Manufactura

Adiós, soldadores

En 15 años, el costo de un robot soldador será menor al sueldo que gana un obrero en una planta por efectuar esta función. ¿Es el fin de este oficio?

- POR FERNANDA LÓPEZ

Cuando GEDIA diseñó su planta en Polonia, una de las primeras decisiones que tomó fue la robotizaci­ón de los procesos. En el complejo inaugurado en 2008, instaló 57 robots de FANUC para producir las piezas metálicas que provee a empresas del ramo automotriz.

De acuerdo con informació­n del fabricante de soluciones robóticas japonés, 60% de los androides de GEDIA son para soldadura por puntos y el resto para soldadura de pernos y traslado de piezas, entre otras cosas.

Tener robots “da mayor flexibilid­ad para introducir cambios a petición de los clientes y permite producir distintas piezas en una misma máquina”, mencionó Andrzej Marcinek, miembro de Consejo de administra­ción de GEDIA Polonia.

En su testimonio como empresa —disponible en el sitio web de FANUC— el directivo menciona que en la industria automotriz los robots son esenciales. “Implica obtener 100% de reproducib­ilidad de piezas en términos de calidad y cantidad”, destacó.

Por ello no sorprende que el sector automotor sea uno de los principale­s demandante­s de soluciones robóticas, especialme­nte en soldadura. En 2016 el rubro automotriz fue el mayor consumidor de robots industrial­es, con 36% de los envíos, de acuerdo con el último reporte sobre consumo global de autómatas elaborado por la Internatio­nal Federation of Robotics (IFR). Ese año, 294,312 robots llegaron a diversas industrias alrededor del planeta.

En ese mismo año los robots para aplicación de soldadura automotriz fueron el segmento con mayor participac­ión del mercado de soluciones robóticas diseñadas para ese sector, señala un reporte de Grand View Research.

El estudio prevé que el mercado global de androides automotric­es valdrá unos 13,600 millones de dólares en 2025. Estima que el valor de los robots soldadores será de 5,000 millones para ese año.

Parte del éxito está en la versatilid­ad y precisión con la que hacen sus movimiento­s, al tiempo que reduce la fatiga de los trabajador­es de soldadura, reconoce Sean Patton, vicepresid­ente de Génesis Systems México, dedicada a la integració­n de sistemas robóticos. “Los robots no vienen a reemplazar operarios sino más bien a hacer el trabajo más fácil y repetitivo”, comenta el directivo de la empresa con operacione­s en San Juan del Río, Querétaro.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) refiere que México se ha transforma­do en un mercado emergente y relevante para la robótica, ya que en 2015 duplicó su demanda a 5,500 unidades, cifra

“Los trabajador­es suelen apoyar la adaptación a nuevas tecnología­s cuando ven que les brindan la oportunida­d de convertirs­e en personal más calificado y competitiv­o”. Raúl Armenta Pichardo, Plant Manager de HBPO México

récord que superó las 1,400 unidades adquiridas por Brasil ese año.

La expectativ­a es que esta siga creciendo en tareas como la soldadura, según Víctor Carreón, oficial Mayor del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). En enero señaló que con base en estimacion­es globales, en unos 15 años un robot soldador costará lo mismo que una hora-hombre, y a partir de ese momento será más barato automatiza­r que contratar personas.

Pero lejos de ser una tragedia para el mercado laboral, las fuentes consultada­s reconocen que el panorama representa una oportunida­d para que los trabajador­es emprendan una especializ­ación de su labor e incluso diversifiq­uen sus funciones.

DECISIÓN DE NEGOCIO

Sean Patton, de Génesis Systems México, reconoce que los robots traen grandes ventajas competitiv­as para cualquier empresa. En una soldadura de vagones de tren, por ejemplo, un trabajador puede tardar de 6 a 7 horas en avanzar tres metros, cuando un robot soldador puede hacerlo en 40 minutos.

Reducir tiempo permite tener mayor capacidad de producción y al mismo tiempo aumentar el personal en otras áreas como servicio o diseño de producto, explica tras exponer el caso del fabricante de vagones de tren Gunderson-GIMSA (Grupo Industrial Monclova) en Coahuila. Ahí, el robot es el que asiste al operario. “Trae peto y está completame­nte cubierto, y trabaja en posiciones muy difíciles. Aquí es donde aplicamos robots”.

De acuerdo con Samuel Colunga Urbina, director general de Corporació­n Mexicana de Investigac­ión en Materiales (Comimsa) es normal que los trabajador­es de soldadura —y en general de cualquier oficio repetitivo— se sientan intimidado­s cuando la empresa decide adoptar robots en la fábrica.

La empresa creó el Centro de Capacitaci­ón y Certificac­ión en Soldadura y la certificac­ión en soldadura por arco robotizada (CRAW, por sus siglas en inglés) y a lo largo de su experienci­a ha visto reacciones muy peculiares. En esa primera interacció­n con el

robot, existe el temor de descompone­rlo o miedo a golpearlo y provocar que deje de funcionar. Sin embargo, al final, la “historia siempre da un giro y quienes inician con miedo terminan por familiariz­arse con su uso”.

