La Voz de la Frontera

HURGA EN EL PASADO DE UN AMIGO

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Mirar al pasado, un acto genuino de memoria, es comprender­se a uno mismo en el presente, y es la literatura el mecanismo que permite mirar de frente a los antepasado­s y volver al tiempo anterior. Así lo considera el novelista Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) quien en su más reciente novela Volver la vista atrás (Alfaguara) revuelca el pasado del cineasta colombiano Sergio Cabrera para conocerlo hoy y, al tiempo, comprender la condición actual de Colombia e incluso de Latinoamér­ica.

Para Vásquez la vida de su amigo Sergio sirve de pretexto para dar cuenta de la historia de América Latina en un momento crucial: cuando las ideologías y movimiento­s de los años 50 y 60 del siglo XX siguen ancladas al pensamient­o presente. Entonces hurgar en los recuerdos de Cabrera no es hacer una biografía de él sino llevarlo como guía a un pasado más grande, el de una sociedad que lucha entre las revolucion­es pasadas y el aparente progreso presente.

“El pasado es un territorio muy misterioso que tiene la caracterís­tica tan extraña que sólo podemos acceder a él contando historias, cuentos… lo que nos permite

saber dónde estamos y es muy útil políticame­nte: la posibilida­d de imponer la versión que les conviene del pasado es algo en lo que los políticos invierten mucho tiempo. La literatura es el lugar donde nosotros los ciudadanos tratamos de dar nuestra versión del pasado y es inmensamen­te necesario como decía Carlos Fuentes: ‘No hay futuro vivo con un pasado muerto’, reflexiona Vásquez en entrevista con El Sol de México.

El también autor de Las formas de las ruinas explica que Sergio Cabrera es su amigo desde hace tiempo y en sus charlas informales encontraba interesant­e su vida por los tintes políticos, por sus hazañas en la guerrilla colombiana y la relación ambigua con su padre Fausto Cabrera, actor de cine, televisión y teatro. En 2013, el cineasta vivió una crisis triple: la separación con su esposa, la muerte de su padre y el rechazo de Colombia de los acuerdos de paz.

“Entonces descubrí que su vida era mucho más que una gran aventura, explicaba la influencia de las ideologías políticas en lo privado, y es lo que siempre he tratado de hacer en mis libros, todos mis libros de alguna manera tratan de contar ese espacio en el que las vidas privadas se ven arrastrada­s por los grandes movimiento­s de la historia”, añade el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2011.

La novela comienza cuando la Filmoteca de Cataluña invita a Sergio Cabrera a realizar una retrospect­iva de su obra. Ese acto de mirar su trabajo anterior lo lleva por el pasado personal que reflexiona sobre quien es hoy. Sobre su decisión de entrar a la guerrilla colombiana en 1969, con sólo 19 años de edad, más que una opción personal fue un acto impulsado por su tío abuelo quien peleó con los republican­os en la Guerra Civil Española o cuando Fausto Cabrera, su padre, pasó hambre en República Dominicana huyendo de la revolución.

“Todos esos momentos del pasado de su familia habían provocado de alguna manera las decisiones en su vida y a mí e esa manera que tiene la historia de nuest tros antepasado­s de moldear nuestras vid das presentes me dejó muy impresiona­d do”, afirma Vásquez.

En la novela, Fausto Cabrera tiene un p papel fundamenta­l, pues influye, directa o i indirectam­ente en el cineasta. Desde su v vida personal y profesiona­l hasta su actos p públicos y políticos, como su participac­ión e en la guerrilla colombiana. El escritor afirm ma que el actor español radicado en Col lombia llevó a su familia al cumplimien­to de su misión personal: hacer la revolución.

El autor describe las ideologías y movimiento­s de los años 50 y 60 del siglo XX

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