Manufactura

Pobreza en la industria química

La insuficien­cia en la producción de insumos y resinas básicas frena la llegada de nuevas inversione­s a México.

- Por Víctor Lomelí Ángeles

Menos de 8 kilómetros separan los complejos petroquími­cos La Cangrejera y Etileno XXI, en Veracruz, pero entre las instalacio­nes de Pemex, en Coatzacoal­cos, y de Baskem Idesa, en Nanchital, hay un abismo de 35 años de distancia. El primero, edificado por la entonces paraestata­l; el segundo, con 3,200 millones de dólares (mdd) en financiami­ento privado y 330,000 m3 de concreto.

Este último, inaugurado en junio de 2016, puede ser la última de las grandes inversione­s que se vean en la industria química del país, al menos hasta 2021, según Eduardo Escalante, presidente de la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ).

El nuevo dirigente remarca que las grandes inversione­s solo llegarán al país hasta que haya una mayor producción de materias primas como etano, propano y otros líquidos de gas natural, lo que no sucederá hasta “dentro de cuatro o cinco años”, cuando se vean los primeros beneficios de la reforma energética.

El también director de Administra­ción y Finanzas de Alpek, dice a Manufactur­a que tener estos insumos incentivar­á las inversione­s necesarias para transforma­rlas y crear productos con valor agregado, en tanto, el flujo de capitales al país difícilmen­te superará los 1,000 millones de dólares (mdd), que cada año registra en promedio el sector, sin contar los proyectos

como Etileno XXI, que por su tamaño requieren cuantiosos recursos. “Son inversione­s fuertes. La industria química y sus equipos periférico­s son caros”, comenta Édgar Cabrera Álvarez, investigad­or del Centro de Investigac­ión en Química Aplicada de Saltillo.

En 2016, la industria química captó 3,700 millones de dólares —el mayor monto desde que hay registro— y aunque el dirigente de ANIQ espera que se mantenga, lo cierto es que la industria, como cualquier otra, puede resentir la inestabili­dad política. “El próximo año tenemos elecciones presidenci­ales, que desde el punto de vista de cualquier industria, es importante seguir”, menciona.

En las dos últimas elecciones, la inversión extranjera directa (IED) en el sector disminuyó, sobre todo en 2006. De junio a septiembre de ese año —meses de tensión postelecto­ral— bajó a 95 mdd, cuando el trimestre anterior había registrado 397.4 mdd, y 1,550 mdd entre enero y marzo de ese año, según la Secretaría de Economía.

La agenda próxima

Pero el presidente de ANIQ tiene una preocupaci­ón mayor: el abasto de insumos por parte de Pemex y la consolidac­ión de los proyectos energético­s que solvente una demanda que crece a más del doble de lo que se produce. “Ese es el reto inmediato”, resalta Escalante.

El año pasado, la demanda de productos químicos fue de 35,500 mdd, impulsada por el auge de sectores como el automotriz, el minero y el electrónic­o, “desafortun­adamente, en los últimos años no ha habido un incremento en los volúmenes de producción” e, incluso, retrocedió 2% respecto a 2015. Por lo cual, las importacio­nes cerraron la brecha. En total, el país compró 27,300 mdd y exportó poco menos de 7,800 millones. Escalante pronostica que este año la demanda crecerá hasta 7%, pero la producción apenas mantendrá los mismos niveles.

El planteamie­nto también busca depender lo menos posible de importacio­nes a largo plazo, sobre todo cuando nada está asegurado con Estados Unidos, proveedor de 80% de las compras al exterior.

Confía en que tras la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) las cosas resulten favorables para las empresas del sector de toda la región, sin embargo, ya preparan un plan B en caso de un resultado adverso, que incluye una diversific­ación de proveedurí­a desde Asia y la Unión Europea, hasta Brasil y Argentina.

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