RSE, lección para Pymes
El discurso que busca convencer a las empresas de pensar en la responsabilidad social como un asunto de amor al prójimo es cosa del pasado. Hoy es obligatorio si usted quiere seguir ganando contratos
El discurso que busca convencer a las empresas de pensar en la responsabilidad social como un asunto de amor al prójimo es cosa del pasado. Hoy es obligatorio si usted quiere seguir ganando contratos
ada vez mayor número de empresas condiciona la compra a sus proveedores con base en el cumplimiento de especificaciones ambientales y sociales, como la emisión de contaminantes, manejo de agua, desechos materiales, gestión de residuos, gestión de talento, derechos humanos y relación con comunidades.
El tema también tiene un tinte económico que incluye eficiencia, reducción de costos e innovación. Algunas corporaciones realizan auditorías a sus proveedores u otorgan certificaciones. Otras promueven que los participantes en su cadena de valor busquen la manera de ser socialmente responsables y en algunos casos los acompañan.
Por ejemplo, Volkswagen estableció auditorías de proceso que le han permitido detectar las debilidades de sus proveedores, mismas que si se mejoran permiten que estos suban de categoría en la clasificación de suministro. La contratación de suministradores no se basa en el mejor precio, en su desarrollo tecnológico o en la calidad de sus productos, ahora tienen que cumplir con las especificaciones de logística de esta automotriz.
El reto de lograr una sostenibilidad en la cadena de suministro significa incorporar a las micro, medianas y pequeñas empresas —97% de la oferta empresarial en el país— que proveen materiales, insumos o servicios a las grandes corporaciones.
Varios expertos coinciden en que falta orientar la responsabilidad social para que tenga un impacto directo en la cadena de suministro. “Las acciones no son suficientes si tomamos en cuenta que no sólo son importantes los programas que impulsan las grandes corporaciones, sino que apliquen también en sus cadenas de valor”, reflexiona Elian Salazar, coordinadora de Relaciones Públicas y Proyectos Especiales de Responsable.
Hace dos años, esta organización realizó un estudio en el que detectó que 37% de las empresas encuestadas no lleva a cabo ninguna acción de RSE en su cadena de suministro, apenas 24% selecciona a sus proveedores con base en criterios sociales y menos de 10% les realiza una auditoría.
Establecer un programa de RSE que alcance a los proveedores es tan porque significa minimizar riesgos. El fabricante de tenis y ropa deportiva Nike fue señalado y acusado directamente de explotación infantil, cuando fue una de sus maquiladoras el que incurrió en esta mala práctica. Hace tres años, en Querétaro, un empleado de la empresa Sam Won, proveedor de Samsung, fue grabado mientras golpeaba a uno de sus subalternos. El escándalo golpeó directamente la imagen de la empresa coreana, que tuvo que ofrecer disculpas por el hecho.
“Fomentar la RSE en las Pymes significa una relación ganarganar”, asegura Salazar. Al principio quizás las mipymes entiendan la RSE como un esfuerzo centrado en prácticas medioambientales, como hacer un uso eficiente de la energía, del agua y de las materias primas y sigan lineamientos para cumplir con la estrategia de sostenibilidad de sus clientes. Luego, dice la especialista, sedarán cuenta que estas eficiencias se traducen en menores costos y mayores niveles de competitividad.
REDUCCIÓN
Un residuo significa una pérdida económica. Los residuos son materiales a los que ya se les invirtió dinero, trabajo y tiempo, pero que no llegarán al mercado para generar una utilidad. La prioridad en la gestión de residuos debe estar en reducir la generación de los mismos. Esto se puede lograr a través de mejores sistemas de control de calidad, reducción y simplificación de cambios de formato y eliminación de materiales de empaque en materias primas, entre otras.
REUTILIZACIÓN
La segunda alternativa después de la reducción de residuos es la reutilización, lo cual quiere decir que un residuo se vuelva a utilizar en su forma original. El ejemplo más clásico son los envases retornables.
RECICLAJE
La tercera alternativa en la pirámide de manejo de residuos es el reciclaje.
Se diferencia de la reutilización en el hecho de que el residuo no conserva su forma original, sino que es convertido en algo nuevo. Esta opción implica un consumo mayor de energía, trabajo y dinero, y por eso es menos deseable que la reutilización.
