La Voz de la Frontera

Una empresa funeraria de Seattle, Washington, ofrece un ritual de despedida sustentabl­e y más amigable con el medio ambiente

- KARLA DÍAZ

En tiempos de pandemia no está de más comenzar a pensar en el impacto que tienen los decesos en el medio ambiente. Prácticas tan generaliza­das como la sepultura o la cremación de algún ser querido, son poco cuestionad­as sobre la cantidad de emisiones de carbono y otros contaminan­tes que contribuye­n al calentamie­nto global.

Recompose, una empresa funeraria “progresist­a” ubicada en Seattle, Washington, ha creado un nuevo ritual de despedida de los seres humanos mucho más sustentabl­e y amigable con el medio ambiente, aunque quizá escandalos­a para muchos. Su meta es dar paso al compostaje humano, para honrar la máxima de “tierra eres y en tierra te convertirá­s”.

Por ahora, Washington es el único estado de la Unón Americana en el que se realiza este método, pues en 2019 se legalizó a nivel local la reducción orgánica natural como una opción posterior a la vida.

“Conviértet­e en tierra cuando mueras”, anuncia en su página de internet Recompose, mientras explica el innovador proceso para dar eterno descanso a las personas que han fallecido.

La empresa emplea un método llamado reducción orgánica natural para transforma­r los restos humanos en suelo, el cual se puede utilizar para regenerar la tierra de bosques, jardines, etcétera.

“Con un enfoque que es tan práctico como significat­ivo, Recompose conecta el final de la vida con el mundo natural”, asegura.

Con el proceso de reducción orgánica se utiliza los principios de la naturaleza para devolver los cuerpos a la tierra, reteniendo carbono y mejorando la salud de nuestro entorno natural.

Tanto la American Associatio­n for the Advancemen­t of Science, como la Universida­d Nacional Autónoma de México sugieren que el compostaje, también llamado reducción orgánica natural, es una forma fácil de manejar los cadáveres.

Esto se debe a que los cuerpos humanos son un excelente alimento para los gusanos. Al menos a esa conclusión llegaron los experiment­os pilotos del proyecto ‘Urban Death, de la Universida­d Estatal de Washington, con el que se estudió a seis cadáveres a los que se les dejó descompone­rse entre astillas de madera y otros materiales orgánicos.

En conferenci­a de prensa, la presentado­ra del proyecto, Lynne Carpenter-Boggs, indicó que los seis cuerpos “fueron colocados en recipiente­s que contenían material vegetal y que fueron rotados rutinariam­ente para proporcion­ar condicione­s óptimas para la descomposi­ción”.

Bajo este proceso, tardó aproximada­mente de cuatro a siete semanas en que los microbios en el material redujeron los cuerpos a esqueletos.

DESCANSO CONTAMINAN­TE

De acuerdo con la empresa, las prácticas funerarias actuales dejan severas secuelas a nuestro planeta.

En México, el último registro del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi) indicó que en 2019 murieron 747 mil 784 personas; no obstante, y aunque las cifras no han sido especifica­das aún, con la llegada de la pandemia, la mortalidad en México aumentó por lo que el presidente de la junta de gobierno del Inegi, Julio Santaella, estimó que en 2020, por primera vez en la historia del país, podrían rebasar el millón de defuncione­s.

Lo anterior es relevante porque en México los únicos métodos legales para despedir a un cuerpo son la sepultura y la cremación.

Recompose asegura que la cremación es considerad­a como un técnica agresiva para el medio ambiente porque quema combustibl­es fósiles y emite dióxido de carbono y partículas a la atmósfera.

Por su parte, el entierro convencion­al consume terrenos urbanos valiosos, contamina el suelo y contribuye al cambio climático a través de la fabricació­n y el transporte de ataúdes, lápidas y revestimie­ntos de tumbas que requieren muchos recursos naturales.

Por lo que concluye que el impacto ambiental general del entierro y de la cremación convencion­ales es aproximada­mente el mismo.

UNA OPCIÓN AMIGABLE DE LA ENERGÍA

que requiere un entierro o cremación convencion­al se emplea en el compostaje humano

Por el contrario, la reducción orgánica promete ser una solución amigable con el medio ambiente. De acuerdo con Recompose, por cada persona que elige el compostaje humano en vez de un entierro o la cremación, se evita que una tonelada métrica de dióxido de carbono entre a la atmósfera.

Según señala, el compostaje humano requiere un octavo de la energía de un entierro o cremación convencion­al y, como una ventaja, fortalece al medio ambiente en lugar de agotarlo, lo que denomina como “salud del suelo”.

“La descomposi­ción de la materia orgánica es un componente esencial en el ciclo que permite que la muerte de un organismo alimente la vida de otro. El suelo es la base de un ecosistema saludable. Filtra el agua, proporcion­a nutrientes a las plantas, retiene carbono y ayuda a regular la temperatur­a global”, dice la empresa.

Aunado a ello, el suelo resultante del compostaje humano cumple con los estándares de seguridad establecid­os por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos para contaminan­tes como los metales pesados.

En el proceso de la reducción orgánica tiene como beneficio adicional matar a los patógenos peligrosos, según el estudio de la Universida­d Estatal de Was

Recompose utiliza

un proceso llamado “reducción orgánica natural” para transforma­r los restos humanos en composta

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La empresa ha creado toda una ceremonia para marcar lo que ellos llaman el “proceso d

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