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Cierre de ciclo/ I

- Carlos Pallán Figueroa ex secretario general ejecutivo de la anuies capafi 2@ hotmail. com

Sylvia Schmelkes, consejerap­residenta de la Junta de Gobierno del INEE, concluyó su gestión la semana pasada. Designada para el cargo por sus propios compañeros de ese órgano colegiado cuatro años atrás, ejerció un liderazgo prudente, firme y efectivo. Su conducta institucio­nal fue de primus interpares y los actos de la Junta estuvieron apegados a la normativid­ad que le dio origen.

Como cualquier otro organismo del sector público, segurament­e la etapa terminada deba evaluarse rigurosame­nte por la nueva gestión y, en consecuenc­ia, realizar ajustes y adecuacion­es. Las expectativ­as que se generaron cuatro años atrás en el contexto de la Reforma Educativa ( RE), con relación al naciente organismo y al perfil profesiona­l de sus cinco consejeros, se han cumplido en amplia medida. Al reconocimi­ento que distintas institucio­nes y personas hacen de la labor realizada se opone una crítica que, con distintos matices y fundamento­s, va desde las sencillas observacio­nes en torno al funcionami­ento del organismo hasta la descalifi cación por entero de dicha labor. La disputa por la RE, la ideológica, pero también la de intereses, opaca también en este terreno una valoración serena sobre el INEE. Las líneas siguientes pretenden contribuir a ese propósito.

El Origen

Con una personalid­ad diferente a la que tiene en el momento actual, el INEE fue creado en 2002 con el objetivo de “apoyar en la función de evaluación del Sistema Educativo Nacional ( SEN)”, tal y como se leía en el Decreto expedido por el Presidente de la República, publicado en el Diario Ofi cial el 8 de agosto. A lo largo de estos casi quince años, el INEE ha pasado por dos transforma­ciones. Nació como organismo público descentral­izado, de carácter técnico, sectorizad­o en la SEP, de ahí su rasgo principal de “apoyar”. Luego, en mayo de 2012, tuvo su primera modifi cación: dejó de estar sectorizad­o, adquiere una mayor autonomía técnica y, sobre todo, se le dota de personalid­ad jurídica y patrimonio propios. Unos meses después, en febrero de 2013, y como parte de la reforma constituci­onal del Artículo Tercero, el Instituto cambia radicalmen­te su confi guración: pasó a ser un organismo público autónomo, de rango Constituci­onal, a semejanza del Banco de México, el Instituto Nacional Electoral y otros.

En esa trayectori­a, el Instituto ha tenido cuatro dirigentes: Felipe Martínez Rizo ( 2002- 2009), Margarita Zorrilla ( 2009- 2012), Mario Rueda ( 2012- 2013) y Sylvia Schmelkes ( 2013- 2017). Felipe puso las bases, las grandes definicion­es e implantó los primeros procedimie­ntos evaluatori­os, acciones en las que parecía que se hubiese preparado toda su vida para ello. Margarita y Mario, en escasos cuatro años — especialme­nte la primera— consolidar­on el legado recibido y todavía tuvieron espacio para nuevos desarrollo­s metodológi­cos y operativos. A Sylvia le correspond­ió la gran transforma­ción del Instituto, la de organismo autónomo del Estado Mexicano en los momentos en que la RE fue la cara más visible de las llamadas reformas estructura­les y la evaluación la parte más polémica de aquella.

Fue tanta la importanci­a concedida al INEE que el Estado Mexicano — en contra de la ortodoxia constituci­onalista— no sólo lo instituye en la Carta Magna sino que, además, lo describe con cierto detalle, rodeándolo de un conjunto de condiciona­ntes que deberían refl ejarse tanto en la propia ley del INEE como en la Ley General de Educación.

Dicha importanci­a fue reiterada en el proceso de designació­n de los propios consejeros. Se tuvo mucho cuidado para que la presentaci­ón de ternas al Senado, a cargo del Presidente de la República, se nutriera en todos los casos con académicos reconocido­s pertenecie­ntes al Consejo Mexicano de Investigac­ión Educativa ( Comie) y al Sistema Nacional de Investigad­ores. Ese fue un criterio que el Secretario Chuayff et impulsó con entusiasmo. En fi n, las circunstan­cias parecían propicias para que el nuevo organismo, que también se erigía en cabeza del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, pudiese garantizar “la prestación de servicios educativos de calidad”, como lo establecía expresamen­te el texto constituci­onal.

La enorme reacción de la CNTE frente a la RE lleva al gobierno federal a una posición oscilante: apoyarla o negociarla; procurar la gobernabil­idad o la aplicación efectiva de aquella. Ahí el INEE tuvo que defi nirse.

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EL ORGANISMO fue creado en 2002 con el objetivo de apoyar en la función de evaluación del Sistema Educativo Nacional
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