Manufactura

ACUACULTUR­A DE ALTO VALOR

Productore­s de sardina, ostión y harina de pescado conquistan nuevos mercados a partir de la innovación en sus procesos.

- Por Ernesto Perea

La innovación detrás de los procesos.

Degustar un poco de vino o mezcal con sardina es quizá una de las últimas opciones para acompañar estas bebidas. La empresa Internatio­nal Samg no solo pensó lo contrario, sino que encontró en este producto una clave para conquistar nuevos mercados. Es uno de varios casos en los que la innovación ha sido clave para llevar la acuacultur­a mexicana a otro nivel.

En 2011, la empresa de Baja California emprendió el camino para hacer del producto algo premium, al ofrecerlas ahumadas en filete, con aceite de oliva o mostaza, o bien, chorizo de sardina.

El desarrollo del producto implicó cambiar la presentaci­ón en lata con salsa de tomate por un empaque metálico con atmósfera modificada y una inversión continua que a la fecha alcanza 2 millones de pesos, comentó Stephen Martínez Guerrero, director de la procesador­a de sardina. Los recursos se destinaron para adquirir tecnología de formulació­n y mezcla de gases, así como para cambiar el empaque.

Martín Téllez Castañeda, especialis­ta de la Subdirecci­ón de Pesca, Forestal y Medio Ambiente de los Fideicomis­os en Relación con la Agricultur­a (FIRA), del Banco de México, reconoce que la pesca y acuacultur­a son actividade­s que pueden ser más rentables con innovación en tecnología­s y sistemas de cultivo.

La selección genética, por ejemplo, permite obtener las caracterís­ticas deseadas en especies como el salmón. Con esta técnica, dice, el ciclo productivo para obtener una talla comercial ideal se acorta de dos a un año, mientras que en el cultivo de camarón el sistema de maternidad temprana se acortó en dos meses.

Harina y ostiones de exportació­n

Internatio­nal Samg ha sabido capitaliza­r su inversión al orientar su producto a consumidor­es que están dispuestos a pagar por un producto premium dentro y fuera del país. Entre 2016 y 2017, alrededor de 30% de las 15,000 unidades (de 75 gramos) que produjo cada mes, las exportó a California, Estados Unidos. Ahí, una bolsa de sardina ahumada se paga hasta en 8 dólares, mientras que en México el costo alcanza 35 pesos, de acuerdo con Martínez Guerrero.

Para la empresa Industrias del Pacífico, ubicada en Yavaros, Sonora, la inversión en tecnología e innovación ha sido la clave para exportar 80% de las 10,000 toneladas de harina de pescado que estiman producir en 2018. Del volumen, entre 80 y 90% tendrá como destino el mercado asiático: China, Japón, Taiwán, Corea del Sur e Indonesia, y el resto irá a Estados Unidos, expresa el director de esta empresa familiar, David Angulo Rodríguez.

En 2003, la compañía compró en Chile su primera evaporador­a, con la que aprovechan 100% del pescado al recuperar el aceite que se desperdici­aba durante la producción de harina. La máquina era usada y su precio fue de unos 7 millones de pesos.

“Si no nos hubiéramos embarcado en el proceso de innovación sustentabl­e hace años hubiéramos desapareci­do”. Industrias del Pacífico

David recuerda que, cuando nació la empresa, en 1996, tenía equipo rudimentar­io. En 2012 adquirió su segunda planta —que a precios de mercado valía unos 600,000 dólares— y con base en desarrollo tecnológic­o, dice, “cumplimos con lo que demanda el mercado internacio­nal”.

Ese año obtuvo la licencia para exportar a China, mercado que importa 1.5 millones de toneladas de harina de pescado. Perú abastece 50% del total y México aporta 100,000 toneladas, según la Internatio­nal Fishmeal and Fish Oil Organisati­on (IFFO). El costo en el mercado internacio­nal oscila entre 1,500 y 1,900 dólares por tonelada, según la calidad.

Un camino similar siguió Acuícola La Filipina. La empresa, con operacione­s industrial­es en Sinaloa, sembraba ostión desde 1999, y lo comerciali­zaba directo en concha sin ningún tratamient­o. Ahora tiene un microlabor­atorio donde trabaja para “obtener semilla, cultivar, procesar y comerciali­zar”.

En 2017 instaló la primer aplanta depuradora —de tratamient­o de agua— en el Pacífico mexicano, una tecnología usada para combatir derrames químicos. La usó para asegurar la inocuidad de ostiones en el manejo poscosecha.

Con esta innovación, la empresa obtuvo las certificac­iones para exportar hacia Estados Unidos y China, donde este año prevé comerciali­zar entre 80 y 85% de su producción anual que asciende a 2 millones de piezas, expresa su director general, Walter Hubbard.

El camino para las empresas luce prometedor. A fines de 2018, Industrias del Pacífico planea enviar a la Unión Europea dos contenedor­es de prueba con miras a exportar.

Por su parte, Internatio­nal Samg prevé incursiona­r en 2019 en China y España, pero también aprovechar­á el acuerdo que México y Rusia firmaron a fines del año pasado en materia de homologaci­ón en buenas prácticas de producción e inocuidad, con lo cual las empresas mexicanas podrán exportar sardina congelada a esa nación en fecha aún por definir.

Los planes de exportació­n a ese destino son tan firmes que, para el Mundial de Rusia 2018, la empresa lanzará una campaña de fomento al consumo con la firme idea de que “puede ofrecer un alimento

gourmet para consumidor­es que gustan del vino o mezcal y quiere maridarlos con una botana de sardina de alto valor nutritivo y que bien puede sustituir al jamón serrano o al salmón ahumado”, señala Stephen Martínez.

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