El valor agregado es la clave
La innovación una de las claves para reactivar el sector y al mismo tiempo reducir los insumos importados.
Poco más de dos dólares separan el costo por kilogramo de polipropileno del de polipropileno mezclado con aserrín. ¿La diferencia? Al mezclar el termoplástico con el residuo de la madera se pueden crear productos de alta resistencia y duración como los WPC (Wood Plastic Composite) usados mayormente en industrias de la construcción, automotriz, herramientas y muebles, entre otros.
El polipropileno se deriva de la polimerización del propileno, un gas asociado al petróleo que resulta de su refinación. Desde hace más de una década Pemex solo produce este último, dejando de lado el valor agregado que puede tener su transformación.
“El kilo de polipropileno en el país cuesta 1.7 dólares, cuando un productor alemán lo mezcla con 50% de aserrín y lo vende en casi cuatro dólares… Ese es el valor agregado”, dijo Rafael Blanco Vargas, presidente del Centro Empresarial del Plástico en una ponencia sobre innovación petroquímica en el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), en septiembre.
El también experto del Instituto Mexicano del Plástico Industrial (IMPI) sugiere que se retome la producción de polipropileno no como commodity.
José Ramón Montiel, presidente nacional del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIQ), coincide en que es necesario dejar de ser solo vendedores de materias primas para volverse también fabricantes de productos especializados, como fertilizantes, fibras sintéticas, láminas, entre otros.
En países como Japón o Alemania, que no tienen petróleo pero tienen alta tecnología, ponen la química en alto nivel. “Alemania no solo apuesta ser el mejor en química, también en el sector automotriz”, resalta en entrevista con Manufactura.
Antes todo se centraba en la primera fase de la petroquímica —la extracción de la materia prima— sin embargo, ahora las cosas son distintas, señala Oliverio Rodríguez, director del Centro de Investigación de Química Aplicada (CIQA).