Un ejemplo son los envases de vidrio no retornables que son clasificados, triturados, fundidos y moldeados para volver a fabricar envases nuevos u otros productos.
RECICLAJE ENERGÉTICO
Cuando un residuo no puede ser eliminado, reutilizado ni reciclado, la cuarta alternativa es el reciclaje energético.
Consiste en incinerar el residuo para recuperar energía que es usada en otro proceso.
Aquí únicamente pueden utilizarse residuos con alto poder calorífico y es necesario que la instalación cuente con medidas de seguridad y control de emisiones.
El reciclaje energético es limitado, pero sirve para evitar el consumo de otros combustibles fósiles. Un ejemplo es el uso de pedacería de tarimas en ladrilleras o la incineración controlada de aceites gastados en hornos cementeros.
BASURERO (RELLENO SANITARIO)
La última alternativa es el relleno sanitario.
Esta situación no es deseable ya que, mientras que todas las alternativas previamente enunciadas representan para la empresa beneficios económicos a partir de los residuos, depositar en el relleno sanitario representa una pérdida.
Enviar basura al relleno sanitario implica pagar por la recolección y el transporte, además de perder para siempre la oportunidad de recuperar materiales útiles para nuevos procesos.
Por esto se considera que el envío al relleno sanitario no debería ser una opción.
NO SÓLO ES MEDIO AMBIENTE
Para ser competitivo, un producto debe contar con una cadena de proveedores eficiente, y que asegure calidad, costos y tiempos de entrega. Cada eslabón representa costos, fuerza laboral, uso de energía, uso de agua y generación de residuos.
“El gran reto es promover una mayor integración en las cadenas productivas y que el valor generado no sea capturado únicamente por las empresas líderes globales”, explica Isabel Studer, directora del Instituto Global para la Sostenibilidad
(IGS) de Egade Business School del Tecnológico de Monterrey.
Las Mipymes, a nivel mundial, son la columna vertebral de las actividades económicas e industriales, contribuyendo con aproximadamente 75% de la producción industrial. En México, este segmento representa 99.8% de las empresas en México y generan 73% del empleo y 35% de la producción bruta nacional.
“La participación de los empresarios micro, pequeños y medianos es esencial tanto para lograr una mejora en la productividad del país y en las cadenas de suministro”, asegura Studer.
Entre las principales ventajas de desarrollar prácticas en esta materia están reducir el volumen de desperdicios, mejorar la imagen pública de la compañía y sus productos, y obtener ingresos adicionales a través de la reducción en costos, lo cual genera ahorros subsecuentes por una mayor productividad a nivel planta. Esto deja en una posición más competitiva a la empresa frente a su entorno: tiene más posibilidades de recibir un crédito y desarrollar prácticas de innovación.
A un director general puede no importarle que la capa de ozono se está dañando, pero reaccionaría al saber que podría producir lo mismo gastando 5% menos”,
Jorge González, KPMG México.
“No es un asunto sólo de bondad o altruismo; tiene que ver con el impacto al negocio”, advierte Jorge González, socio líder de Administración de Riesgos, Gobierno Corporativo y Sostenibilidad de KPMG México, “si una empresa adopta prácticas de eficiencia energética y reduce este costo, podrá disminuir el precio de sus productos, no sólo su huella ecológica”.
La ecuación es simple: “Mientras más emisiones de CO2 esté generando la planta, más está gastando”. Explica: “A un director general puede no parecerle que sea su asunto que la capa de ozono se está dañando, pero reaccionaría al saber que 40% de su estado de resultados es por energía y que podría producir lo mismo gastando 5% menos; hay un efecto directo en la utilidad”.
Elian Salazar, de Responsable, asegura que la medición y certificación de prácticas socialmente responsables en la cadena de valor es una tendencia que se sigue a nivel internacional. “El Global Reporting Initiative, en su más reciente versión (GRI G4), pone especial énfasis en la materialidad y los proveedores”.
El objetivo de que las empresas reporten bajo este estándar, no es solamente un ejercicio de rendición de cuentas, sino que a través de él puedan determinar sus áreas de oportunidad y saber dónde es necesario hacer cambios.
