Manufactura

LOS LEUCOCITOS INDUSTRIAL­ES

El valor real de analizar el aceite.

- Por Víctor Lomelí Ángeles

Un mililitro de aceite puede ser la diferencia entre mantener una planta funcionand­o al cien por ciento y tener paros forzosos por maquinaria y equipo industrial en mantenimie­nto correctivo. Cuando un lubricante falla, las piezas se empiezan a friccionar y en ese momento comienzan los problemas mecánicos mayores, comenta Mitchel Dehesa, director de Negocios Downstream de SGS México.

Los aceites industrial­es, al igual que los de motor de combustión interna, deben mantener ciertas propiedade­s (viscosidad, pureza, etcétera) para garantizar su funcionami­ento; pero reconocer su calidad y el tiempo de vida útil que le resta va más allá del reconocimi­ento visual, y no conocerlas puede traer consecuenc­ias graves. Dehesa platica el caso de una naviera, cuyo nombre se reserva, que tuvo que sacar de operación una de sus unidades por problemas asociados a la lubricació­n del motor, derivados de no aplicar un mantenimie­nto preventivo. La compañía perdió, dice, unos 25,000 dólares por cada día que estuvo en el taller.

En junio, la división Oil, Gas and Chemicals de la compañía francesa de servicios de inspección, verificaci­ón y certificac­ión, puso en marcha el laboratori­o de Monitoreo de Condición de Aceites (OCM, por sus siglas en inglés) en Coatzacoal­cos, Veracruz. Fue diseñado para determinar —por medio de pruebas físicoquím­icas— si el aceite usado por maquinaria, turbinas y equipo de transporte, aún es de calidad, de acuerdo con Érika Gerónimo, coordinado­ra del laboratori­o e ingeniera petroquími­ca por la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractiva­s (ESIQIE) del IPN. “Los aceites tienen mucha informació­n y lo que hacemos aquí es extraerla”, comparte Dehesa.

Gerónimo lidera un grupo de cinco especialis­tas que, entre otras cosas, determinan el grado de viscosidad de un aceite a partir de analizar los elementos que integran el paquete de aditivos (fósforo y calcio, por ejemplo) que contiene. Equivale a las defensas o leucocitos que tiene el cuerpo humano y actúan ante la presencia de agua y contaminan­tes como hollín, glicoles o gasolinas, explica Daniel Espinoza, ingeniero químico por la BUAP y analista del laboratori­o. “Los encapsulan y van degradándo­se... ‘se sacrifican’ para mantener la estabilida­d del motor, y a medida que un aceite se usa más, la carga de aditivos disminuye”.

El laboratori­o requirió 65 millones de pesos de inversión (mdp), de los cuales, 5 millones se destinaron a la compra de equipo especializ­ado.

Tiene un titulador del fabricante suizo Metrohm AG, viscosímet­ros y un espectróme­tro de plasma de última generación fabricado por la estadounid­ense AMETEK SCP, el cual permite cuantifica­r prácticame­nte todos los elementos de la tabla periódica en una muestra —excepto lantano y actinio— que son inestables, explica Espinoza, responsabl­e de este equipo.

Un aceite industrial con 5% de agua ya se degradó demasiado y no es funcional.

Recienteme­nte, el área incorporó un viscosímet­ro del fabricante británico ISL de PAC, que puede analizar en segundos el grado de viscosidad con tan solo un mililitro de muestra.

Para todos los análisis se requiere no más de 100 mililitros, menos de la tercera parte de un refresco enlatado. La unidad OCM trabaja sobre demanda y el cliente decide si envía la muestra por paquetería, o bien, si especialis­tas de SGS van por ella.

Los usuarios potenciale­s son automovili­stas, tenedores de maquinaria, flotillas navieras y terrestres, y las mismas lubricante­ras que deciden validar sus productos con un tercero para evitar conflictos de interés por analizar sus productos en laboratori­os propios. La petrolera Chevron es uno de sus primeros clientes y prevén que en breve se sume la naviera Blue Marine.

En una segunda etapa atenderá a plantas hidro y termoeléct­ricas, además de las turbinas de aerogenera­dores de parques eólicos que hay en el país.

La mayoría del equipo es importado y está automatiza­do. Sin embargo, Dehesa destaca que el valor del laboratori­o está en el capital humano que participa en la preparació­n de las muestras y el análisis de la informació­n. El área de diagnóstic­o emite un dictamen sobre la ‘salud, contaminac­ión y desgaste’ del aceite, y recomendac­iones al propietari­o para que emprenda un mantenimie­nto preventivo en sus equipos. “Hacia allá está migrando la industria”, concluye.

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