COLUSIÓN SIN FRENOS
Casos y costos de una proveeduría desleal en el sector automotriz.
Una proveeduría automotriz desleal.
Hace cinco años, General Motors, que opera tres plantas en México, pidió a Denso y Mitsubishi cotizaciones de compresores de aire acondicionado, sin saber que pagaría un sobrecosto adicional.
Ambos fabricantes de autopartes intercambiaron información para manipular el precio de los equipos, según una investigación de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) que, en 2016, los multó con 72 millones de pesos.
En lugar de participar de manera independiente como competidores, fijaron un mismo precio y General Motors —que declinó hablar sobre este tema— adquirió los componentes durante tres años con costos mayores. Un “sobreprecio resta competitividad a las armadoras, pues las autopartes representan uno de sus principales costos operativos, además de la mano de obra”, dice Arturo Orozco, profesor especializado del IPADE.
Además, “el costo del componente es el principal factor de decisión en una compra”, agrega Raúl Tornel, gerente de Relaciones Públicas de JK Tornel, fabricante de neumáticos y proveedor de armadoras.
El caso de Denso y Mitsubishi es la punta del iceberg. A escala global, hay al menos otra decena de prácticas de colusión entre cerca de 20 fabricantes de autopartes, documentados por los gobiernos de Estados Unidos, India, la Unión Europea y China. Aquí las más representativas.