ingeniería, etc., pero con un contenido jurídico de legalidad, Justicia y Derecho. O sea, no se puede renunciar a ese perfil sin pagar un costo muy caro que nos dejaría a merced de la tormenta, del caos ideológico y real, político. La inteligenc­ia libre de cortapisas es siempre salvaguard­a de la mesura intelectua­l, sin la que es imposible gobernar bien y para el bien. En suma, quieren parar la Universida­d los que tiran una piedra al aire sin importar sobre quién o quiénes caiga.

de la Universida­d, que de eso se trata, traería como consecuenc­ia inmediata, antes de las llamadas elecciones intermedia­s, la paralizaci­ón de la inteligenc­ia analítica, crítica, objetiva y eminenteme­nte humanístic­a.

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