La Voz de la Frontera

Migración: el dolor de un calvario

Las escenas

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

son desgarrado­ras. Madres con niños en brazos, mientras de la mano arrastran a otro pequeñito; caras de hambre, de profundo dolor, en jóvenes que ya tienen los surcos del calvario labrados en el rostro. Raquitismo, ojos febriles, piel quemada por el sol y pies destrozado­s por las ámpulas de las largas caminatas.

Se lanzan a un infierno del que ni siquiera saben si van a salir, lo que lleva a pensar en los tamaños del que salieron. Se juegan la vida con la esperanza de hacer realidad el conseguir mejores condicione­s. Las corrientes migratoria­s crecen en todo el mundo. Hay quien deja su terruño por hambre y por temor a la violencia; otros huyen de guerras, persecucio­nes y conflictos internos que dejan miles de muertos. El Orbe está plagado de tragedias económicas, políticas y sociales, que obligan a moverse a un cada vez mayor número de personas.

Un problema sin solución, al que más gobiernos tienen que enfrentars­e. Es irresolubl­e porque, las "tierras prometidas", a las que tantos aspiran a llegar, pierden capacidad para recibirlos, sea por su economía, por el rechazo de sus habitantes o la renuencia de sus gobernante­s.

La desigualda­d se generaliza y son pocos los enclaves en los que hay equidad. Donde la pobreza es mínima y la administra­ción pública ofrece ayudas excepciona­les para permitir una sobreviven­cia digna. Algunos países de la vieja Europa ejemplific­an lo que debería ser connatural al resto del planeta.

Existe la seguridad social y se tiene acceso a la educación, la vivienda, la alimentaci­ón y la salud. Son garbanzo de a libra frente a continente­s como el africano o las realidades de América.

Joe Biden llegó con un gran ímpetu por paliar los sentimient­os xenófobos, de odio hacia los extranjero­s, impulsados desde la bocaza Trumpiana. Miró hacia los "dreamers", los más de cien mil "hispanos" que llegaron de pequeños a la que consideran su patria, pero siempre indocument­ados y en la mira de la autoridad migratoria. Buscó de entrada que se les reconozca y dote de papeles.

Llamó a permitir la "entrada ordenada" de los miles que tratan de cruzar la frontera, desde México. El cruel convenio con el amiguete del tlatoani, Trump, hizo que el

tabasqueño desplazara a la guardia nacional a la frontera sur, para detener el intento de las enormes caravanas. Lo consiguió hasta que salió de la Casa Blanca, el peor presidente de Estados Unidos, pero cercanísim­o al populista de Palacio.

En una especie de revanchism­o, AMLO abrió lo que ahora tiene que cerrar, en vista de su incapacida­d para adquirir vacunas contra el Covid, las que mendigó a Biden, aunque el intercambi­o tuvo precio.

Por humanista que sea un gobierno, un mandatario, se requiere una migración ordenada, que a la vez evite que entren al país fugitivos de la justicia y delincuent­es indeseable­s. Se necesitan controles para apoyar a los que llegan y darles un trato digno y conforme a Derechos Humanos.

AMLO insiste en que con la ayuda monetaria a Centroamér­ica –como la que dio- se frenarán estas olas: quimera pura. Estas naciones tienen tales precarieda­des que ni se solucionan regalándol­es dinero ni tienen solución a corto plazo (Solo organizánd­oles un plan de desarrollo, que abarque todos los aspectos del acontecer nacional, medio único para conseguir que se queden donde nacieron).

Una tragedia actual, de una humanidad doliente que solo busca se le trate con dignidad.

en que con la ayuda monetaria a Centroamér­ica –como la que dio- se frenarán estas olas: quimera pura. Estas naciones tienen tales precarieda­des que ni se solucionan regalándol­es dinero ni tienen solución a corto plazo (Solo organizánd­oles un plan de desarrollo, que abarque todos los aspectos).

AMLO insiste

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