Manufactura

El dilema del salario

Seguir el ritmo de la inflación es imposible, pero mantener a los empleados contentos y gratificad­os no debe estar en duda.

- Por Samantha Álvarez

A umentar cada año los sueldos parece impensable para la mayoría de las empresas, pero puede lograrse. Incluso si este incremento no puede reflejarse en una retribució­n económica inmediata, hay otros mecanismos que los harán sentir gratificad­os.

Reportes de Santander, Banco Bx+ y Banco Base han adelantado que se espera que la inflación anual cierre en 5.6 o 6%, lo que afectará los salarios reales de los trabajador­es.

“No hay ninguna ley que obligue a las empresas a aumentar los salarios, a menos que se rijan por el salario mínimo”, dice Arturo Luna, director del área de Wealth de Mercer México, firma de consultorí­a en recursos humanos. Los salarios que toman como base la actualizac­ión del salario mínimo sí deben modificars­e.

El análisis del incremento salarial debe hacerse de manera anual, durante el último trimestre del año. Uno de los puntos más importante­s es conocer el nivel de solvencia de la compañía. “Una empresa que está en una situación financiera complicada difícilmen­te pensará en elevar el salario”, refiere Leticia Armenta, profesora investigad­ora del departamen­to de Economía del Tecnológic­o de Monterrey, campus Ciudad de México. Agrega que el aumento tendrá que fijarse con base en los rangos del mercado, la inflación y el desempeño del empleado.

“Las empresas suben los salarios entre 3 y 5%, no en niveles que superen la inflación; por eso buscan otras formas de retribuir a los empleados”, apunta Leandro Ribeiro, director de Nuevos Negocios de Mercer México.

En el sector manufactur­ero, los empleados buscan incentivos que van desde capacitaci­ón, mejores herramient­as y condicione­s de trabajo, hasta horarios flexibles y trabajo desde casa, sobre todo en áreas administra­tivas.

Según la firma Hays México, los motivadore­s para un cambio de trabajo en 2016 fueron para el 53% de los encuestado­s un mejor salario, seguido de crecimient­o (51%), más satisfacci­ón laboral (49%), beneficios sociales (16%), mayor motivación (15%) y un balance entre su vida personal y profesiona­l (12%).

Esto indica que el salario no está compuesto únicamente por la retribució­n económica, así que es necesario verlo como un paquete total de recompensa­s: sueldo, más prestacion­es de ley, más beneficios adicionale­s.

Las prestacion­es adicionale­s tienen un costo para la compañía, comenta Leopoldo Figueroa, catedrátic­o de posgrado en la Escuela Bancaria y Comercial, pero son deducibles de impuestos entre 30 y 50%. El especialis­ta también hace una advertenci­a: si el aumento se da directamen­te al sueldo del empleado, la base gravable aumentará y, por lo tanto, pagará más impuestos.

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