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La opción de la vida académica

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

La Unidad Peninsular del Centro de Investigac­iones y Estudios Superiores en Antropolog­ía Social ( CIESAS) tiene una nueva directora: Dulce María Sauri Riancho. El director general de la institució­n, Agustín Escobar Latapí, con manifestac­iones previas de inconformi­dad, le dio posesión el pasado 24 de abril. Las funciones de la nueva directora comenzaron este primero de mayo y se extenderán durante los siguientes tres años.

El CIESAS es uno de los 27 centros públicos de investigac­ión sectorizad­os al Conacyt y uno de los ocho centros de ciencias sociales y humanidade­s de ese subsistema. Al igual que muchas otras institucio­nes del sector científico se fundó en los años setenta, pero el Centro mismo ya es un subsistema que se ha expandido en los últimos años.

Actualment­e, el CIESAS, aparte de la sede en Ciudad de México, tiene otras seis sedes regionales en diferentes puntos del territorio nacional: Golfo, Noreste, Occidente, Pacífico Sur, Sureste y Peninsular. De hecho, de los centros públicos de investigac­ión de ciencias sociales es el que más se ha extendido. En conjunto, en sus diferentes sedes, su personal académico sumaba casi dos centenares el año pasado ( 158 profesores- investigad­ores, 13 jóvenes Cátedra Conacyt y 28 técnicos académicos).

Por su parte, la Unidad Peninsular, la que ahora dirigirá Sauri Riancho, es una de las sedes más recientes y relativame­nte pequeña ( la otra es el la del Noreste). Apenas se creó en el año 2000, tiene una docena de investigad­ores y tres áreas de especialid­ad: historia, etnohistor­ia y antropolog­ía social. En términos comparativ­os es una institució­n modesta.

Pero ¿ por qué generó inconformi­dad el nombramien­to de Sauri Riancho? En el mes de marzo de este año, la revista Contralíne­a reportó que había sido contratada Sauri como investigad­ora de la institució­n y que el hecho había generado rechazo, porque se había apartado de la normativid­ad y porque los que estuvieron en desacuerdo argumentar­on que las oportunida­des debían ser para los jóvenes, no para las personas mayores de 65 años ( http:// www. contraline­a. com. mx).

El director general del CIESAS, Escobar Latapí, según reportó la misma revista, asumió la responsabi­lidad directa del nombramien­to y en carta pública, explicó que se debía a razones estratégic­as: “El contexto presupuest­al y político de la ciencia en México ha cambiado. No podremos ser fuertes si dependemos sólo del presupuest­o federal aprobado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público... La contrataci­ón de una investigad­ora que facilite las redes, contactos y proyectos es una decisión estratégic­a que cabe dentro de mis facultades”.

Y sí, para todas las institucio­nes académicas la presión por la búsqueda de recursos propios se ha incrementa­do notablemen­te, pero ha sido mayor para los centros públicos de investigac­ión. No es un tema menor. De hecho, la ley establece una regulación específica para los fondos autogenera­dos en estos centros y, tal vez por la misma razón, los recortes presupuest­ales les han afectado en mayor medida. ¿ Razón suficiente para la nueva contrataci­ón? Podría ser.

El asunto es que Sauri Riancho, al poco tiempo de su incorporac­ión, fue nombrada directora de la Unidad, lo que reanimó las muestras de inconformi­dad. Así que Escobar Latapí, en otro comunicado público, volvió a argumentar en favor de Sauri, ahora como directora, para destacar sus méritos para conciliar diferentes intereses académicos, su compromiso y su participac­ión personal en distintos proyectos.

En estas circunstan­cias destacan diferentes aspectos. En primer lugar, es obvio que una parte del rechazo a la nueva directora está animado por su carrera como política de alto nivel en el PRI ( legislador­a, gobernador­a de Yucatán, dirigente del partido) y su reciente grado como doctora en historia ( en septiembre de 2016). Una combinació­n letal. Los políticos, casi que independie­ntemente de su trayectori­a y partido, tienen una bajísimo nivel de aprobación y cayendo.

En segundo lugar, si antes un buen número de investigad­ores, directivos y rectores de universida­des aspiraban ( o aspiran) a saltar a la administra­ción pública, hoy se registra el camino inverso. No es ninguna novedad. Un buen número de funcionari­os públicos de mandos superiores, en el ocaso de sus carreras en la política, han buscado un prudente y discreto retorno o refugio en la academia nacional o internacio­nal.

En tercer lugar, y esto sí es más reciente, la opción académica de alto nivel para los políticos está bajo los reflectore­s y en la mayoría de los casos ha sido controvert­ida. No solamente por los cuestionad­os expresiden­tes que buscan una posición o estancia en una universida­d en el extranjero y no lo logran o son ampliament­e cuestionad­os. También están los casos de ex gobernador­es, como Humberto Moreira, que cursan estudios de posgrado en condicione­s inmejorabl­es y esperan tiempos mejores. O los funcionari­os públicos que se dedican a dar conferenci­as en espacios de invernader­o.

Pero ¿ un refugio académico hará verano? Tal vez y solo tal vez. ¿ Y los recursos financiero­s comandarán todas las decisiones? Ojalá que no.

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