LAS TRES REVOLUCIONES (III)
Bruno Juanes, Deloitte.
En las dos anteriores columnas tuvimos la oportunidad de comentar acerca de las dos primeras revoluciones asociadas a la Industria 4.0: la revolución del producto y la del cliente. Adentrémonos en la tercera, última y no menos importante revolución: la de los procesos.
Esta tercera revolución tiene que ver con la manera de gestionar los procesos y las operaciones en un entorno de digitalización y, de nuevo, se da en dos ejes: el eje de la digitalización y el eje de la eficiencia.
El punto de partida de la mayoría de los manufactureros se situaría en el cuadrante inferior izquierdo de la matriz cuyos ejes acabo de mencionar: en el cuadrante de los procesos ineficientes no digitalizados (analógicos).
La revolución consiste en llevar los procesos y las operaciones hasta el cuadrante superior derecho: el de los procesos eficientes y digitales. ¿Cómo dar el salto del uno al otro?
Hay tres caminos posibles de los cuales solo uno es la vía directa. Explorémoslos. El primero consiste en apostarle al eje de la eficiencia y mejorar los procesos y la operación con todas las técnicas ya conocidas: Lean Manufacturing, Six Sigma, TRIZ y un largo etcétera de técnicas de mejora sobradamente conocidas por los manufactureros. Un camino arduo, de gran intensidad de trabajo y que llega hasta donde llega, no nos engañemos. Se trata de usar una motosierra, de apostarle al entero y no al decimal.
El segundo camino es apostarle al eje de la digitalización y, por ejemplo, realizar pilotos aislados de internet de las cosas, pilotos de analíticos en un área específica, a invertirle a la tecnología que sea el sabor del mes (3D, AR/VR, etc.) sin una estrategia definida. Está bien, pero caeremos en el riesgo de la fascinación por la tecnología, tendremos cierto éxito, pero no lograremos la transformación completa (y nos dejaremos una buena cantidad de dinero mientras probamos). Aquí sustituiríamos la motosierra por un bisturí de precisión que nos permitiría capturar el decimal si ya tenemos el entero.
El tercer camino es, a mi juicio, el que nos va a conducir a un verdadero cambio. Y parece obvio, pero hay que entrarle.
Apostar simultáneamente a ambos ejes, guiados por un plan estratégico de transformación, es la manera de combinar las prioridades del plan de negocio con los métodos de mejora conocidos, soportados y apalancados por la tecnología necesaria (cualquiera no, solo la necesaria). Así, deberíamos disponer de un verdadero plan guía para el despliegue de 4.0 que nos permita combinar motosierra y bisturí para lograr los resultados de negocio que necesitamos alcanzar a la par que utilizamos conscientemente los recursos limitados de los que disponemos.