PIONERO
A Honeywell el mundo le debe algo más que la invención del termostato eléctrico.
De hecho, apenas si hay registro de que alguna vez fabricó ese dispositivo, y la empresa que nació a finales del siglo XIX no se parece en nada a la de ahora, con presencia en una decena de actividades y ramas industriales altamente tecnológicas como aeroespacial, energía, transporte, diseño de materiales y automatización, solo por citar algunas. No solo eso. Con casi un siglo de operaciones industriales en México —primero en el ramo petrolero y luego en el manufacturero— en los últimos 10 años ha tomado la vocación de cambiar el rostro de sus operaciones aeroespaciales en México por uno de diseño, innovación y valor agregado, en el que aspira a ser todo un jugador determinante.
Craig Breese, presidente de Honeywell para América Latina, asegura que México es uno de los países con mayor potencial de crecimiento —comparable con China e India—, de ahí la apuesta de la empresa.
“México, para nosotros, fuera de Estados Unidos, es el mercado donde más empleos tenemos y es clave para el crecimiento de Honeywell en el futuro”.
No es únicamente porque tiene 15 plantas de manufactura y ensamblem y más de 17,000 empleados. En 2017 inauguró en Azcapotzalco —al norte de la Ciudad de México— su primer centro de Investigación y Desarrollo para soluciones tecnológicas en el país, y su cuarto en el mundo (los otros están en China, India y República Checa), que emplea a 200 investigadores de universidades públicas y privadas para atender rubros como aeroespacial, energía, construcción, transporte, manufactura y otros.
A ese anuncio le siguió la inauguración, este año, de un túnel de viento en su Centro de Investigación y Tecnología de Mexicali (MRTC, por sus siglas en inglés) que opera desde 2007 en Baja California, el cual servirá para hacer pruebas de turbinas de sus principales clientes. Sin duda, un hito para la industria aeroespacial local.
“Tenemos dos fábricas aeroespaciales, una en Mexicali y otra en Chihuahua, pero no son solamente de manufactura; se trata de centros de diseño y de experimentación”, agrega Craig Breese.
Esto lo avalan los expertos. “Honeywell es un actor clave para impulsar la industria 4.0 en nuestro país”, reconoce Bruno Juanes, socio responsable de Innovación y Manufactura en Deloitte México.
Una empresa que vuela
Sin menospreciar la relevancia que puede tener en otros segmentos, Bruno Juanes considera que el sector aeroespacial y de defensa es la mayor fortaleza de Honeywell, donde es un jugador “top 3 y de los más determinantes” como proveedor de tecnología. Prueba de esta fortaleza es el MRTC, que alberga el Laboratorio de Sistemas Integrados (SIL, por sus siglás en inglés). Su función principal es hacer pruebas y validaciones de aeropartes y componentes sometiéndolas a temperaturas congelantes o extremas, altas presiones y otras condiciones que enfrenta una aeronave en vuelo; así como desarrollo de nuevos materiales.
Desde 2007 trabaja con OEM en la prueba de productos y tecnologías. “El SIL es un banco de pruebas, básicamente. Ese es el core del Laboratorio y, en cierto sentido, del Centro, en cuestión de diseño y prueba de materiales”, comenta Ricardo García, director del MRTC. El SIL tiene una longitud de 35 metros, la misma que un Boeing 737 y cercana a un Airbus A320; esto, con el fin de simular el comportamiento de la estructura en un escenario más real.
El lugar está equipado, por ejemplo, con varios ductos de aire para crear atmósferas extremas, con temperaturas que pueden ir de los 1,200 grados Fahrenheit (648 °C) a –40 grados Fahrenheit (–40 °C), según el tipo de prueba.
La primera plataforma en la que trabajó este centro fue el A350, de Airbus —quien, según Ricardo García, era un cliente escéptico respecto a las capacidades del MRTC—. El proyecto fue, de hecho, un parteaguas para la industria aeroespacial en México y para Honeywell, pues la empresa fungió, por primera vez, como integrador de sistemas mecánicos, pese a ser un proveedor Tier 1 de la industria. Antes, la integración la hacía el propio ensamblador, añade.
Entre junio y julio de 2013, el A350 voló por primera vez en el Paris Airshow y, como era de esperarse, hubo “fallas”, dice Ricardo García. “Lo que hicimos fue replicar el error. El laboratorio puede replicar cualquier condición que podría enfrentar un avión comercial en cuestión de altitud, temperaturas, de presiones, de flujos de aire, si está en modo de despegue, aterrizaje, modo crucero; todo —señala—, eso ayudó a reducir el tiempo de ciclo del A350 y ser más ágiles para encontrar cambios o mejoras”. Ahora, en el RTC, trabajan en el sistema mecánico de aire que contiene el avión Boeing 777X, reemplazo del triple 7, especial para vuelos intercontinentales, en el que harán pruebas con el recién incorporado túnel de viento.
Este centro es una muestra de las intenciones de Honeywell en México. “El rol que juega es muy importante, pues no solo tiene la voluntad de hacer inversiones en manufactura, sino en cambiar un modelo de bajo costo por uno más sofisticado”, agrega Bruno Juanes, de Deloitte.
Este proyecto es parte de una visión estratégica de la empresa para migrar su ADN de una compañía industrial a una compañía de
software industrial. “De 22,000 ingenieros que tenemos —muchos de ellos en México— la mitad ya es ingeniero de software”, dice Craig Breese. Una empresa como Honeywell, explica, ahora es un exponente del internet industrial de las cosas (IIoT), que no solo fabrica productos tangibles, sino que crea ecosistemas de datos y análisis inteligente. Y eso, concluye, pocos lo han hecho en México, más allá de su discurso.