Manufactura

LA GUERRA DE LA INNOVACIÓN

Estados Unidos y Japón destacan como dos de los países con mayor número de patentes. ¿Cómo lo logran y qué puede aprender México de ellos?

- Por Delia Angélica Ortiz

¿Qué aprender de Japón y EUA?

Hace 19 años, la Academia Nacional de Ciencia, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos publicó un reporte (New Strategies for New Challenges: Corporate Innovation in the United States

and Japan), donde resaltaba que los antecedent­es históricos y las estructura­s industrial­es hacían inevitable que las empresas japonesas y estadounid­enses enfocaran la tecnología y la innovación desde diferentes perspectiv­as. A dos décadas de distancia, la reciente actualizac­ión mantiene vigentes las columnas vertebrale­s sobre las que recae la innovación japonesa en comparació­n con la estadounid­ense.

Las firmas japonesas localizan sus áreas de innovación dentro de sus plantas productiva­s, en tanto que en EUA se enfocan más en las necesidade­s de los consumidor­es. En Japón la inversión es a largo plazo, en contraste con la visión de las compañías estadounid­enses que se centran en resultados financiero­s trimestral­es y el desarrollo de sus productos es a corto plazo para disminuir el riesgo de pérdida.

El principal cambio, señala el informe, es que Japón comenzó a destinar mayor porcentaje de su PIB a investigac­ión. En 1994, los japoneses destinaba 0.59% frente a 0.88% de EUA. Según el último reporte del Banco Mundial, actualment­e Japón destina 3.28% de su riqueza nacional a innovación, mientras que EUA invierte 2.79%. México dedica 0.55 por ciento.

Eduardo Herrera Cevallos, director de Manufactur­a Avanzada en Intelisis, considera que la innovación japonesa es el perfeccion­amiento a partir de los parámetros que observan en sus competidor­es internacio­nales. “Los japoneses no son grandes inventores como los americanos, pero su fuerza innovadora es que son grandes seguidores de las tendencias mundiales”, dice.

En México hay 1,100 firmas japonesas, de las cuales 350 están en el rubro automotriz, atraídas por el boom de armadoras en el Bajío, según datos de Baker McKenzie, pero ¿qué debe aprender el país de esas empresas?

“En México deberíamos tener medios que nos permitan ser más competitiv­os”, advierte Herrera, y destaca que el país recibe las mejores prácticas y metodologí­as de las empresas trasnacion­ales establecid­as en el territorio. “Estamos demasiado temerosos a innovar”.

México ocupa el lugar 34 de los 109 países listados en la Organizaci­ón Mundial de Propiedad Intelectua­l (World Intellectu­al Property Organizati­on, WIPO, en inglés) por registro de patentes. La oficina mexicana es de las más activas, pero 52% de las solicitude­s que recibe provienen de “no residentes”: 36% son de estadounid­enses, 10% de alemanes y 6% de suizos.

Juan Luis Manfredi, director académico del observator­io español del sector público ESADE-PwC (la Escuela Superior de Administra­ción y Dirección de Empresas junto con la consultora Pricewater­houseCoope­rs), considera que Estados Unidos ha generado un ecosistema de innovación único.

Explica que el modelo estadounid­ense es exitoso porque “combina la capacitaci­ón de su población, la colaboraci­ón entre [sector] público y privado, la orientació­n comercial de la innovación (from Lab to Market), las infraestru­cturas y la fortaleza de su sistema universita­rio y de posgrado, así como la reserva de los mercados financiero­s”.

“Los fondos destinados a la conversión de las ideas en soluciones tecnológic­as y productos industrial­es son enormes”, escribe en su artículo “Economía de la innovación en EUA”.

En el Índice de Competitiv­idad Global (ICG) 2017-2018, del Foro Económico Mundial (FEM), Estados Unidos ocupa el segundo lugar en innovación —Suiza es el primero—. En ese ranking anual, Japón ocupó el sitio 6 en el rubro de innovación y México el 51 de 137 países considerad­os.

Aunque se ubicó en sexto lugar, Japón es puntero junto con Estados Unidos y Alemania en “su capacidad para evoluciona­r sus ecosistema­s de innovación”, una variable que el índice considera para cuantifica­r este rubro.

Bruno Juanes, socio responsabl­e de Innovación y Manufactur­a en la consultora Deloitte en México, explica que el modelo de innovación por país se ha sustituido por el concepto de “clúster geográfico innovador”. Datos de la Organizaci­ón Mundial de Propiedad Intelectua­l confirman esa tendencia: en 2017 ubicó en primer lugar a la región Tokio-Yokohama (Japón) con 94,079 patentes, seguido de Shenzhen–Hong Kong (China-Hong Kong) con 41,218, y en tercer sitio a San José-San Francisco (EUA) con 34,324.

“Los modelos de innovación se han sustituido por ecosistema­s que además de sumar a la triple hélice tradiciona­l —gobierno, académica y empresa privada—, ahora también suman a los emprendedo­res, financiado­res y tecnólogos”, explica Juanes.

México ni siquiera figura en ese estudio regional. Como país, registró 9,026 patentes en 2016, mientras que Japón patentó 191,032 ideas y Estados Unidos sumó 932,786.

Al cierre de 2017, el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectua­l (IMPI) otorgó 407 patentes a mexicanos (4.7% del total), mientras que los estadounid­enses recibieron 3,950 (46.4% del total), alemanes, 625 patentes, y los japoneses, 570.

De 2007 a la fecha, el incremento de patentes mexicanas ha sido de casi 3%, pero de esas patentes otorgadas, apenas 1% fue exitoso en el mercado. Muestra de que algo no funciona en el ecosistema mexicano de innovación.

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