Manufactura

POR MICHAEL D. WATKINS *

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os líderes empresaria­les no pueden ser sólo expertos en tácticas: necesitan ser estrategas. Los buenos estrategas ven la imagen completa, los patrones fundamenta­les en los entornos complejos. Son capaces de cristaliza­r y comunicar a sus empleados las implicacio­nes estratégic­as.

Los expertos en tácticas, por otro lado, se enfocan en los detalles sobre cómo implementa­r una estrategia general. Estas decisiones de ejecución recaen en los líderes funcionale­s.

Tanto la estrategia como la táctica son importante­s. Hace más de 2,500 años, el general chino Sun Tzu —un estratega militar y lósofo— decía: “La estrategia sin táctica es el camino más lento a la victoria. La táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota”.

Jack Welch, ex CEO de la empresa General Electric (GE) hizo eco de estas palabras. l dijo: “Tienes que comer mientras sueñas. Tienes que cumplir con tus compromiso­s a corto plazo mientras desarrolla­s e implementa­s una estrategia y una visión a largo plazo”.

Para que un ejecutivo pase de ser un líder funcional y se convierta en un líder empresaria­l debe ser capaz de establecer y poner en marcha cambios radicales en la manera como aborda cada uno de los asuntos de la organizaci­ón.

En principo, el ejecutivo debe hacer la transición de ‘analista’ a ‘integrador’. En segundo lugar, tiene que dar el paso de ‘especialis­ta’ a ‘generalist­a’. Lo siguiente que debe hacer es abandonar el rol ‘táctico’ para convertirs­e en un ‘estratega’.

El ejecutivo debe tener alguna habilidad innata para convertirs­e en un pensador estratégic­o. Está claro que la habilidad de pensamient­o estratégic­o en las personas puede desarrolla­rse y mejorarse de manera sustancial.

Con la capacitaci­ón e impulso adecuados, los líderes pueden convertirs­e en mejores estrategas. Por lo tanto, los buenos pensadores estratégic­os nacen, pero también se hacen.

Hay cuatro preguntas clave que los estrategas necesitan responder: ¿qué?, ¿cómo?, ¿quién? y ¿por qué? Las palabras ‘misión’, ‘visión’ y ‘estrategia’ suelen generar una confusión in nita.

Sin embargo, podemos explicarla­s a través de dos preguntas más simples. La primera es: ¿Qué estamos tratando de lograr? sta correspond­e a la misión.

La segunda es: ¿Cómo vamos a lograrlo? sta es la pregunta sobre la estrategia. Ese conjunto también incluye preguntas como quién necesita estar involucrad­o, qué recursos deberían desplegars­e y qué alianzas hay que formar.

Lo que frecuentem­ente se olvida es el porqué. ¿Por qué deberíamos entusiasma­rnos en hacer esto? La respuesta a esto es la visión.

PENSAMIENT­O EFICAZ

Los líderes requieren desarrolla­r al menos tres habilidade­s en su pensamient­o estratégic­o para ser más e caces en las respuestas a estas preguntas. Éstas son reconocimi­ento de patrones, cambio de niveles y simulación mental.

El reconocimi­ento de patrones signi ca que los líderes de negocios tienen que ser capaces de hacerse cargo de entornos complejos, ruidosos, e incluso confusos, pero también deben discernir lo que resulta crucial dentro de ellos.

El ejecutivo debe tener alguna habilidad innata para convertirs­e

en un pensador estratégic­o.

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