Manufactura

PROTOCOLOS EN PLANTA Empleados, la clave para minimizar riesgos

Las grandes corporacio­nes no están exentas de que sus esquemas sanitarios sean alterados por omisiones o acciones de sus empleados.

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GEORGINA BALTAZAR

La fotografía de un empleado de la compañía mexicana La Costeña, en la que aparece como si estuviera orinando sobre la línea de producción de chiles jalapeños, le costó a la empresa enfrentar una grave crisis de imagen. La selfie se hizo viral y puso en duda los procesos de higiene de la planta, por lo que la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de México (Coprisem) realizó una inspección extraordin­aria a las instalacio­nes. Mientras la empresa negaba los hechos, el organismo detectó irregulari­dades como desconocim­iento por parte de los trabajador­es de la técnica correcta para lavarse las manos, el ca] W\ORSQcOR] RS Z]a QcP`SP]QOa g ZO Q]’O o la existencia de coladeras sin rejillas.

Tras analizar el lote sospechoso, la Coprisem descartó la existencia de orina en el producto. Pero el daño ya estaba hecho y creó RSaQ]\’O\hO S\b`S Z]a Q]\ac[WR]`Sa RS Z]a procesos de las plantas del sector alimentari­o.

La falta de limpieza e higiene personal, sobre todo en el lavado de manos, es una de las irregulari­dades más comunes en las fábricas. Eugenia Jiménez, directora de Idea Food Safety Innovation, empresa dedicada a la capacitaci­ón y asesoría en la instalació­n de sistemas de inocuidad, lo encuentra a menudo en sus visitas a plantas.

El bajo nivel de mantenimie­nto a las instalacio­nes es otro foco rojo, pues muchas veces la presión de la producción no permite detener líneas y solo realizan reparacion­es temporales. El manejo de temperatur­a también está entre las áreas de descuido. En algunas fábricas la refrigerac­ión no es la adecuada o la distribuci­ón se hace con vehículos inapropiad­os, lo que rompe la cadena de frío.

Además, un mal diseño de la planta puede contaminar los alimentos por la propagació­n de microorgan­ismos o plagas. “En algunas no se pone atención a las grietas en paredes, en donde puede alojarse humedad y ser proclive al crecimient­o de microorgan­ismos que, al escurrir, pueden caer en los contenedor­es en donde están los alimentos”, asegura Jiménez, quien reconoce que S\ ;¤fWQ] b]ROdØO VOg [cQVOa RS’QWS\QWOa

LINEAMIENT­OS BÁSICOS

Aunque en la industria de alimentos existen directrice­s contenidas en normas nacionales obligatori­as, como la NOM 251 (sobre ^`¥QbWQOa RS VWUWS\S g QS`bW’QOQW]\Sa W\bS` nacionales, algunas reglas son establecid­as como políticas internas. “Cada empresa es libre de aplicar criterios acorde a sus necesidade­s, depende del tipo de producto. No es lo mismo una que elabora sándwiches y burritos para venderlos en tiendas de convenienc­ia que otra dedicada a empacar semillas y leguminosa­s. El nivel de riesgo está acorde a su susceptibi­lidad a contaminar­se”, señala Jiménez.

Además de contar con buena salud, los operadores han de tener buenos hábitos de higiene, portar vestimenta apropiada al tipo de operación y recibir capacitaci­ón enfocada a entender que pueden contaminar el producto o que, si estornudan o se tocan la cabeza, deben lavarse las manos. En la elaboració­n de perecedero­s listos para consumo debe ponerse mayor énfasis en sus sistemas de inocuidad.

La alimentari­a no es la única industria sensible, también lo es la farmacéuti­ca, que debe apegarse a la NOM 059 en cuanto a buenas prácticas. Las instalacio­nes deben

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