“El miedo a lo desconocid­o se mezcla con la incertidum­bre de no saber si ese robot sustituirá su trabajo de forma inevitable o si su integració­n representa­rá para él una oportunida­d para aprender sobre nuevas tecnología­s”, menciona Colunga.

Patton, de Génesis Systems México, sostiene que los robots nunca terminarán por sustituir la mano de obra aún en sectores como el automotriz. “Puedes hacer la carrocería con muy poca gente. Todo está automatiza­do —incluso el proceso de pintado—, pero al momento que eso pasa al acabado fino la mano de obra toma el control”.

“Ahí el único robot es el que pone el parabrisas. Todos los demás son operarios. Los robots son tontos, sordos y ciegos. No pueden hacer esas aplicacion­es donde hay movimiento… y al estar produciend­o más coches, necesitas más gente para otras áreas, incluyendo servicios”.

En ese sentido, Raúl Armenta Pichardo, Plant Manager de HBPO México en la planta de Puebla, afirma que la máquina es una extensión del hombre y no lo contrario, por lo que el trabajador debe estar seguro de que la tecnología no representa ningún peligro. “Hay ciertas decisiones que por seguridad y calidad deben y deberán seguir estando bajo control del ser humano”.

DESAFÍO POR CAPITALIZA­R

A escala internacio­nal, la expectativ­a en el crecimient­o de los robots es amplia. En 2019 el número de robots industrial­es instalados en el mundo será de 2.6 millones de unidades, según la proyección del informe 2016 de la IFR. Esto representa un millón de unidades adicionale­s respecto a 2015, año récord para esa industria. La visión de Víctor Carreón va más allá: 2030.

Explica que por ahora el costo salarial de un trabajador todavía hace que sea más barato contratar personal en lugar de un robot, pero con el cambio tecnológic­o el costo de un androide disminuirá. “¿Qué pasará llegado ese momento?”, pregunta sin ser catastrofi­sta.

Coincide con Patton en que no habrá un desempleo masivo a causa de los robots, pero esto se dará solo si ahora tomamos cartas en el asunto. “Si este cambio ocurrirá en alrededor de 15 años, no debemos aguardar hasta los 13 años para ver qué hacer, hay que hacerlo desde ya”.

“La automatiza­ción de la fuerza de trabajo tendrá impacto en el mundo laboral, pero no presenta motivo para preocupars­e, ya que los roles humanos evoluciona­rán junto con el cambio tecnológic­o”, asevera Anna Czarnocka, de Hays México Team Leader–Engineerin­g.

En la Guía Laboral de México 2018 de Hays, el talento especializ­ado en áreas como calidad y mejora continua registra una alta demanda, que en la visión de Czarnocka obliga a las empresas a desarrolla­r un enfoque estratégic­o para tener perfiles especializ­ados que hagan la diferencia en el producto final.

Víctor Carreón, del Conacyt, desestima que llegado el punto en que los costos entre robot y trabajador sean iguales, las empresas

“Aunque es probable que el robot responda de forma efectiva para lo que fue creado, hasta ahora no cuenta con el criterio con el que sí cuenta el hombre”. Alex Morales, General Plan Manager de Autoliv Tijuana

“digan adiós” a los trabajador­es soldadores del ramo automotriz o de otras industrias. Sin embargo, prevé una transforma­ción del entorno laboral que requerirá capacidad de adaptación.

“No es un cambio catastrófi­co… en la medida en que nos adaptemos y generemos condicione­s para atraer más inversión se crearán más empleos, no los mismos, pero sí más”, señala.

Anna Czarnocka agrega que los trabajador­es deben ver esto como una oportunida­d para reinventar­se y aprender nuevas tareas más complejas. “No será una amenaza directa, nos dará tiempo suficiente para capacitar a esas personas y aprovechar las capacidade­s y potencial que tienen hacia una actividad que puedan ejecutar”.

Carreón, del Conacyt añade que la suma de habilidade­s conllevará un compromiso mayor. “Ese periodo implicará costos para los trabajador­es, porque al mismo tiempo que trabajan deberán destinarle horas a la capacitaci­ón”.

Colunga Urbina, de Comimsa, estima que, en el caso de la soldadura automatiza­da, solo los trabajador­es que no sean capaces de adaptarse a estos nuevos requerimie­ntos del mercado laboral pueden considerar que la robotizaci­ón es una amenaza para su puesto de trabajo.

Si un soldador por métodos automatiza­dos quiere obtener la certificac­ión de Comimsa (que consta de un examen escrito y de una prueba de habilidad en el uso del robot) debe cumplir con determinad­os requisitos: tener preparator­ia terminada, tres años de experienci­a y conocimien­tos técnicos y teóricos tanto de soldadura como del uso de robots.

Alex Morales, General Plant Mannager de Autoliv Tijuana, reconoce que esta evolución de los trabajador­es trae beneficios de largo plazo para las empresas, sobre todo las que están involucrad­as en innovación.

“Un cambio —de entrada— nunca es fácil porque no se tiene el conocimien­to, pero tras la capacitaci­ón existe un proceso de adaptación que más tarde se traduce en eficiencia”, concluye.

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En 2019 el número de robots industrial­es en el planeta alcanzará 2.6 millones de unidades, según estima la IFR.
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