EL AUTO CON ADN DE AVIÓN
Después de Mastretta, VUHL intenta probar suerte en el segmento de autos deportivos.
VUHL prueba suerte en deportivos.
Fue casi inevitable que los hermanos Echeverría se dedicaran al diseño y la fabricación de coches de pista. Ambos crecieron en este ambiente, pues cada semana acompañaban a su padre, el piloto Guillermo Echeverría, al Autódromo Hermanos Rodríguez.
En 2010, Guillermo e Iker entraron a este negocio con su marca VUHL, con la que fabrican 25 coches al año en una planta en Querétaro. Modelos de 109,900 dólares (casi 2 millones de pesos), que gracias a su estructura ultraligera, similar a la de los aviones, pasan de los 0 a los 100 km/h en 3.2 segundos. Cada VUHL pesa entre 500 y 800 kilos, menos que un Smart.
Ubicar la planta en Querétaro fue estratégico para tener acceso al clúster de proveeduría aeroespacial instalado en la entidad y a ingenieros aeroespaciales y mecatrónicos. A solo dos años de su lanzamiento, el auto mexicano ya se vende en cinco países.