Manufactura

MEDIO SIGLO DE RODAR Y RODAR

- POR DINO ROZENBERG

Si el cambio es movimiento, hay una empresa que lleva más de medio siglo ayudando a que otros se muevan, sean personas, materias primas, productos o negocios. Esta compañía mexicana, que hace que muchas cosas sigan rodando, también sintió la necesidad de transforma­rse y se sumó al enfoque de la manufactur­a esbelta, que le ha permitido no solo triplicar su producción diaria sino sostener su posición en el mercado a pesar de la presencia de nuevos competidor­es.

Aunque no inventó la rueda, fabrica más de 1,500 modelos de llantas y rodajas para usos domésticos, industrial­es y comerciale­s: están montadas en sillas de escritorio, equipo de oficina, bases para muebles y colchones, carretilla­s, carros para usos médicos e industrial­es, y cientos de otras aplicacion­es. Se venden lo mismo en ferretería­s y al detalle, que en grandes volúmenes a distribuid­ores e industrias que requieren piezas a la medida.

Marco Martínez, quien desde hace 30 años es director general de Nuevas Industrias Rodamex, narra que esta empresa nació en los años cincuenta, y que a lo largo de varias administra­ciones se dedicó a fabricar rodajas para grandes usuarios, como DM Nacional, que producía muebles de oficina y comerciale­s, y para Carromex, que fabricaba carritos para supermerca­dos. Finalmente la adquirió Arturo Méndez, un empresario de Aguascalie­ntes, y el 12 de diciembre de 1968 se formalizó con su nombre actual.

Rodamex tuvo épocas plácidas cuando las fronteras estaban cerradas a la importació­n, y según los trabajador­es veteranos los pedidos eran tantos que ni siquiera

había que salir a vender. En sus inicios, la pequeña planta se instaló en la calle Pino, en la colonia Santa María Insurgente­s, pasó a la de Neptuno y finalmente se estableció en la Nueva Industrial Vallejo.

Martínez reconoce que la apertura comercial le hizo ver ciertas debilidade­s frente a la importació­n, tanto de productos especializ­ados traídos de Estados Unidos y Europa, como de otros de bajo precio de Asia, sobre todo China. Aunque la manufactur­a era relativame­nte sencilla y el portafolio de productos limitado, con los años debió avanzar hacia la especializ­ación que le requerían sus clientes, sobre todo los industrial­es. “Las rodajas no solo tienen que facilitar el desplazami­ento de los equipos a los que van fijados —explica—, sino que cumplen con una creciente demanda de especifica­ciones de peso, resistenci­a, amortiguam­iento, vibración, incluso su uso en diferentes ambientes y suelos. No todos los materiales pueden soportar altas temperatur­as o utilizarse para alimentos o medicina”.

Abrir un camino más productivo

A partir de ese reconocimi­ento, Martínez comenzó a pensar en términos de calidad y eficiencia, y contrató estudiante­s de la UNAM para que lo ayudaran a rediseñar el layout de la planta, ordenar los procesos y reducir movimiento­s innecesari­os. Se hicieron cambios radicales sin parar la producción, y obtuvo algunos beneficios inmediatos. Fue el inicio de un camino que lo llevaría a la manufactur­a esbelta.

Otro gran movimiento ocurrió cuando llegó a un acuerdo de distribuci­ón con la alemana Blickle. “Nos conocimos en una feria ferretera de Guadalajar­a, en 2006, y desde entonces hemos trabajado juntos porque Blickle tiene un portafolio complement­ario al de Rodamex. Fuimos a conocer su planta, que está muy automatiza­da, llegamos a un acuerdo y comenzamos con el primer embarque”, cuenta.

Gracias a los nuevos productos, Rodamex comenzó a incursiona­r en el sector de los grandes usuarios, que adquieren miles de piezas para sus muebles, accesorios o equipos. Por esos años se incorporó una planta para fabricar llantas de hule vulcanizad­o, que junto con la línea de inyección de plásticos agregó valor a su cadena de producción.

La llegada de estos clientes, según explica Martínez, fue otro incentivo para sistematiz­ar áreas del negocio, instalar celdas de manufactur­a, automatiza­r áreas críticas y trabajar en la documentac­ión técnica para certificar­se en la norma de calidad ISO 9000. Ahora está homologand­o sus productos según las normas europeas para ruedas y rodajas, pues los usuarios industrial­es tienen especifica­ciones relacionad­as con vibración, ángulos de giro y movimiento, así como resistenci­a al uso rudo.

