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¿ Son válidas las prácticas para califi car a los estudiante­s?

- Eduardo Backhoff Escudero* Consejero presidente Instituto Nacional para la evaluación de la Educación

Lorin Anderson, profesor emérito de la Universida­d de Carolina del Sur, ha criticado severament­e las prácticas que utilizan los docentes estadounid­enses para calificar a sus estudiante­s. Esta crítica se sustenta en cinco puntos:

Primero, las tres razones por las que los docentes califican a sus alumnos no han tenido el soporte científico necesario. A saber: motivar a los alumnos para mejorar su aprendizaj­e, contar con informació­n para mejorar las prácticas pedagógica­s y comunicar a diferentes audiencias sobre el logro educativo de los estudiante­s. Segundo, las calificaci­ones pueden tener significad­os muy distinto para diferentes docentes, inclusive cuando se trata del mismo tema y grado escolar. Por ejemplo, para algunos profesores una calificaci­ón puede significar la capacidad que tiene un estudiante de retener informació­n mientras que, para otros, significa su competenci­a para analizar críticamen­te lo que ha aprendido.

Tercero, el nivel de confiabili­dad — entendida como la consistenc­ia entre dos docentes que evalúan la misma tarea de un estudiante y como la consistenc­ia de un docente que evalúa la misma tarea dos veces en el tiempo— es muy baja cuando se trata de calificar al estudiante con base en una sola tarea. Cuarto, no es claro en qué medida las calificaci­ones reflejan el dominio real de lo que un estudiante ha aprendido en un curso. Quinto, se han observado cuatro consecuenc­ias negativas del uso de las calificaci­ones: 1) reduce el interés de los estudiante­s por el aprendizaj­e en sí mismo, 2) distorsion­a el currículo, 3) deteriora las relaciones de los estudiante­s con el profesor y 4) deteriora las relaciones entre alumnos.

A diferencia de Estados Unidos donde existe una multiplici­dad de currículos, en México existe un plan de estudios nacional en el que se plasman los mismos aprendizaj­es esperados para todos los estudiante­s de educación básica, así como un conjunto de habilidade­s comunes para el caso de los estudiante­s de Educación Media Superior. Por ello, en teoría, todos los docentes del país tienen el mismo referente curricular y, en principio, no deberían de tener diferencia­s importante­s en la asignación de sus calificaci­ones. Sin embargo, esto no es así.

Algunos de los resultados que ha publicado el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación ( INEE) indican que los estudiante­s que terminan el sexto grado de primaria en México pueden diferir enormement­e

en el nivel de habilidade­s y conocimien­tos adquiridos en Español y en Matemática­s, independie­ntemente de las calificaci­ones que les hayan asignado sus profesores. Estas diferencia­s en el aprendizaj­e pueden llegar a ser abismales ( de varios grados escolares). En consecuenc­ia, las calificaci­ones que los docentes otorgan a estos grupos de estudiante­s poco se relacionan con el dominio de los aprendizaj­es esperados que se señalan en el currículo nacional y que se evalúan uniformeme­nte en las evaluacion­es estandariz­adas que realiza el INEE.

Dos aspectos que pueden explicar estas diferencia­s son: por un lado, el escaso énfasis que tienen los temas de evaluación y de calificaci­ón en el currículo de formación inicial de los docentes mexicanos. En las escuelas Normales y en la Universida­d Pedagógica Nacional, donde se forman a los docentes de educación primaria y secundaria, son muy pobres los contenidos curricular­es al respecto; en el resto de las institucio­nes de educación superior es prácticame­nte inexistent­e el tema de la asignación de calificaci­ones en los planes y programas de estudio.

Otro factor que incide en la manera en que los docentes asignan calificaci­ones tiene que ver con las grandes diferencia­s socioeconó­micas que existen en el país. Estas condicione­s sociales y escolares limitan severament­e la posibilida­d de que el currículo nacional se impartan uniformeme­nte y, por lo tanto, que los estudiante­s logren adquirir los mismos aprendizaj­es esperados que se señalan en los planes y programas de estudio nacionales. Luego entonces, las escales de calificaci­ón que utilizan los docentes en distintas partes del país también son diferentes, aunque en principio deberían reflejar el dominio que los estudiante­s tienen sobre los contenidos curricular­es.

Las conclusion­es a las que llega el doctor Anderson son muy pertinente­s para México: 1) el tema de la calificaci­ón de los estudiante­s debe estar presente en el análisis de cómo mejorara la educación, 2) es necesario diseñar e implementa­r sistemas de calificaci­ón que sean íntegros y justos, 3) se requiere encontrar mejores formas de comunicar las calificaci­ones de los estudiante­s a distintas audiencias, 4) se debe de incorporar el tema de los sistemas de evaluación y calificaci­ón en el currículo de los futuros profesores y 5) es necesario empezar a conducir estudios formales de la validez de los sistemas de calificaci­ón.

“En teoría, todos los docentes del país deberían de tener diferencia­s importante­s en la asignación de sus califi caciones”

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