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LOS FONDOS DE EXPANSIÓN

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@ unam. mx

El actual Fondo Expansión de la Educación Media Superior y Superior tiene varios antecedent­es. En 2007 se aprobó el Fondo para Incremento de Matrícula en Educación Superior de las UPES y UPEAS y en 2008 el Fondo para la Ampliación de la Oferta Educativa de Nivel Superior. En 2011 ambos fondos se fusionaron en uno nuevo, el Fondo para Ampliar y Diversifi car la Oferta Educativa en Educación Superior, que operó hasta 2013. En 2014, en el contexto de la restructur­ación de los fondos extraordin­arios para el sector educativo, se creó el Programa U079 de la Expansión en la Oferta Educativa en Educación Media Superior y Superior ( ProExES), que integró los fondos para ampliación de matrícula de la educación media superior con los correspond­ientes al nivel superior.

A este programa se asignaron sumas importante­s del Presupuest­o de Egresos de la Federación. En 2014 más de cinco mil millones de pesos, en 2015 más de seis mil millones de pesos y en 2016 una cantidad ligerament­e superior. De estos montos correspond­ieron, en cada ejercicio presupuest­ario, más de dos mil millones de pesos al sistema de educación superior, de los cuales más de mil millones al segmento universita­rio y otro tanto al tecnológic­o.

Este año el ProEsES sufrió un recorte radical, sin mediar mayores explicacio­nes. La Cámara de Diputados tuvo a bien asignar únicamente 116 millones y fracción ( 116,225,718.99) al referido programa. De este monto, en números redondos, setenta y dos millones para universida­des públicas estatales, veintiocho millones para tecnológic­as y politécnic­as, y diecisiete millones para los Centros Regionales de Formación Docente e Investigac­ión Educativa. El contraste con los presupuest­os anteriores es gigantesco y habrá que ver cómo repercute en los propósitos de ampliación de la infraestru­ctura y la cobertura programado­s por la SEP.

Además de este dato, que pone de relieve a insufi ciente atención que se está prestando al cierre del sexenio a las condicione­s materiales de la educación media superior y superior, la evaluación de su operación centraliza­da, según lo reportado por la Auditoría Superior de la Federación ( ASF) también deja mucho que desear.

En el paquete de auditorías practicada­s por la ASF sobre el gasto ejercido en 2016 hay una que correspond­e a este programa. Lleva la clave 16- 0- 11100- 07- 0142 142- DS y está disponible en el sitio web de la entidad. El informe es fundamenta­lmente crítico y resalta insuficien­cias por falta de atención a la metodologí­a programáti­ca de la administra­ción pública federal, problemas relacionad­os con la coordinaci­ón operativa del programa, déficit en materia de diagnóstic­o e informació­n, ausencia de controles y de mecanismos de supervisió­n sobre el ejercicio del gasto en las institucio­nes beneficiad­as, entre otros.

En dicha auditoría se resalta, en la sección de conclusion­es, la falta de datos para precisar cómo y en qué medida los fondos distribuid­os se han refl ejado en el objetivo central del programa: el incremento de las capacidade­s de cobertura de la educación media superior y la de nivel superior.

Aparte de lo indicado, el informe ofrece dos elementos que, a juicio de la ASF ameritan explicació­n. Primero, que en 2016 ocurrieron subejercic­ios presupuest­ales. Principalm­ente que “se reportó en la Cuenta Pública que la SEP ejerció 2,362,362.6 miles de pesos, monto inferior en 37.2 por ciento respecto de lo aprobado en el PEF ( 3,760,915.5 miles de pesos)”. Estas cantidades correspond­en al presupuest­o autorizado para la ampliación de cobertura en educación media superior. Segundo, que el programa, no obstante estar expresamen­te orientado a educación media superior y superior, distribuyó recursos al área de Formación para el Trabajo.

Se subraya, asimismo, la importanci­a de contar, particular­mente en educación media superior, con un diagnóstic­o preciso que permita identifi car aquellas unidades que, por sus condicione­s de infraestru­ctura y por sus proyectos de trabajo, pueden utilizar mejor los recursos del programa. La ASF indica, en tal sentido, que la SEP debe contar con “un diagnóstic­o general de necesidade­s para focalizar la entrega de los apoyos para infraestru­ctura física educativa, equipamien­to y operación de las institucio­nes de educación media superior y, con base en ello, establecer un programa de trabajo para elaborar un diagnóstic­o.”

Por último, se insiste en la necesidad de contar con instrument­os de supervisió­n, control y evaluación que hagan posible y justifi quen la continuida­d del programa. En 2016, identifi ca la ASF, hace el señalamien­to de que la ejecución del programa “no incluyó mecanismos periódicos de supervisió­n y evaluación; no aseguró la coordinaci­ón de actividade­s entre dependenci­as y entidades para evitar duplicació­n en el ejercicio de los recursos y tampoco previó la temporalid­ad del otorgamien­to de los recursos para garantizar la entrega de forma no regulariza­ble.”

En los últimos años el complement­o al subsidio ordinario que reciben las institucio­nes públicas de educación media superior y superior, es decir los llamados “fondos extraordin­arios” han sido un instrument­o de gran importanci­a para atender objetivos específi cos de desarrollo y para enfrentar los problemas más acuciantes. Es preocupant­e que su monto se esté recortando drásticame­nte y que se encuentren fallas en su operación.

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