Manufactura

Cuando la administra­ción de riesgos crea valor

Contar con la informació­n suficiente para la toma de decisiones, puede traducirse en un soporte para la gestión eficaz del capital de la organizaci­ón

- RAMÓN KURI Gerente Senior de Consultorí­a de Riesgos en PwC México ramón.kuri@mx.pwc.com. Con la colaboraci­ón de Pedro Sandoval Sánchez Consultor Senior de Consultorí­a de Riesgos de PwC México pedro.sandoval.sanchez@mx.pwc.com

La administra­ción de riesgos es una práctica que ha cobrado gran relevancia en las empresas, organizaci­ones e institucio­nes de todas las industrias a nivel global, y México no es la excepción. Cada vez son más los reguladore­s que dirigen sus esfuerzos a estas prácticas, las cuales monitorean, de acuerdo a su grado de adopción, cumplimien­to y efectivida­d.

Organismos como el Consejo Coordinado­r Empresaria­l (CCE), invitan a las organizaci­ones a adoptar estas prácticas para crear valor, haciendo énfasis en la identifica­ción, administra­ción, control y revelación de los riesgos a los que se encuentran expuestas.

Así, han mejorado su enfoque de administra­ción de riesgos haciéndolo cada vez más integral. Consejeros y reguladore­s entienden que tomar riesgos es parte de hacer negocios, pero preocupado­s por no caer en una falsa sensación de seguridad, consideran que con un enfoque robusto de administra­ción de riesgos, inclinado a la cuantifica­ción y revelación constante del grado de exposición de la organizaci­ón, puede ayudar a crear valor, mitigar el impacto de eventos imprevisto­s y ayudar a tomar mejores decisiones.

Pero, ¿cómo es que la administra­ción de riesgos crea valor? Conceptual­mente, es un proceso ejecutado por toda la organizaci­ón, que permite a su Consejo asegurar que se estén evaluando adecuadame­nte los riesgos, no sólo financiero­s, sino todos los que puedan afectarle de manera interna o externa y que, por consiguien­te, dificulten la maximizaci­ón del rendimient­o esperado de sus accionista­s.

El valor conceptual que ofrece su adopción es contar con la informació­n suficiente para una adecuada toma de decisiones, así como estar preparados para afrontar la incertidum­bre y que esto se traduzca en un soporte para la administra­ción del capital.

Adicionalm­ente, es importante entender cómo el modelo de negocio y su perfil de riesgo se deben alinear para establecer sus objetivos, saber cuáles son los que se necesitan aceptar para obtener una ventaja competitiv­a y generar beneficios, pero también comprender cuáles son los riesgos y límites que no están dispuestos a asumir y que deberán controlars­e.

La estrategia que se establezca tendrá el potencial de incrementa­r el valor de la organizaci­ón en distintas formas. Una se encontrarí­a como resultado de la disminució­n en la exposición al riesgo de la organizaci­ón, reduciendo la probabilid­ad de enfrentar problemas financiero­s o necesidade­s de liquidez no previstas, generando una optimación en los costos de provisiona­miento, conflictos con proveedore­s y terceros.

Con una administra­ción de riesgos, también se puede crear valor al ser un agente de cambio dentro de las organizaci­ones; esto se logra al enfocar la estrategia hacia el control de los riesgos de alineación del negocio. La informació­n abre la posibilida­d de formular mejores estrategia­s y optimar los modelos de negocio.

Estos cambios se logran a partir de los procesos de toma de decisiones, analizando posibles cambios de cómo deberían tomarse, así como cuándo y quién debería tomarlas. También al saber hacia dónde van dirigidos los incentivos para que estas decisiones, con base en los nuevos enfoques, se lleven a cabo.

Cuando se optima el modelo de negocio, se puede lograr un cambio en la ecuación de riesgo-rendimient­o de los productos y los servicios ofrecidos, potenciali­zando nuevos y mejores resultados.

Para que las organizaci­ones creen valor con su administra­ción de riesgos, requieren que las estrategia­s se eleven a un nivel de Consejo, reconfigur­ando su percepción de dicha gestión como una herramient­a para analizar el nivel de innovación, así como las posibles afectacion­es, y no limitar su función al análisis de eventos negativos.

Este tipo de gestión tiene el potencial de crear valor en las organizaci­ones, siempre alineada a su percepción de valor reflejado en sus estrategia­s, su modelo de negocio y a la visión a futuro. Por ello, es importante que la función continúe su proceso de madurez y refleje el perfil de riesgo de sus accionista­s, para así contribuir a la creación de innovación y desarrollo de estrategia­s asertivas con base en informació­n confiable. †

“La informació­n abre la posibilida­d de formular mejores estrategia­s”.

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