PLATICAMOS CON PEPE ÁVILA DEL PINO, EL CINEMATÓGRAFO QUE ABANDERA LA SIGUIENTE GENERACIÓN DE GRANDES CINEASTAS MEXICANOS.
No es el primero ni el último en hacerlo, pero su paso firme en las grandes ligas del entretenimiento le augura un futuro de éxito. Heredero de la prestigiosa tradición mexicana de cinematografía, Pepe Á vi la del Pino es un talento que hoy merece toda la
Esto mismo le ha pasado, en su área, a Pepe Ávila del Pino, heredero de la prestigiosa tradición mexicana de cinematografía. “Me siento como un músico en un escenario que va sintiendo las cosas como vienen, en el momento”, dice, y no sólo se refiere a su trabajo como director y fotógrafo, sino a la historia propia que comienza a forjar.
En este año que inicia, en particular, vale la pena ponerle atención a este mexicano que nació hace 35 años en la Ciudad de México. Su ojo parece ser el relevo —o, mejor dicho, la continuación— de la exitosa generación de los cineastas Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, así como de los fotógrafos Emmanuel Lubezki y Rodrigo Prieto. Y es que, hoy, su nombre aparece como el autor de la fotografía de las aclamadas series Quarry, Ozark y The Deuce. Escuchen bien esta afirmación de Life and Style: Pepe Ávila del Pino debe ser considerado como la promesa mexicana al norte de la frontera. Aunque ahora reside en Nueva York, la mayor parte del tiempo la pasa viajando y fue, precisamente, en un viaje a México cuando hablamos con él en Proyecto H Contemporáneo, una galería que recién abrió sus puertas en la colonia Roma para promover a artistas locales con visión internacional.
Pepe era niño cuando, improvisadamente, escribía y dibujaba sus propias historietas y empezaba a darse cuenta de cómo afectaba la luz en ciertos ángulos. Estudió, en paralelo, Filosofía en la UNAM, y comunicación en la Ibero, donde comenzó a desarrollar un ojo que ahora se entrecierra, como el diafragma de una cámara, cuando busca respuestas para esta entrevista. “No sé si hay una relación completamente directa, pero cuando estaba estudiando las dos carreras veía mis clases de filosofía como fuente de inspiración para otros proyectos que estaba haciendo en comunicación. Iba sacando historias que de otro lado no obtendría”, recuerda.
Sus historias y sus primeros trabajos lo llevaron a las agencias publicitarias de México para dirigir comerciales, pero, sobre todo, a la New York University, donde estudió la maestría en Artes. Ahí conoció y trabajó con James Franco, quien le produjo un proyecto que jamás salió a la luz, y con Lo- gan Marshall-Green, otro actor estadounidense que luego lo recomendaría como cinefotógrafo para Quarry.
“Es la maestría más larga en Estados Unidos porque son tres años de escuela, uno de prácticas y dos para hacer la tesis. La mayoría de la gente de ahí ya está trabajando en la industria. Es más una comunidad de cineastas que van desarrollando sus proyectos de largometrajes en ese espacio”. Contrario al lugar común en el que los cinefotógrafos se vuelven directores, ahí fue donde él prefirió leer la luz que dar indicaciones, en buena parte, por la libertad que encontró tras la lente y su aura intuitiva. “A diferencia de cuando dirijo, que estoy atrapado en una visión y estresado por varios elementos, con la fotografía siento que estoy improvisando y soy mucho más creativo”.
Su sello, ese que le ha valido trabajos para Armani, como el cortometraje Ella, que él mismo dirigió, escribió y fotografió, es simple. No se trata tanto de la estética ni de la imagen per se —aunque es evidente la elegancia de sus tomas—, sino de que cada cuadro cuente una historia. “Hay que lograr que (en pantalla) todo sea del mismo mundo, del mismo universo, tener la misma emoción que necesita la historia”, nos explica.
Sabe de las puertas que le han abierto mexicanos de la talla de Del Toro, Cuarón e Iñárritu, reconoce su legado y sabe que está en un gran momento para ejercer. “En Estados Unidos sí hay esta creencia de que por ser de México, vamos a ser mejores. El mexicano está superpuesto para improvisar y cambiar cosas. En una industria como la de Estados Unidos, para los directores eso es algo muy fresco. Hollywood se puede volver una maquinaria en la que debe estar todo perfectamente bien armado y entonces todo empieza a verse igual, a oler igual”.
Y sí, a corto plazo estrenará los proyectos que lo legitimarán como promesa en la más grande industria del entretenimiento. En enero llevó al festival de Sundance la fotografía que hizo para The Kindergarten Teacher, con Maggie Gyllenhall, y en marzo saldrá en Estados Unidos la serie Impulse, para la plataforma YouTube Red, que dirigió Doug Liman (creador de la saga de Jason Bourne), con quien comparte el gusto por la improvisación. “Sin preparación no puedes improvisar. Pero cuando estás preparado no hay una carga, sólo tienes que abrir los ojos y ver qué mejores posibilidades puede haber”.
EL APLAUSO MÁS SONORO Y LA COPA LEVANTADA HACIA EL ESCENARIO NO SON PARA EL JAZZISTA QUE SIGUE LA PARTITURA SIN ERRORES, SINO PARA EL QUE IMPROVISA MEJOR.