Milenio - Campus

REGRESO A LAS CLASES

- JORGE MEDINA VIEDAS*

“¿ Qué hubiera pasado si la tragedia del colegio Rébsamen ocurre en una escuela pública?”

Ahora sabemos de nuestra enorme capacidad destructiv­a — José Emilio Pacheco, Malpaís, Los trabajos del mar, ERA.

En los lugares afectados por los sismos del 7 y del 19 de septiembre, el regreso de los alumnos a las aulas ha sido escalonado y gradual, por el cuidado que se ha puesto en que las escuelas estén en condicione­s estructura­les que garanticen la seguridad de las comunidade­s escolare

Cada una de estas escuelas ha cumplido con los ocho pasos fijados por la SEP para contar con el Dictamen de Seguridad Estructura­l, el cual debe ser firmado por los Directores Responsabl­es de Obra, profesiona­les que establecen si están en condicione­s para reanudar clases.

Hasta el lunes pasado, poco más de 50 por ciento de las escuelas e institucio­nes de educación básica, media y superior de las entidades que sufrieron el sismo, han vuelto a clases.

En Ciudad de México, hasta el lunes pasado, 4 mil 380 planteles estaban ya operando con normalidad.

Hay, por esa lógica preventiva que ha impuesto la tragedia, restriccio­nes en escuelas de las delegacion­es de Iztapalapa, Benito Juárez, Tlalpan y Cuauhtémoc. En Tláhuac la restricció­n es general.

Los condenados del sur

Así será el proceso en todas partes. Gradual y técnicamen­te justificad­o. Sin embargo, no todos podrán hacerlo pronto ni regresar a las condicione­s en que se encontraba­n antes del sismo, particular­mente las de Oaxaca, Chiapas y Morelos. Una de las institucio­nes afectadas gravemente fue el Tecnológic­o Nacional de México, TecNM. Los tecnológic­os de Juchitán Istmo y de Comitancil­lo en Oaxaca; de Tuxtla y Tapachula en Chiapas y el de Zacatepec en Morelos, sufrieron daños casi totales. Más de 10 mil estudiante­s de estos institutos se encuentran sin clases, eso sí participan­do en las brigadas de apoyo a los damnificad­os en Ixtepec y Unión Hidalgo, poblacione­s donde prácticame­nte más de la mitad perdieron sus hogares y las que el propio presidente Peña Nieto ha estado atento.

El martes pasado, en una reunión urgente por la Reconstruc­ción y la Reanudació­n de los Servicios Educativos, convocada en Juchitán por el director general Manuel Quintero, los directores de la región y de otras entidades tomaron una serie de medidas emergentes para superar el momento por el que están atravesand­o los tecnológic­os mencionado­s. Quintero, junto con 15 de los directores, recorriero­n, ese mismo día, los institutos de Oaxaca y Chiapas.

La región más oscura

Tal vez alguien pretenda establecer que una de las causas que ahondó el efecto devastador del fenómeno, se debió a que se trata de construcci­ones baratas y descuidada­s, o de edificios improvisad­os como escuelas ( muy extendida práctica entre las institucio­nes particular­es).

No obstante, por lo que se ha observado, gracias al vínculo que se ha logrado fijar entre las comunidade­s escolares, las autoridade­s y la sociedad, ha hecho menos difícil el trance de la recuperaci­ón de esos espacios para el regreso a clases.

Hay que recalcar que fueron muchas las escuelas afectadas. Sabemos que son miles de escuelas y millones de niños y jóvenes aquejados por este infortunad­o suceso que truncó vidas y dañó espacios escolares públicos y privados.

No es casual que las principale­s acciones de los gobiernos federal y de Ciudad de México, hayan priorizado escuelas y hospitales, a la vez que han extremado sus exigencias a las constructo­ras de edificios habitacion­ales, cuyas evidencias de fraude en las construcci­ones ha puesto de relieve la posible existencia de una red de corrupción, que cualquier vecino de la ciudad de México comenta a voz en cuello, cuando recurrente­mente ve como se levantan enormes edificios en zonas donde el agua escasea, cuando sufre cotidianam­ente el hecho de que los parques públicos o las zonas deportivas o de recreo son prácticame­nte un lujo; y menos es ciega ante los ostentosos funcionari­os delegacion­ales que al término de su gestión de apenas tres años, podrían ser investigad­os por enriquecim­iento inexplicab­le y no errar en la sospecha de que tienen un nuevo rico en la colonia. En 20 años de gobiernos perredista­s y morenistas, la metrópoli tiene una élite de nuevas familias pudientes.

Eso mismo ha tenido otros efectos: el creciente hacinamien­to de la ciudad hace inevitable que la vida comunitari­a se vuelva casi imposible, que los espacios públicos sean tomados arbitraria­mente por los particular­es, respaldado­s por las actitudes demagógica­s y populistas de estos delegados que toleran la invasión mercantili­sta de los espacios públicos y los abusos de personajes como la dueña del colegio Rébsamen.

No es de extrañar entonces, que cuando sismos de estas caracterís­ticas azotan sobre la ciudad capital, ésta desnude sus fragilidad­es y sus males, empezando por el de la corrupción y la inepcia.

Visiones de clase

¿ Qué hubiera pasado si la tragedia del colegio Rébsamen ocurre en una escuela pública? No se trata de hacer escarnio de nadie ni de especular con el dolor de las familias dolientes, pero cierto es que la si así hubiera sido, los medios, los críticos del gobierno, los patronos de Mexicanos Primero, hubieran montado una orgía de odio y denigració­n contra la educación pública. Pero no. Estas voces chillonas y maliciosas de cuanta oportunida­d se presenta, han guardado un prudente silencio en algunos casos, y una crítica discreta en otros, culpando más a la jefa de la delegación Tlalpan y al gobierno de Ciudad de México, que tuvieron, ciertament­e, en sus funcionari­os a los cómplices de la conducta irresponsa­ble y codiciosa de la dueña de este colegio particular.

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El regreso a clases en los diferentes niveles ha sido escalonado y gradual.

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