Se ‘corta’ la leche en el TLCAN
Sin un verdadero músculo productivo para satisfacer su demanda, el sector encara tímidamente las negociaciones del TLCAN.
Sin capacidad para satisfacer la demanda local, el sector lechero encara tímidamente la renegociación comercial.
“La cadena se ha estructurado de una manera pertinente, con 65% de producción nacional y 35% importación”, afirma Canilec.
México es el octavo productor de leche del mundo, según reportes de la Secretaría de Agricultura, pero ese “músculo” de poco le valdrá para negociar mejores condiciones con Estados Unidos, a donde envía menos de 32% del millón de litros que exporta anualmente, pero al que le compra unos 3,700 millones de litros, señala la Cámara Nacional de Industriales de la Leche (Canilec).
Desde que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor, el sector incrementó 38% su producción hasta alcanzar, en 2016, 11,607 millones de litros.
Esta cantidad es insuficiente para cubrir los más de 15,000 millones de litros que consumen los mexicanos al año, por eso recurre a importaciones que cubran la demanda del lácteo y sus derivados.
René Fonseca, director de la Canilec —organización que aglutina un 86% de la producción nacional— refiere que desde que arrancó el acuerdo trilateral la industria se ha vuelto más competitiva. “En más de 20 años hemos incrementado la producción en 62%”, comenta.
El alza, reconoce, guarda relación con el aumento demográfico que ha vivido México en ese periodo, el creciente abanico de productos lácteos y la mayor industrialización del sector.
Otros especialistas consideran que el acuerdo ha sido injusto y ha provocado la extinción de 500,000 productores, debido a la creciente importación de lácteos y las condiciones desiguales que enfrentan algunos lecheros respecto a Estados Unidos, principal fabricante de lácteos. El año pasado ese país produjo unos 97,551 millones de litros, según los datos vertidos por la Sagarpa y el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) en el documento Panorama de la leche en México.
“No se compite en igualdad de condiciones. En Estados Unidos dan enormes subsidios al sector, lo que genera un efecto de dumping con el que no puede competir el pequeño y mediano productor mexicano”, comenta Abel Pérez Zamorano, economista de la Universidad Autónoma Chapingo.
Además, entre 2008 y 2014, Estados Unidos ha subvencionado con 1,900 millones de dólares a su industria láctea, lo que reduce significativamente los precios de sus productos, según datos de Environmental Working Group, una organización medioambiental.
¿QUÉ DEBEN NEGOCIAR?
El mapa de la redefinición del TLCAN dibuja condiciones poco favorables para el sector. Las cifras muestran una marcada dependencia lechera de producto estadounidense y un bajo protagonismo de las exportaciones mexicanas hacia el vecino país.
“No esperamos que haya grandes cambios. México exporta leche a EUA y ellos nos venden sus excedentes”, comenta Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas.
Frente a la desaparición de unos 500,000 pequeños productores, Pérez Zamorano cree que México debe volver a proteger a la industria lechera con aranceles que limiten las compras del exterior.
René Fonseca, director de Canilec, difiere de esta medida, sea de México a Estados Unidos o viceversa: “No creemos que sea oportuno volver años atrás. El TLCAN ha servido para hacer más competitiva a la industria, que está más tecnificada y hasta llegamos a exportar casi 10% de nuestra producción el año pasado”.
Sin embargo, la mecanización no es una regla universal en el campo mexicano. Una cuarta parte de los productores del sector agrícola usaba tracción animal en sus explotaciones, mientras que, en Estados Unidos, un 84% de las unidades agrícolas tiene al menos un tractor, según investigaciones realizadas en 2014 por Abel Pérez, de Chapingo.
¿HISTORIA SIN FIN?
Lo que sí pretende la Canilec es mayor agilidad burocrática para facilitar el acceso de los lácteos mexicanos al país vecino. “Es mucho más fácil para una empresa estadounidense entrar a México que al revés. Y queremos un trato igualitario”, expone el vocero de Canilec.
Pero de algún modo, dice, la realidad nos ha llevado a identificar que “la cadena se ha estructurado de una manera pertinente con 65% de producción nacional y 35% de importación”. Así, la menor producción nacional sugiere que lo ideal es que al menos esta relación se mantenga.
Zambrano difiere: “hace años éramos totalmente autosuficientes, podríamos volver a esa situación”, pero Fonseca señala que para ello se necesita una estrategia integral que ayude a identificar las zonas del país donde se pueda incrementar la producción a partir de los recursos disponibles del lugar (agua y tierra). “Desgraciadamente esa es una información que no tenemos. No contamos con ella”, afirmó Fonseca a Manufactura en junio.
Carlos Anaya, de Mercados Agrícolas, añade que para lograr el objetivo es esencial que Sagarpa conceda, en vez de subsidios, incentivos para incrementar el uso de tecnología en el campo mexicano.
Pero, “mientras no aumentemos la producción, tocará traerla de fuera”, concluye. (Con información de Víctor Lomelí)