No hay vida
Es posible también que la fábrica del futuro sea algo distinto: una instalación compacta sin humanos operada por un mix de robots y sistemas de inteligencia artificial. Tal como lo previó el escritor Philip K. Dick, en 1955, con su cuento titulado Autofac, pero esto, que era ciencia ficción, hoy ya es una realidad.
Por ejemplo, Fanuc, la empresa japonesa de manufactura de robots, opera en la localidad de Tsukuba una instalación donde produce, virtualmente y sin intervención humana, 4,000 autómatas cada mes, lo que les permite operar con el aire acondicionado y las luces apagadas; de allí el término de manufactura lights-out.
Otro caso: Symbotic, firma de automatización, tiene una bodega en las afueras de Boston en donde los humanos no pueden caminar por sus pasillos, pues están diseñados para el tamaño de los robots que la operan.
Algunas empresas se encuentran en esta transición. En 2012, la firma Rethink Robotics introdujo al mercado su robot Baxter, adaptado con sensores que le permiten codearse con humanos y sistemas que combinan autómatas con inteligencia artificial para mover artículos en plantas y almacenes.
La industria aún requiere de una mayor integración entre sus robots y los sistemas de inteligencia artificial (IA), dice Adriana E. Torres, country head de Tata Consultancy Services en México, que publicó este año un estudio sobre el impacto de la IA en los procesos de manufactura, “encontramos que 85% de los líderes empresariales entrevistados usa por lo menos algún tipo de AI en sus operaciones”.
Uno de los retos para la inteligencia artificial es tener la capacidad de lidiar con eventos inesperados, como errores en la cadena de suministro, defectos en los productos, fallas en el suministro de electricidad y ataques cibernéticos.
Simon Eagle, socio de Camelot Management Consultants, especializada en la digitalización de la cadena de suministro, cree que no es necesario que las fábricas del futuro prescindan de los seres humanos, “en industrias como la farmacéutica, la creación de recetas personalizadas abre un enorme horizonte a la automatización de los procesos, al punto que puedan gestionarse de manera autónoma, aunque otras partes de la gestión de la fábrica se mantengan en manos humanas”.