EDITORIAL
Paneles de piedra líquida, madera plástica, metales ligeros... la materioloteca del centro MIND en Guadalajara acumula decenas de materias primas innovadoras.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
En esta biblioteca no hay libros. Los estantes carecen de grandes tomos y fichas bibliográficas, en su lugar hay fibras de agave ideales para fabricar autopartes, telas producidas a partir de envases de plásticos, paneles de piedra líquida, madera plástica y metales ligeros. El centro de materiales MIND, ubicado en Guadalajara, Jalisco, es una materioloteca. Desplegado en una superficie de 163 m2, es un muestrario de materias primas innovadoras que pueden utilizarse en diferentes sectores, desde el energético y la construcción hasta la biotecnología y la metalurgia.
“El objetivo del centro es exhibir qué materiales innovadores tiene México que pueden utilizar todas las industrias en todo el mundo”, cuenta Sara Maroto, directora general del centro MIND. La biblioteca de materias primas forma parte de la red global integrada por cuatro materiolotecas, cuyo concepto fue desarrollado por el Fomento de las Artes y el Diseño de Barcelona y están distribuidas en España, Chile, Colombia y México. El ingreso al catálogo es gratuito, pero la innovación es
Uno de los retos que tiene el centro es animar a la industria a mostrar sus propuestas.
evaluada por un equipo multidisciplinario que da el visto bueno.
Además de MIND, en México también opera el centro de materiales de Aguascalientes que, a diferencia del de Guadalajara, está instalado dentro de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y se enfoca en materiales para arquitectura. “Nosotros, en cambio, estamos enfocados a todos los sectores de la industria”, dice la directora del centro en Guadalajara, que comenzó a operar en 2015 y requirió una inversión inicial de 1.5 millones de pesos, aportados por el Programa
de Competitividad e Innovación México-Unión Europea y las principales cámaras industriales del país.
Desde que arrancó operaciones se han registrado 75 materiales innovadores de México, que ya forman parte del catálogo global de 4,000 registros. “Cada uno es diferente y tiene distintos puntos de aplicación”, explica Valérie Bergeron, gestor de las bibliotecas de materiales en Barcelona. Según los especialistas, el común denominador de las innovaciones mexicanas es que están muy enfocadas en reutilizar residuos, darles más vida y contaminar menos.
El centro, que es visitado mensualmente por un promedio de 100 personas, no cuenta con un registro exacto de cuántos de estos materiales ya fueron utilizados en algún proyecto. Sin embargo, Maroto asegura que sí hay una diversidad de aplicaciones. Por ejemplo, las fibras de agave se utilizan para fabricar vajillas y botellas, los paneles de envases de pasta de dientes para botes de basura y la fibra de bolsas de plástico para manufacturar artículos de decoración.
A pesar de ello, el centro ha enfrentado dos desafíos principales: animar a la industria mexicana a mostrar sus innovaciones —porque existe el temor de que les roben la idea— y motivar a los fabricantes a incorporar nuevas materias primas. “Tenemos que hacer mucho trabajo para que se pierda el miedo a los nuevos materiales y se entienda la importancia de estos en todos los sectores”, agrega Maroto.
Ante este desafío, la especialista considera clave ampliar la red de centros, a fin de producir un efecto multiplicador, tanto en la exhibición de materiales como en la adopción. Instituciones de varios estados se han acercado con el interés de instalar espacios similares que se adapten a las industrias estratégicas de cada entidad. “El objetivo es consolidar una red internacional, porque nos parece importante contrastar y aprender de los demás”, destaca Bergeron.