LA PRODUCCIÓN DEL FUTURO
Julio Serna, AT Kearney.
Los avances en las cinco tecnologías disruptivas —internet de las cosas/ conectividad, inteligencia artificial, wearables, robótica avanzada e impresión 3D— están impulsando la cuarta revolución industrial en todo el orbe con alcances inimaginables; pero para cada una de estas tecnologías existen temas relevantes que entender sobre su estado actual y el impacto futuro sobre los procesos industriales. Entre ellas el valor que agregan estas tecnologías al piso
de fábrica y cómo cambian el aspecto físico de las instalaciones incluyendo el layout, la ubicación y la red de activos.
Vale la pena entender y analizar el valor que tienen en el costo de producción y las ventas de la
compañía al poder otorgar nuevos servicios y modelos de negocio, así como la redistribución y reconfiguración de las cadenas de suministro de la industria a partir de su adopción.
También es relevante conocer el impacto que tienen sobre la
sociedad y el individuo. Para ello es vital entender de qué manera modificará su incorporación en el crecimiento económico y la sustentabilidad de un país, el efecto que tendrá en la dinámica laboral con la supresión de plazas tradicionales o perfeccionamiento de las mismas.
Es claro que estas tecnologías tocan cada etapa de la cadena de valor de las empresas y su convergencia genera una nueva serie de decisiones estratégicas relacionadas con la creación de valor.
Aun así, las compañías no solo deben pensar cómo cada una de estas tecnologías repercutirá en su cadena de valor y definir una estrategia digital, sino también la manera como podrían colaborar con las entidades gubernamentales para definir una estrategia digital para todo el país.
En ese sentido, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en colaboración con A.T. Kearney definió un marco de trabajo para medir la preparación de los países en términos de estas tecnologías digitales.
Esta estrategia sirve para generar visibilidad sobre palancas clave necesarias para adaptar los sistemas productivos a la luz de estas tecnologías.
Este marco identifica cinco impulsores de la producción futura, así como una serie de métricas y submétricas para evaluar el nivel de preparación de un país. Innovación y tecnología. Las capacidades de innovación serán
fundamentales para la adopción de nuevas tecnologías. Las métricas consideradas para medir este impulsor son: intensidad de investigación (actividades de I+D), actividad industrial, disponibilidad y uso de TIC, sofisticación (relacionado con tecnologías, por ejemplo, adopción de impresión 3D, robots industriales, etcétera). Capital humano y habilidades. En esta nueva revolución industrial el conocimiento será cada vez más importante, las capacidades requeridas para ser exitoso también cambiarán significativamente; contar con personal capacitado y educado será necesario para ser exitoso. Las métricas para esta dimensión son: resultados de la educación, agilidad y adaptabilidad de la fuerza laboral, inclusividad (en los mercados laborales), habilidades de la fuerza laboral, migración.
Regulación y gobierno. Las regulaciones impuestas por el gobierno pueden alentar o impedir
la adopción de nuevas tecnologías. Aquí, las métricas incluyen: calidad de las instituciones, seguridad digital y protección de datos, incentivos para la innovación, barreras para el comercio Recursos naturales y sustentabilidad. En adelante el uso de nuevas tecnologías será limitado por recursos limitados e imperativas de sustentabilidad. Aquí las métricas son: entradas y costos de energía, economía circular (reciclaje), prácticas de sustentabilidad, clima, aire (calidad), agua. Economía, comercio e inversión global. El comercio global es clave para el futuro de la manufactura, no solo por la IED para capital, sino también para la transferencia de conocimiento y definición de las cadenas de valor más eficientes. Las métricas en este caso son: infraestructura de comercio, desempeño comercial, inversión, certificación y acreditación.
El marco del WEF busca generar un esquema común y consistente para el diálogo y la generación de asociaciones gobierno-industria, así como identificar los temas principales en los que es necesario tomar una acción y las palancas que líderes de gobierno e industria pueden utilizar para prepararse mejor para el futuro de la producción.
Las empresas pueden utilizar este marco para identificar aspectos en los que deben trabajar con el gobierno para mejorar la preparación del país y poder aprovechar, al mismo tiempo, el valor que prometen las nuevas tecnologías tanto en el piso de manufactura como para los trabajadores. Con esto, las compañías podrán identificar sus áreas de oportunidad y anticiparse oportunamente a la revolución tecnológica que se avecina en todo el planeta.