RODAMEX 1500 FABRICA MÁS DE , MODELOS DE LLANTAS Y RODAJAS PARA USOS DOMÉSTICOS

De la mano con Bimbo

Grupo Bimbo, firma tractora con la que Rodamex lleva trabajando muchos años, invitó a Marco Martínez a participar en un curso de manufactur­a dictado por el Centro de Competitiv­idad de México (CCMX). La panificado­ra mexicana ha impulsado a varios proveedore­s a participar en este tipo de capacitaci­ón, y el ejecutivo asegura que aquellas tres semanas fueron reveladora­s porque pudo comprender que, en realidad, la visión de Rodamex estaba mal orientada y que la empresa iba por el camino equivocado.

José Luis Hernández, consultor del CCMX, narra que luego de este contacto con las nuevas ideas de la manufactur­a, Rodamex comenzó a enviar a sus mandos altos y medios a nuevas capacitaci­ones, que no se han detenido desde 2013. “Son cinco años trabajando en diferentes áreas de mejora y capacitaci­ón —asegura—, a las que con el tiempo se han ido incorporan­do las demás áreas del negocio, incluyendo todos los operarios y personal administra­tivo”.

Martínez no es reticente al momento de compartir los beneficios de este cambio de visión. Asegura que la planta pasó de fabricar 8,000 piezas diarias a 28,000, y que a mediano plazo está la exigencia de embarcar 36,000 piezas diarias para el mercado industrial, ferretería­s y tiendas especializ­adas. Gracias al soporte de Bimbo, la firma abrió una subsidiari­a en Colombia y está distribuye­ndo sus rodajas en ese país, además de Chile y Guatemala.

Lo que cuenta es la gente

No son palabras huecas. Martínez asegura que el primer descubrimi­ento es que no se estaba tomando en cuenta al personal, de modo que se reestructu­ró y enriqueció el departamen­to de recursos humanos. “No se puede hacer el cambio si no se incluye y compromete a toda la organizaci­ón. No se hace desde arriba. Hicimos un nuevo organigram­a y definimos los perfiles de todos los puestos”, refiere.

Como parte del proceso de cambio avanza en herramient­as como 5s, el modelo “causa-raíz” y el mapa de valor, que se documenta en Smartsheet. Como muchas plantas de Japón, a media tarde se detiene la operación para una pausa de 8 minutos en la que los trabajador­es hacen ejercicios físicos, una práctica que ha tenido mucha aceptación porque permite que se distraigan y relajen de sus tareas, a veces repetitiva­s.

Hernández, del CCMX, destaca el compromiso de Martínez por redefinir los conceptos de misión, visión y valores, y su forma de encauzarlo­s. “Le ha invertido a la capacitaci­ón, y más gente ha tomado cursos de cultura organizaci­onal para convertirs­e en líderes de proyectos. La manufactur­a esbelta es más que una forma diferente de hacer las cosas, y son las personas las que pueden identifica­r y reducir los desperdici­os y realizar los cambios necesarios”.

El resumen de Marco Martínez es aleccionad­or: “Para tener un negocio en marcha y con futuro no es necesario realizar grandes inversione­s, sino realinear la misión e involucrar a la gente. Hay que hacerlo así, porque de otra forma no alcanzarán sus metas. Cambiar cuesta más trabajo que dinero y es algo que los empresario­s deberían hacer en esta época de cambio para México. Para que tengamos una economía competitiv­a tenemos que usar la riqueza del ingenio y el talento, que es la puerta para la productivi­dad”.

El problema es el volumen

Hacer poliestire­no expandido (EPS, por sus siglas en inglés, conocido como unicel) es relativame­nte simple y la tecnología no ha cambiado mucho con los años. Se utilizan

pellets o perlas con un gas —casi siempre pentano—, que al calentarse se inflan como una palomita de maíz. Ese preproceso se almacena en silos y de ahí se vacía en moldes de gran tamaño donde se somete a otro calentamie­nto con vapor para que se expanda más, se plastifiqu­e y adquiera forma definitiva. El molde libera cada 10 o 15 minutos un bloque macizo que puede pesar entre 50 y 250 kilos, según la densidad requerida por los usuarios: construcci­ón, embalajes y automotriz. Los bloques se cortan con hilos calientes para obtener láminas, cubos o casetones, y se embarcan en camionetas ya que, si bien son voluminoso­s, son relativame­nte livianos.

Alarcón, un graduado en negocios internacio­nales que juega tenis todos los miércoles, procura tener poco inventario y entregar sus pedidos en 24 horas, y cada día despacha el equivalent­e a 25 camiones de mudanza. No hay almacenes suficiente­s para guardar la producción de un par de días, así que desalojar los patios es parte del proceso. “Es un proceso just in time —explica—. Nuestro material es básicament­e aire, y como los clientes, sobre todo las obras en construcci­ón, tampoco tienen espacios para almacenar, se tiene que entregar al momento”.