Durante el Foro México Responsable, que se llevó a cabo el pasado 12 de marzo en la Ciudad de México, se destacó la importancia de realizar un análisis de materialidad como parte de la estrategia de RSE, a fin de identificar baches, riesgos y oportunidades con relación a los diferentes grupos de interés, saber qué se espera de la compañía, qué están haciendo los clientes y competidores e, incluso, ver más claro hacia dónde van, priorizar y abrir canales de diálogo. Es un ejercicio que debe estar en constante renovación, en donde pueden identificarse mejores prácticas, preguntar a los clientes cómo percibe a la empresa, qué considera que está haciendo y qué debería hacer. Este proceso también ayuda a conocer a mayor profundidad el negocio, generar una conversación basado en la estrategia y crear acciones dirigidas a fomentar relaciones sanas y de largo plazo.
LISTOS PARA HACERLO
Regularmente, las empresas que ya se decidieron a lanzar un programa de RSE no saben por dónde empezar.
A decir de los expertos, el punto de partida es considerar que se trata de una relación ganar-ganar, ya que a medida que se incorporen los proveedores en la estrategia, mejorarán sus procesos y servicios.
La responsabilidad social debería ser un valor compartido. Al mejorar sus estándares, las Mipymes pueden incorporarse en otras cadenas de valor y participar de manera más fácil en las licitaciones con otros clientes. Según Elian Salazar, “para que la
RSE sea una ventaja competitiva, debe estar relacionada con el núcleo de negocios”.
Los consejos que expone el experto de KPMG son identificar son los procesos clave y detectar sus fortalezas, debilidades y aspectos de riesgo hacia dentro y hacia la cadena; considerar que los temas reputacionales y legales se vuelven críticos; identificar modelo de negocio y su cadena; hacer un autoanálisis constante.
Isabel Studer recomienda a las Mipymes revisar qué tan eficientes son sus procesos productivos, plantear constantemente cómo mejorar operaciones a partir de un enfoque de ecoeficiencia, crear programas de capacitación, reducir el impacto en la huella de carbono y volverse más atractivas como proveedoras de grandes corporaciones.
El reto es promover mayor integración en las cadenas productivas y que el valor generado no sea capturado sólo por las empresas globales.
Además de la revisión de sistemas energéticos para asegurar el uso eficiente, la utilización sostenible del agua y la clasificación de qué puede reducirse, reutilizarse y reciclarse con un enfoque de economía circular.
En la tarea de incorporar a este segmento de mercado a cadenas sostenibles, el IGS diseñó un programa de asesorías para proveedoras de grandes empresas y desarrolló el portal www.cadenas
ecoeficientes.net, el cual publica algunos casos de éxito de empresarios que ya están introduciendo prácticas de sostenibilidad.
Estas firmas han logrado reducir costos, innovar en sus procesos productivos e introducir nuevas tecnologías. Entre los casos de éxito expuestos está el de la empresa Manufacturera
SOMA, que produce de artículos deportivos y de viaje, la cual logró hacer un uso más eficiente de la energía eléctrica y el manejo de residuos.
Desde Argentina, Fernando Legrand, coordinador académico de CapacitaRSE, asegura que “es muy común que proveedores que conforman la cadena de valor ignoren las estrategias de
RSE de sus clientes”. Por ello, recomienda involucrarse en acciones de capacitación, trabajar con base a los indicadores clave de esas corporaciones (seguridad laboral y prevención de accidentes), incorporarse como aliados estratégicos para los programas de la materia y seguir innovando en prácticas propias.
En el sector industrial, el desafío principal está en “la implementación de una política de derechos humanos y de respeto de los estándares laborales. Ambos temas, que a su vez son pilares del Pacto Global de Naciones Unidas, les permitirán trabajar directamente sobre la gestión de riesgos y mejorar los impactos”, reconoce Legrand, quien alerta que: “el costo de ser responsable podríamos decir que es directamente proporcional al de no serlo. En ciertos casos, implica adecuar procesos”.
También es necesario preparar al equipo de liderazgo de la empresa para estar alineados en una misma visión, y esto requiere mucho diálogo. Finalmente, puede plantearse la necesidad de realizar algún ejercicio de autodiagnóstico o reporte, para lo cual muchas empresas suelen contratar a alguna consultoría.
De este modo, “hay empresas que invierten mucho en mejorar en el camino de la RSE porque entienden que luego se aplica la ‘teoría del derrame’ hacia las áreas operativas generando los beneficios ya descritos. Y otras que eligen hacer lo que pueden, como pueden y como mejor les resulta; lo cual tampoco está mal y es mejor que no hacer nada, concluye Legrand.