El hambre aumenta
El boom de alimento para mascotas ha incrementado el déficit en la balanza comercial de granos.
El maíz y el arroz son dos de los ingredientes más solicitados por el consumidor mexicano, pero también por los industriales de alimento para mascotas. Son elaborados con unos 20 ingredientes, entre ellos arroz, sorgo y salvado de trigo. “Hemos incrementado las importaciones de maíz, porque ha crecido la demanda de fábricas de alimento para animales, como perros, gatos y caballos”, comenta Sugey Montoya, representante comercial de Portimex, empresa que vende anualmente alrededor de un millón de toneladas de granos; unas 600,000 toneladas de ellas son de maíz. Pero mientras los consumidores se diversifican, la producción local escasea sin una clara estrategia para hacerle frente a la demanda de granos básicos. “Requerimos tanto diversificar nuestras importaciones, como producir más estos granos”, reconoce Juan Díaz Mazadiego, director de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía (SE). Hoy la estrategia se ve más cargada a la primera opción.
EL DILEMA PRODUCTIVO
El país tiende a ser autosuficiente en maíz blanco (harinero), pero registra un déficit de maíz amarillo, usado en los sectores pecuario e industrial. En 2016, las importaciones marcaron récord al crecer 16.1% en forma interanual, según el Banco de México (Banxico). Del total, 98% vino de Estados Unidos, y el resto de Argentina, Brasil, Canadá y Chile.
El mismo año. 4.6 millones de toneladas de trigo llegaron al país y se convirtió en el segundo grano más comprado al exterior, lo que colocó a México como el segundo mayor importador del hemisferio occidental, detrás de Brasil.
Estados Unidos satisface cerca de 75% de las necesidades de este grano capitalizando la ventaja logística que representa el mercado mexicano, la reserva territorial idónea para cultivo de granos, y mejores condiciones de financiamiento agrícola.
México, en contraparte, tiene otros productos de mayor valor
que inclinan la balanza agroalimentaria a su favor. “Somos productivos en frutas y hortalizas, con fortalezas en agricultura protegida”, señala Fernando Ruiz Huarte, director general del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (Comce).
En 2015, México tuvo su primer superávit agroalimentario desde 1994. Fue de 1,934 millones de dólares (mdd), el cual escaló a 4,327 mdd en 2016. En los primeros cuatro meses de 2017 el superávit en la balanza agropecuaria y agroindustrial alcanzó 2,603 mdd, la mayoría en productos como aguacate, jitomate, pimiento, fresas, frambuesas y pepino.
Según los datos de Sagarpa, estos cinco representaron exportaciones por 2,500 mdd, la mitad de los productos exportados en el periodo, y los granos alimentarios fueron el punto más débil.
Tanto que, semanas atrás, la SE estableció un cupo para importar 150,000 toneladas de arroz con arancel cero. El objetivo: estabilizar los precios en el mercado. Argumentó que entre 2012 y 2016 la tasa de crecimiento media anual de la producción de arroz fue de 8.58%, la cual resulta insuficiente pues 82.62% del consumo nacional aparente del producto se cubrió con importaciones.
Manufactura solicitó opinión de la Secretaría de Agricultura en relación con esta tendencia, pero no se obtuvo respuesta.
En la visión de Montoya, de Portimex, terminar con la dependencia parece misión imposible.
El país tiene un sistema de financiamiento poco desarrollado, en comparación con Estados Unidos, donde se puede sembrar dos veces por parcela, y tampoco usa transgénicos en alimentos que permiten una mayor producción y minimizan riesgos. Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), destaca que aumentar la producción de maíz y arroz requiere un programa de infraestructura hídrica y desarrollo de semillas híbridas en el sureste, donde hay abundante agua. Esto permitiría agregar unos 5 millones de toneladas de maíz y hasta 300,000 toneladas de arroz.