GASOLINA BARATA IMPULSA VENTAS DE SUVS
AUNQUE HAY UN REGRESO DE LOS MOTORES PODEROSOS Y CIERTO ABANDONO DE LA PROMESA VERDE, EL VERDADERO RETO ESTÁ EN EL AUGE DE LOS MERCADOS EMERGENTES
No se necesitaba clarividencia para anticipar lo que los consumidores harían frente al nuevo precio de la gasolina en Estados Unidos: a nes de 2014 ya se habían disparado las ventas de autos y camionetas medianas y grandes. Y no sólo era la gasolina, sino la esperanza de
boom un nuevo económico y de empleo.
A fin de cuentas, según el Buró de Análisis Económico del gobierno estadounidense (BEA, por las siglas en inglés de Bureau of Economic Analysis), el PIB al tercer trimestre del año creció 5%, el mejor dato en una década, y el año pudo haber cerrado alrededor de 3%.
Con esas perspectivas resulta natural que los consumidores muestren su con anza sacando la billetera y postergando temporalmente sus preocupaciones medioambientales.
Los armadores estuvieron atentos para acompañar el entusiasmo de los automovilistas, y el hecho es que para el día
de Acción de Gracias, en noviembre, muchos pasaron antes por las concesionarias que por los centros comerciales.
Con ofertas y descuentos que van de 3,000 a 4,000 dólares por unidad, y un nanciamiento a tasas muy bajas, resultó más rentable comprar un auto que una pantalla de televisión o un sillón reclinable. USA Today concluyó que esta pequeña marea fue la cereza de un gran año en ventas, que ya eran muy buenas en octubre y noviembre. Autodata, una consultora del sector, reveló que en noviembre las ventas totales subieron 4.6%, a poco más de 1.3 millones de unidades, el mejor mes desde 2001. Estimaba que el año cerraría con un total de 17.2 millones de unidades nuevas.
No es difícil entender el errático comportamiento de los consumidores, que unas veces se inspiran por la e ciencia energética, otras por el estatus y otras más por el impacto en la billetera. Son opciones irresistibles, como la de los jóvenes que necesitan cumplir sus sueños ahora, o que ya no los cumplirán nunca.
La caída en el precio de los combustibles, y la idea de que la baja podría durar varios años, hace que, por ejemplo, las ventas de Jeep aumentaran 40%; cifras menores bene ciaron a otros modelos A y crossovers. De forma paralela se contrajo la demanda de vehículos de combustible alternativo, híbridos y eléctricos. Es una tendencia que durará, aunque no se sabe cuánto.
VOLVER AL CAMINO EQUIVOCADO
Entrevistado por la prensa especializada, Scott Painter, fundador y CEO de TrueCar, un sitio web de ventas de automóviles, dijo que este fenómeno no es bueno para la industria en su conjunto. “Cuando se dan este tipo de incentivos se abre la puerta al mal comportamiento”, asegura. “Si la gasolina cae por debajo de tres dólares por galón, se reduce el interés del consumidor por unidades que den más millas por galón”.
Son experiencias que se olvidan rápido. En 2008, antes de la crisis nanciera, las automotrices, sobre todo las de Detroit, estaban centradas en la venta de vehículos grandes y de alto consumo. Cuando los precios del combustible se fueron al cielo —con el petróleo encima de los 100 dólares—, esa apetencia por los grandes motores prácticamente las llevó a la quiebra. Y algunas de hecho lo hicieron y debieron ser rescatadas. Salieron adelante con una oferta de e ciencia y decoro, que la sociedad en su conjunto compartió. Todo era verde y hasta orecieron las iniciativas con autos eléctricos, servicios compartidos y hasta la polémica de los taxis Uber.
El auge económico y la promesa de gasolina barata reanimaron tanto a los conductores como a los constructores. Y eso se notó muy claramente en el Auto Show de Detroit, en enero pasado, cuando volvieron a aparecer los grandes deportivos y modelos de lujo, y dejando en la sombra aquellos prometedores días de la austeridad y tecnologías inteligentes. No sólo Chrysler está haciendo buenos negocios con los Jeep, sino que Ford Motor hizo el movimiento para desarrollar vehículos de alto rendimiento, una medida que Mark Fields, su presidente y CEO, describió como clave en los procesos de innovación.
En los últimos años la marca del óvalo estuvo presentando nuevas versiones de autos y camionetas, pero ahora puso el énfasis en los deportivos de alta potencia. De hecho, se robó la atención del Auto Show con dos nuevos vehículos, el GT superdeportivo y un Shelby Mustang GT350R, que se enfocan directamente a compradores en busca de más caballos de fuerza. También se presentó la F-150 Raptor 2017, basada en la carrocería de aluminio del modelo 2015. El GT tiene un motor V6 de 600 caballos de fuerza, el más potente de la línea.
¿Demasiada inocencia? Para dar la idea de que algo se aprendió de la volatilidad y los cambios bruscos, los vendedores aceptan que el precio del combustible tendrá que subir algún día, y que hay que estar preparados para cuando eso ocurra.
Los precios de la gasolina “tendrán sus ciclos, y lo estamos viendo en este momento con la dinámica de la oferta y la demanda”, explicó Fields, quien fue promovido al puesto en julio del año pasado (era presidente de la división Americas, y antes, director de la alianza con Mazda). “Queremos asegurarnos de que podemos ofrecer el rendimiento y la e ciencia, de manera que cuando llegue la próxima recesión, o el siguiente aumento en los precios del petróleo, los clientes no tengan que dejar sus coche parados”.