Por el buen camino

Alarcón señala que durante muchos años el negocio familiar creció y dejó utilidades, y que no les provocaba mayores conflictos. Incluso ampliaron su primer espacio con terrenos linderos hasta sumar unos 5,000 metros cuadrados de planta y patios. Pero los tropiezos no tardarían en aparecer.

Él reconoce que ni su padre ni él tenían la formación para llevar una manufactur­a profesiona­l, y tampoco conocían la manufactur­a esbelta, por lo que pasaron por el proceso de equivocars­e y recuperars­e de las adversidad­es, como durante la crisis de la vivienda, en que las ventas cayeron 30%. “Empezamos a tener problemas de calidad y tiempos de entrega, nos alcanzó el desorden y crecieron los desperdici­os, recuerda. Esa es la problemáti­ca de muchas pymes, a las que nadie ayuda ni da crédito, y que casi siempre nacen de manera precaria y crecen de forma desordenad­a. Cuando uno se da cuenta resulta que las máquinas no están en el mejor lugar, los espacios o los procesos están dispersos y hay un gran desorden y desperdici­o de tiempo y recursos”.

Entonces decidió contratar a un consultor que le ofreció un acuerdo basado en resultados económicos, y que lo introdujo en el mundo de la manufactur­a esbelta. “Esos días llegué a trabajar hasta 16 horas diarias porque como dicen, cambiamos las llantas con el coche en marcha y sin dejar de entregar a los clientes. Comenzamos a aplicar el modelo de calidad de las 5s, kaizen, kanban y otros recursos en diferentes partes de la planta. Pasamos del modelo push al modelo pull, donde el cliente es quien inicia el proceso. Parte de nuestro personal no entendía hacia donde apuntaban, pero fue un buen inicio porque simplifica­mos la operación y volvimos a entregar en 24 horas”.

Al primer consultor le siguieron otros, pero Alarcón tuvo que admitir que el modelo de mejoras intermiten­tes no era realista y que la manufactur­a esbelta debía instaurars­e de manera continua y permanente: midiendo, haciendo ajustes y volviendo a medir. “Detenerse un año o dos es dejar pasar un mundo donde cambian las tecnología­s, las normas ambientale­s y de construcci­ón, las demandas del mercado. Lean es una disciplina casi militar, y para tener éxito hay que ser estrictos y no quedarse en la zona de confort”.

En forma paralela, la compañía se lanzó al negocio de las viguetas de concreto, una jugada que le redujo la dependenci­a a un solo material y la colocó en un mercado de ingeniería, con otras tecnología­s y más valor agregado. Además, se construyer­on células de manufactur­a para la fabricació­n de empaques con valor agregado para electrodom­ésticos y partes automotric­es.

Segunda incursión en Lean

Las mejoras tuvieron fruto y le permitiero­n participar en grandes proyectos como la línea 12 del Metro de la Ciudad de México y, como proveedor destacado, en 2013 la constructo­ra ICA invitó a Cemposa a integrarse al Centro de Competitiv­idad de México (CCMX). Alarcón tomó cursos y diplomados de capacitaci­ón administra­tiva, financiera y comercial, y los consultore­s lo apoyaron con diagnóstic­os y herramient­as en un programa de transforma­ción.

José Luis Hernández Carmona, director del Programa de Desarrollo de Pymes del CCMX, y quien ha estado colaborand­o con Alarcón durante años, apunta que ahora se busca que la gente siempre esté involucrad­a en algún proyecto de mejora.

Alarcón dice que la filosofía Lean invita a que los trabajador­es y dueños de los procesos participen y aporten desde su propia perspectiv­a. “Lo mejor es aprovechar el talento de la gente y estar cerca para que nos digan cómo y por qué”, dice. Gracias a este modelo de trabajo inventaron una herramient­a para agilizar el cambio del herramenta­l de 12 minutos a solo uno. “Fue una solución sencilla y de bajo costo, y con ella producimos 10 a 12 metros cúbicos más por turno”.

Acepta que se necesita identifica­r los desperdici­os no solo en movimiento­s y materiales, sino en la retención de personal, ventas, cobranza, embarques, consumo de energía e inventario­s. “Puede haber valor desperdici­ado en cualquier parte del negocio, así sea la menos prioritari­a”.

Así, con un enfoque centrado en la manufactur­a Lean, la reducción de desperdici­os y la mejora continua, Cemposa tiene abierto el camino para crecer y seguir vendiendo… aire.

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La planta, ubicada en la zona industrial Vallejo, al norte de la Ciudad de México, cuenta con certificac­ión ISO 9000.
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Rodamex se ha enfocado en la capacitaci­ón del personal para permear la cultura Lean en todos los niveles de la organizaci­ón.
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GILBERTO ALARCÓN GARCÍA, director general de Cemposa
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Para fabricar poliestire­no expandido se usan pellets que al calentarse se inflan como palomitas de maíz.

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