Manufactura

David contra Goliat

Industrias Plásticas Martín se abrió paso en la industria juguetera gracias a su apuesta por el diseño. Hoy sus productos llegan a 24 países.

- Por Marco Lugo

Miguel Ángel Martín González halló su oportunida­d de negocio dentro de la industria del plástico al fabricar juguetes promociona­les. Todo empezó en los años ochenta, cuando adquirió un pequeño taller con máquinas de inyección, al norte de la Ciudad de México, donde elaboraba juguetes sencillos que vendía a empresas productora­s de dulces.

El primero fue una pequeña hélice de plástico que vendía a fabricante­s de paletas de caramelo. Luego siguieron unas ‘ollitas’ color naranja para envasar tamarindo, diseñadas para un cliente que entonces tenía muchas mermas debido a la fragilidad de los contenedor­es de barro que utilizaba.

“El envase de plástico que diseñamos fue un éxito brutal. En tres meses, los pedidos de las ‘ollitas’ pasaron de 100,000 a un millón de piezas semanales”, cuenta el empresario.

Poco a poco empezaron a llegar más clientes y vino la necesidad de crecer y de tecnificar­se. La primera ‘gran inversión’ fue en una máquina italiana automática que compraron en los años ochenta.

“Nos costó mucho trabajo importarla porque en ese momento el mercado mexicano estaba cerrado. Pero cuando al fin pudimos obtenerla, nos permitió entrar a la producción en masa”, cuenta Martín González.

Dejaron el taller y abrieron una planta en Ecatepec, luego vino una segunda en Tlalnepant­la y una producción de moldes en China. Gracias a esta infraestru­ctura productiva, Industrias Plásticas Martín ahora exporta a 24 países. Esta empresa, que inició con cuatro empleados y un producto, hoy emplea a 800 personas.

Apuesta por el diseño

A lo largo de 38 años, Industrias Plásticas Martín ha enfrentado varias crisis. La primera de ellas fue la apertura con Estados Unidos y Canadá, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que permitió la entrada de juguetes novedosos. Luego vino la entrada de China en la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) con lo que México, y todos los países miembros, tuvieron que desgravar diversos productos chinos.

“Fue muy difícil porque no estábamos acostumbra­dos a competir. Como había poca oferta de producto extranjero no enfrentába­mos los retos que hay cuando una economía se abre”, cuenta el empresario mexicano.

Para sobrevivir a los sofisticad­os juguetes americanos y a los baratos que llegaban desde Asia, los fabricante­s mexicanos tuvieron que modernizar­se. Sobrevivie­ron aquellos que invirtiero­n en tecnología, que apostaron a la calidad, al diseño y a los nichos de mercado. Industrias Plásticas Martín fue uno de ellos.

“En los años ochenta podíamos vender un juguete, por ejemplo, una muñeca o un triciclo, durante 10 años, solo haciéndole pequeñas modificaci­ones. Entonces tener un dibujante era

suficiente. Hoy el 95% de los productos tienen un ciclo de venta de seis a ocho semanas. Si no cuentas con diseñadore­s estás fuera”, comenta.

Industrias Plásticas Martín tiene un área de diseño integrada por 30 personas que crean nuevos productos cada mes. Estos juguetes promociona­les acompañan productos de Bimbo, Nestlé, Kellogg’s y Alpura, entre otros clientes. La empresa también diseña y fabrica juguetes para clientes como Spin Master, el cuarto mayor fabricante de juguetes en el mundo. A este cliente le produce el Kinetic Sand, una arena moldeable que hace tres años obtuvo el premio al juguete más innovador en el mundo.

Listos para la batalla

Ahora Martín González, quien también es el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (Amiju), no teme a la renegociac­ión del TLCAN. ¿La razón? “En Estados Unidos no hay una industria juguetera, entonces las marcas tienen que maquilar en otros mercados”, señala.

China ahora es el mayor fabricante, pero México es mejor opción en términos de eficiencia, calidad y tiempos de respuesta. Por ejemplo, mientras que el producto fabricado en México llega en 24 o 48 horas, traer los productos de China toma hasta 45 días. “Es una diferencia abismal”, dice. Además, un trabajador mexicano bien capacitado es 15% más productivo que uno chino.

El empresario asegura que tras ese knock-out que recibieron de China a finales de los noventa, el sector ya está más preparado. “Empezamos a salir de ese letargo en el que estábamos y nos reinventam­os”, concluye.

Un trabajador mexicano bien capacitado es 15% más productivo que uno chino.

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