El GT usa bra de carbono y aluminio para hacerlo más liviano y tiene una forma aerodinámica de “lágrima” que se inspiró en el fuselaje de los aviones, pero por ahora no es necesario preocuparse por el rendimiento. O algo así dice Fields: “Nos apasiona la innovación a través del desempeño y la creación de vehículos que hacen palpitar el corazón de la gente”.
MERCADOS EMERGENTES
Las ventas extraordinarias en Estados Unidos no tienen que desviar la atención sobre lo que ocurre en otras latitudes y en el largo plazo.
En México, por lo pronto, el precio de la gasolina no sólo no bajó sino que, incluso, siguió subiendo en enero, forzando a las autoridades a crear un ‘limbo scal’ en la zona fronteriza, como Ciudad Juárez, donde la Magna se vendía en enero a menos de siete pesos el litro, seis pesos más barata que el resto del país (el precio o cial es 13.57 pesos/litro). Esto, para evitar que cruzaran al otro lado para cargar combustible. Y a falta de un boom económico, las ventas internas siguieron más o menos bajas.
Todo esto, sin embargo, tendrá un impacto muy diferente en los mercados emergentes, donde las cosas seguirán su propio cause. Es cierto que la gasolina volverá a subir de precio, y que los automóviles ligeros, eficientes e inteligentes volverán a estar en la mente de los usuarios. En realidad, millones de ellos nunca podrán comprar un motor de 600 caballos y no vivirán en una ciudad donde puedan tener la experiencia de acelerar de 0 a 100 en cinco segundos.
Es lo que se desprende de la conferencia que presentó en el Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza), el investigador Richard Brooks, de la Universidad Coventry, en Inglaterra. Su análisis se confirma con una encuesta y estudio publicados por la consultora KPMG International (KPMG’s Global Automotive Executive Survey) y que puede descargarse gratuitamente de su sitio web.
Brooks explica que la industria del automóvil está pasando por uno de sus periodos de cambio más dramáticos: el aumento en el poder adquisitivo de los mercados emergentes, el endurecimiento de las normas de emisiones y los avances en la electrónica, que transforman la manera en la que los vehículos se construyen y conducen.
“Nada reemplazará todavía el motor de combustión interna, pero (en el futuro) los vehículos se parecerán más a computadoras y estarán enlazados con aplicaciones en el hogar, la infraestructura urbana y aun entre sí mismos.
La línea entre el fabricante de automóviles y la compañía de tecnología será cada vez más borrosa”, dice, y el ejemplo más claro son los avances de Google en la construcción de un auto autodirigido, o la competencia entre empresas de tecnología para establecer un protocolo estándar que mantenga a los automóviles comunicados entre sí y con las calles.
Asegura que, hacia el año 2020, las cosas serán muy diferentes, según una persona viva en economías industrializadas, en las metrópolis y en los países periféricos. Vale la pena mencionar lo que ocurre ya con los taxis Uber, o los autos compartidos de Car2go, que utilizan aplicaciones similares a la de EcoBici en la ciudad de México.
Brooks dice que lo que mandará en la industria los próximos cinco años no es necesariamente la tecnología, sino los precios, porque en países emergentes hay cientos de millones listos para comprar coches, a menudo por primera vez.
Y la mayoría buscará los más sencillos y económicos, en lugar de unos so sticados e inteligentes, pero que cuestan 40,000 dólares.
Un buen ejemplo es el de China, que en 2009 superó a Estados Unidos como el mercado de automóviles más grande del mundo, y le siguen la India y Brasil, que para 2016 desplazarán a Japón en el cuarto y quinto lugares, respectivamente.
Es la gran oportunidad para que los fabricantes hagan economías de escala y puedan competir por esa demanda. Hay que imaginar que esos espacios serán ocupados por empresas como Tata, en India, que compró la legendaria JaguarLand Rover, o Geely, de China, que adquirió Volvo.
Esos grandes fabricantes podrían mandar productos masivos a los mercados nuevos, y ofrecer otros más exclusivos cuando participen en los maduros. En otras palabras, alguien tendrá que atacar a los consumidores primerizos, que son sensibles a los precios, y al mismo tiempo asumir los retos de la congestión urbana, la mala calidad del aire y los diversos avances tecnológicos.
INNOVACIÓN, EN EL CARRIL DE ALTA
La batalla principal de la innovación, entonces, no sólo se librará en Europa o Estados Unidos, donde se venderán las gamas de más alto precio, sino en el mercado de los vehículos pequeños, en los que China e India son dominantes. Es lo que se entiende después del lanzamiento del Densa, un coche eléctrico chino de largo alcance y bajo costo, y el Mahindra e2o, uno auto económico de fabricación india, que en 2015 se venderá en Noruega y Reino Unido. Dieter Becker, director global de la práctica Automotriz de KPMG International, coincide cuando explica que en los próximos años será necesario lograr un buen equilibrio entre el producto tradicional centrado en tecnologías, y las demandas de los nuevos consumidores, que estarán enfocadas sobre todo en los servicios, el confort y la conectividad.
Mientras unos jóvenes todavía sueñan con comprarse y presumir su primer auto nuevo, otros más maduros dicen que ya no quieren lidiar con el vehículo propio, con el tránsito y los estacionamientos; en cambio esperan usar su smartphone para pedir un Uber o subirse el Smart de Car2go que está estacionado y esperando en la esquina de la casa.
Unos quieren todavía el auto familiar para salir de paseo, y otros sueñan con el modelo autodirigido que los lleva sin preguntar, siguiendo las rutas invisibles de internet. Y ya se verá lo que ocurrirá con el orgulloso propietario del GT de 600 caballos de fuerza, cuando el petróleo vuelva a costar 70 u 80 dólares/barril, y la gasolina deje de ser una ganga de dos dólares por galón.