MISMA CIUDAD, DISTINTAS REALIDADES
Vivimos en la misma ciudad, pero las experiencias que tenemos en ella son abismalmente diferentes. Un empleado promedio se levantará temprano, tomará un autobús, luego luchará por entrar al Metro, pasará media hora aplastado en él, y quizá iniciará su día laboral exhausto, sudado y fastidiado. Alguien que pertenezca al 10% con mayores ingresos seguramente abordará su automóvil y, si la ruta lo requiere, tomará una autopista urbana de cuota para llegar a su oficina.
El estudiante de preparatoria que quiera acceder a una universidad pública tendrá que realizar un examen de admisión realmente destacable para lograrlo. El que desee estudiar en una universidad privada (no becado) solo deberá saber que sus padres tendrán el dinero para pagar la colegiatura. Su prueba de acceso será solo un trámite.
La mayoría de los habitantes de la CDMX no tienen un seguro de gastos médicos mayores, así que, cuando padezcan alguna enfermedad, tendrán que acudir muy temprano a un hospital público para obtener una ficha y ser atendidos. O irán a consulta en una farmacia, que tal vez tenga una sala de espera atestada. La minoría que sí cuenta con tal seguro hará una cita cuando tenga tiempo. Si los primeros requieren una cirugía programada esperarán meses; los segundos simplemente empatarán su agenda con la del médico que ellos elijan.
Todo lo anterior nos parece normal, no nos escandaliza que en el mismo espacio las experiencias diarias para unos y otros sean extremadamente disímiles. La vida aquí es para unos semejante a la de una ciudad del norte de África, y para otros, parecida a la de una ciudad europea. Sé que sería utópico y absurdo pedir que cada chilango tuviera más o menos el mismo ingreso o las mismas oportunidades, pero las políticas públicas deben enfocarse cuanto antes en que la distancia entre unos y otros se acorte. La iniciativa privada también debe asumir su responsabilidad con los salarios que ofrece y la calidad de sus prestaciones. Porque es evidente que la enorme desigualdad en ingresos es el germen de tantos otros males.