El dilema del salario
Seguir el ritmo de la inflación es imposible, pero mantener a los empleados contentos y gratificados no debe estar en duda.
A umentar cada año los sueldos parece impensable para la mayoría de las empresas, pero puede lograrse. Incluso si este incremento no puede reflejarse en una retribución económica inmediata, hay otros mecanismos que los harán sentir gratificados.
Reportes de Santander, Banco Bx+ y Banco Base han adelantado que se espera que la inflación anual cierre en 5.6 o 6%, lo que afectará los salarios reales de los trabajadores.
“No hay ninguna ley que obligue a las empresas a aumentar los salarios, a menos que se rijan por el salario mínimo”, dice Arturo Luna, director del área de Wealth de Mercer México, firma de consultoría en recursos humanos. Los salarios que toman como base la actualización del salario mínimo sí deben modificarse.
El análisis del incremento salarial debe hacerse de manera anual, durante el último trimestre del año. Uno de los puntos más importantes es conocer el nivel de solvencia de la compañía. “Una empresa que está en una situación financiera complicada difícilmente pensará en elevar el salario”, refiere Leticia Armenta, profesora investigadora del departamento de Economía del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México. Agrega que el aumento tendrá que fijarse con base en los rangos del mercado, la inflación y el desempeño del empleado.
“Las empresas suben los salarios entre 3 y 5%, no en niveles que superen la inflación; por eso buscan otras formas de retribuir a los empleados”, apunta Leandro Ribeiro, director de Nuevos Negocios de Mercer México.
En el sector manufacturero, los empleados buscan incentivos que van desde capacitación, mejores herramientas y condiciones de trabajo, hasta horarios flexibles y trabajo desde casa, sobre todo en áreas administrativas.
Según la firma Hays México, los motivadores para un cambio de trabajo en 2016 fueron para el 53% de los encuestados un mejor salario, seguido de crecimiento (51%), más satisfacción laboral (49%), beneficios sociales (16%), mayor motivación (15%) y un balance entre su vida personal y profesional (12%).
Esto indica que el salario no está compuesto únicamente por la retribución económica, así que es necesario verlo como un paquete total de recompensas: sueldo, más prestaciones de ley, más beneficios adicionales.
Las prestaciones adicionales tienen un costo para la compañía, comenta Leopoldo Figueroa, catedrático de posgrado en la Escuela Bancaria y Comercial, pero son deducibles de impuestos entre 30 y 50%. El especialista también hace una advertencia: si el aumento se da directamente al sueldo del empleado, la base gravable aumentará y, por lo tanto, pagará más impuestos.