Sin rasguños ni cañonazos
NEUTRALIZAR EL ESTILO DE JUEGO DE LOS ZORROS Y LOS PUNTOS SE DIVIDIERON EN EL
embargo, no trascendió la acción, alcanzó a ser bien cortada antes de que la jugada tuviera de verdadero peligro.
El juego comenzó a ensuciarse poco a poco en el centro del terreno de juego, la constante fue meter el pie duro y Atlas lo pagó caro con tres amonestaciones.
La siguiente aproximación volvió a ser de los rojinegros. Ante la dificultad para entrar al área, Renato Ibarra se animó a sacar un escopetazo colocado hacia el segundo poste. El meta mazatleco voló y evitó la caída de su marco. Un golazo se quedó a nada de ser gritado.
En la recta final llegó la polémica. Fernando Aristeguieta remató machucado en el área, la jugada fue tan accidentada que el balón impactó en la mano de un zaguero atlista que estaba cayéndose y los reclamos no se hicieron esperar ante el silbante, quien consideró que la mano no fue deliberada.
El complemento se convirtió en un auténtico trámite, las condiciones del partido fueron muy similares a las del primer tiempo y apenas hubo una llegada de la visita que terminó en una impresionante atajada de Ricardo Gutiérrez. No hubo más en el partido, Atlas desaprovechó la oportunidad de subirse al top cuatro de la clasificación.
Las esperanzas de Necaxa por un puesto en el repechaje fueron electrocutadas en su propia casa. Los Rayos no tuvieron puntería, incluso fallaron un penalti y no pasaron del empate ante un débil Querétaro.
Los Gallos, por su parte, siguen sin cantar de visita y pusieron en peligro su lugar. Al término de la jornada 15 podrían quedar fuera de zona de honor. 0-0 final
El juego fue bastante cerrado, con poca generación en el ataque. Los porteros no fueron exigidos ni una vez. Eso sí, fue un cotejo muy golpeado. Literalmente, Gallos fue de pelea y Necaxa no se quedó atrás. Lo más relevante en 45 minutos, por increíble que parezca, fueron dos patadas arteras. Una fue de Luis Valencia, quien en su afán de despeje, le clavó los tachones a Jairo González. Y la otra fue del lateral Omar Mendoza a Rodrigo Aguirre.
En cuanto al juego, poco y nada. Los queretanos aguantaron, buscaron un error de su rival, el cual nunca llegó. Al igual que los hidrocálidos, mostraron poca ambición por abrir el marcador. Incluso parecieron conformes con la igualada.
El complemento fue mejor. Los rojiblancos no cambiaron de sistema y siguieron con la presión. Esa insistencia estuvo cerca de rendir frutos. Una mano de Omar Mendoza, que tuvo que ser verificada por el VAR, fue una oportunidad inmejorable para que el local electrocutara a su rival emplumado. Rodrigo Aguirre tomó el balón, se le vio confiado, pero erró su disparo desde los once pasos. El poste le negó su primer festejó y la presión aumentó en el uruguayo.
Necaxa peleó, tomó el control de forma absoluta. Gallos quiso cantar de último momento, pero el empate sin goles y el aburrimiento en el Victoria no cambió. /